Los estudios de la Universidad de Valladolid también resaltan cómo la gestión forestal no solo es beneficiosa para el aumento y conservación de los hongos, sino para la protección de los bosques y su biodiversidad.
La Cátedra de Micología de la Universidad de Valladolid, que patrocina la Diputación de Palencia y se ubica en la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias del Campus de Palencia, ha desarrollado varios estudios sobre la gestión forestal y su repercusión en los hongos comestibles y trufas. La conclusión más sobresaliente ha sido que la gestión forestal no solo resulta positiva para el aumento y conservación de estos hongos sino también para la misma protección de los bosques y su biodiversidad de flora y fauna
Según explica el director de la Cátedra y profesor de Botánica Forestal de la ETSIIA, “habíamos comprobado que la roza discontinua de matorrales que se hace para prevenir incendios forestales favorecía a numerosas especies de plantas y de animales pero parece ser que si se aprovechan racionalmente los residuos conseguimos evitar la quema de combustibles fósiles, perjudicial para el medio ambiente y el clima global«.
La energía generada por la biomasa forestal se considera «el carbón neutro» porque el CO2 que es liberado forma parte del ciclo atmosférico natural del carbono. Por el contrario, los combustibles fósiles aumentan el nivel de CO2 en nuestra atmósfera porque han secuestrado su carbón durante milenios profundamente en la Tierra. Incluso desde el punto de vista de la contaminación a escala general resulta más saludable el empleo de la biomasa forestal en las grandes ciudades para evitar los graves episodios debidos a la circulación de vehículos y las calefacciones en regiones continentales europeas como Madrid.
En inviernos muy fríos, como el actual, en el que se realiza un elevado gasto de energía, es cuando se comprueban las ventajas ambientales pero también económicas y sociales del uso de la biomasa forestal. Al usar la biomasa disminuimos la gran dependencia de nuestros países con los combustibles fósiles. «Al calentar nuestros hogares y centros de trabajo con biomasa forestal contribuimos decididamente a la paz y al desarrollo rural«, añade el profesor Oria de Rueda.
Una buena gestión del matorral forestal
En los años secos, muchos matorrales, como brezales y escobonales de zonas montañosas mueren, lo que resulta un hábitat de muy escaso valor para la flora y la fauna además de constituir un alarmante peligro de incendio forestal. Se ha comprobado que los jarales y brezales senescentes no solamente resultan de escasa producción de recursos sino que pueden agudizar los peligros de incendio de los bosques.
Esta gestión del matorral puede maximizar los valores ambientales, como favorecer a la fauna silvestre, las orquídeas amenazadas y las plantas protegidas y escasas de las diversas comarcas. Se ha comprobado cómo numerosas orquídeas, bellas especies vegetales amenazadas de nuestra flora, se veían claramente favorecidas en los parajes en los que se habían realizado raleos o claras del arbolado muy denso o en donde se había desbrozado correctamente el matorral seco con vistas a la producción de pellets y astillas para calefacciones. Esto no quiere decir que cualquier corta y roza de vegetación sea beneficiosa.
El establecer en cada caso un apropiado mosaico paisajístico de parcelas en cada monte maximiza los valores ambientales de conservación del suelo y la biodiversidad. Hacerlo de forma descabellada o irracional perjudicaría notablemente a la naturaleza. En los montes en los que se realizan tareas apropiadas de aprovechamiento de la biomasa se mantienen zonas abiertas intercaladas con otras densas de refugio, muy buscadas por animales como el conejo, la liebre y la perdiz roja, que a su vez sirven de alimento a especies faunísticas tan amenazadas como el águila imperial ibérica o el águila de Bonelli. Con esta gestión se facilita además el control de la población excesiva de jabalí, que rehúye las áreas aclaradas donde resulta mucho más visible.
“Aclarando el monte excesivamente tupido se facilita la recuperación de la producción de trufas, hongos que necesitan estos ambientes raleados, además de evitarse la anormal proliferación de los jabalíes que levantan y aniquilan con temible efectividad la producción de este apreciado hongo subterráneo«, explica Juan Andrés Oria de Rueda.
De igual manera que se certifica que la madera procede de explotaciones ecológicamente sostenibles también podemos avalar que una explotación de biomasa para producción de electricidad o suministro a calefacciones procede de la gestión apropiada de los bosques y matorrales en equilibrio con la conservación expresa de la flora y la fauna, como realiza la Cátedra de Micología actualmente. Existen además grandes ventajas sociales, pues se generan multitud de puestos de trabajo y empresas en el ámbito rural, sobre todo en comarcas marginales y montañosas.
Fuente:
DICYT