La Asamblea Nacional de Francia aprobó la pasada semana la Ley de Transición Energética para el Crecimiento Verde. El texto prevé la reducción al 50% de la cuota de energía nuclear y la prohibición de las bolsas de plástico y las vajillas desechables; también se penalizará la obsolescencia programada.
Con 314 votos a favor y 219 en contra, la Asamblea Nacional de Francia sacó adelante el pasado martes, la Ley de Transición Energética para el Crecimiento Verde, en favor de un desarrollo sostenible y el refuerzo de la independencia energética. “Todo el mundo tiene dos patrias: su país y el planeta. Con la adopción de esta ley se sirven uno al otro”, aseveró la ministra francesa de Ecología, Desarrollo Sostenible y Energía, Ségolène Royal, al final de la votación en sesión pública.
Para reducir la producción de residuos, la ley prohibe la distribución de bolsas de plástico de un solo uso a partir de 2016. Esta propuesta fue introducida en el texto por el Gobierno durante su examen en Comisión, y se basa en el hecho de que cerca de 5.000 millones de bolsas de plástico de un solo uso y más de 12.000 millones de bolsas para frutas y hortalizas se distribuyen todavía hoy en los comercios franceses.
Con la adopción definitiva de la ley, únicamente las bolsas de plástico reutilizables podrán distribuirse o venderse en caja. Con esta prohibición se pretende reactivar el sector del papel y animar, a la vez, a las empresas francesas que fabrican bolsas a base de almidón de maíz o patata.
Además, se crea una infracción de la obsolescencia programada, con el objetivo de poner fin al desarrollo de productos cuya vida útil se reduce intencionadamente por los propios fabricantes. El texto votado prevé reducir un 50% los residuos generados desde ahora hasta 2025, reciclar el 55% de los residuos no peligrosos y favorecer la valorización energética de los residuos no reciclables.
Asimismo, y por iniciativa de los ecologistas, el texto prohíbe el uso de las vajillas de plástico desechables. Inicialmente la enmienda preveía su prohibición a partir de 2017, pero Ségolène Royal se opuso a ella calificándola de antisocial, ya que “las familias en situación de precariedad no desechan esta vajilla sino que la reutilizan”. Finalmente se propuso retrasar la medida a 2020, lo que permitió su inclusión y adopción en el texto.
Menos energía nuclear
En el apartado energético, es destacable el objetivo recogido en el texto de reducir del 75 al 50% la cuota de energía nuclear en la producción de electricidad en el país.
Si no hay oposición ahora del Senado (el siguiente paso dentro del proceso de aprobación de la Ley), la capacidad nuclear de Francia se limitará a 63,2 GW. Esta cifra implica que deberán cerrarse reactores para compensar la puesta en servicio de la central EPR de Flamanville, prevista en 2016.
Sin embargo, el proyecto de ley no incluye el cierre de la central de Fessenheim (Haut-Rhin), algo a lo que se había comprometido François Hollande. En paralelo, el Gobierno establece medidas para desarrollar las energías renovables.
Entre los otros objetivos definidos por la nueva ley figura también la disminución del 40% de las emisiones de gases de efecto invernadero entre 1990 y 2030, y su reducción hasta la cuarta parte en 2050.
Igualmente, el texto prevé medidas para mejorar el aislamiento térmico de los edificios y la eficiencia energética, así como impulsar la implantación del vehículo eléctrico, a través de ayudas para su adquisición y obligaciones para que las administraciones públicas los incluyan en sus flotas.
Fuente:
Fundación para la Economía Circular