Investigadores sostienen que el concepto de bioeconomía circular debe ir más allá de su enfoque técnico de reducción de residuos e incorporar una perspectiva económica basada en valores.

Cómo avanzar a una bioeconomía circular
La figura de la izquierda representa múltiples vías para reducir, reciclar y reutilizar los residuos en una economía circular; la figura de la derecha representa múltiples vías para producir insumos, alimentos y productos energéticos en una bioeconomía. Juntas, muestran las interconexiones entre las vías para reducir, reciclar y reutilizar los residuos y para convertir los residuos inevitables y otros recursos biológicos en bioproductos que desplacen a los combustibles fósiles. Imagen: Communications Earth and Environment (cc)

Los sistemas convencionales de producción alimentaria y agrícola emplean un enfoque lineal de «tomar, usar, desechar»: extraen recursos naturales de la Tierra para fabricar alimentos y combustible, generan residuos que contaminan el suelo y el agua y emiten contaminantes nocivos.

Más recientemente, un nuevo modelo de producción está ganando terreno: una «bioeconomía circular» que reduce y recicla los residuos, pasa de los combustibles fósiles a alternativas renovables de base biológica y regenera los sistemas naturales. Este enfoque es fundamental para abastecer a la creciente población mundial de forma sostenible para el medio ambiente.

Pero se trata de un concepto complicado y aún quedan muchas preguntas por responder: ¿Cómo debe aplicarse la reducción de residuos? ¿Hasta dónde debemos llegar para ser «circulares», teniendo en cuenta sus costes y beneficios? ¿Y cómo puede un sistema de bioeconomía circular obtener el apoyo de los agricultores, la industria y los consumidores en una economía de mercado?

Un nuevo artículo de prestigiosos economistas y científicos agrícolas publicado en Communications Earth and Environment sostiene que el concepto de bioeconomía circular debe ir más allá de su enfoque técnico de reducción de residuos e incorporar una perspectiva económica basada en valores. Los autores hacen hincapié en la necesidad de políticas, incentivos y señales de mercado adecuados para persuadir a consumidores y productores de que tomen decisiones respetuosas con el medio ambiente, y para ayudar a garantizar que el sistema sea equitativo.

«El residuo cero es un objetivo atractivo, pero también debemos tener en cuenta las consecuencias económicas de alcanzarlo: el coste, quién lo asume y cómo conseguimos que la gente lo ponga en práctica. Esto requiere que no nos centremos únicamente en los beneficios medioambientales de reducir los residuos y el uso de combustibles fósiles, sino que pensemos en qué nivel de residuos es aceptable teniendo en cuenta los objetivos económicos y de equidad, así como la forma en que hacemos la transición induciendo a consumidores y productores a tomar las decisiones correctas», afirma el autor principal del artículo, Madhu Khanna, catedrático en Economía Ambiental y director del Instituto de Sostenibilidad, Energía y Medio Ambiente (iSEE) de la Universidad de Illinois Urbana-Champaign, en EE.UU.

Trazar el camino hacia una bioeconomía circular requerirá ideas creativas de investigadores de múltiples disciplinas, incluidos los científicos sociales, para comprender el comportamiento humano y diseñar los tipos de incentivos adecuados, asegura Khanna.

Reducir los residuos y mejorar la sostenibilidad

Según Khanna, una bioeconomía circular ofrece un marco para reducir los residuos y mejorar la sostenibilidad en toda la economía. Su objetivo no es sólo reducir la contaminación ambiental asociada a la producción agrícola, sino también transformar el sector energético, la fabricación de plásticos y otras industrias utilizando los residuos agrícolas como un recurso que puede ayudar a reducir la dependencia de los combustibles fósiles y descarbonizar la economía.

Los autores incorporaron esos conceptos a un marco económico para ayudar a determinar el nivel óptimo de circularidad en una economía de mercado. Recomiendan cinco vías fundamentales para hacer posible la transición:

  • Avances tecnológicos a través de la inversión en investigación y desarrollo, para reducir el coste de las innovaciones energéticas limpias e inteligentes desde el punto de vista climático.
  • Incentivos normativos que pongan precio a los residuos y al daño medioambiental, como un impuesto sobre el carbono, y cambios institucionales como programas de seguros de cosechas que reduzcan el riesgo de adoptar prácticas sostenibles para los agricultores.
  • Mercados sólidos para los productos circulares.
  • Educación y concienciación públicas sobre los beneficios ecosistémicos de una bioeconomía circular.
  • Consideraciones de equidad para los trabajadores desplazados y los consumidores vulnerables a los precios altos.

Los investigadores han hecho grandes progresos en el desarrollo de tecnologías individuales que contribuyen a una bioeconomía circular en la alimentación y la agricultura, como la agricultura de precisión y las tecnologías agrícolas digitales que pueden aumentar la eficiencia con la que se utilizan los productos químicos para la producción de cultivos, y los avances en biología sintética para convertir las plantas y los materiales de desecho en biocombustibles y productos bioquímicos, en sustitución de las fuentes de energía basadas en el petróleo y emisoras de dióxido de carbono.

Pero muchas de estas tecnologías son caras. Según los autores, se necesitan más inversiones para ampliarlas y hacerlas comercialmente competitivas y asequibles para agricultores y consumidores.

Una cuestión subyacente en el diseño de políticas respetuosas con el medio ambiente es cómo crear los incentivos adecuados para que la gente adopte tecnologías sostenibles, y cómo poner en valor los enfoques más eficaces. El problema de la contaminación agrícola, por ejemplo, es que resulta difícil medir y determinar con precisión el origen de las escorrentías y otros contaminantes. Nuevas herramientas como un «gemelo digital» (una réplica informática de un campo) pueden ayudar a calcular el impacto ambiental de las prácticas de gestión agrícola, como la adición de nitrógeno al suelo. Este tipo de avances puede dar lugar a políticas específicas que recompensen a los agricultores por los resultados obtenidos, en lugar de proporcionar costosos pagos uniformes por la participación en programas de conservación,

Esfuerzos insuficientes

Según los autores, la solución global exigirá la actuación de los sectores público y privado. Muchas empresas ya están adoptando prácticas sostenibles, y muchos consumidores están dispuestos a pagar un precio más alto por los alimentos ecológicos y los productos de origen sostenible. Aun así, esos esfuerzos distan mucho de lo necesario para frenar el cambio climático o reducir los contaminantes. Según Khanna, son necesarios nuevos incentivos gubernamentales y cambios en la forma de regular la contaminación.

Educar a los consumidores puede cambiar sus preferencias y su disposición a pagar por productos climáticamente inteligentes, creando demanda en el mercado y apoyo político. «Si los consumidores no demandan lo suficiente y no están dispuestos a pagar, el productor no va a producirlo», dice Khanna.

El paso a la bioeconomía circular debe ir acompañado de programas sociales que protejan a los consumidores vulnerables con rentas bajas de la subida de precios a corto plazo, y que ofrezcan nueva formación a los trabajadores que puedan perder su empleo con el declive de la industria de los combustibles fósiles, señalan los autores.

Problemas con un mismo origen

El siguiente paso será desarrollar programas de investigación más interdisciplinarios en los que los economistas trabajen con ingenieros y científicos para aplicar este marco a industrias o cadenas de suministro específicas, con el fin de determinar cómo sería la transición a una bioeconomía circular para ese sector.

La transición a una bioeconomía circular requerirá un compromiso político a largo plazo, políticas coherentes e inversiones que podrían tardar una década o más en dar sus frutos, explica Khanna.

«Estamos muy lejos de cumplir los objetivos estadounidenses y mundiales de reducción de las emisiones de carbono. Además, otros problemas medioambientales como la degradación de la calidad del agua y la pérdida de biodiversidad están empeorando. Es crucial reconocer que estos problemas medioambientales están interconectados, desde la contaminación del aire y el agua hasta los residuos plásticos», dice Khanna. «Todos estos problemas tienen el mismo origen: nuestros métodos actuales de producción y consumo. En lugar de abordar estos problemas individualmente, la transición a una bioeconomía circular ofrece una solución holística», concluye.

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