Este bioplástico, denominado FlexBio, podría usarse en agricultura o para el transporte de residuos orgánicos de origen doméstico.
Uno de los principales desafíos asociados a los plásticos es ofrecer un reemplazo amigable con el ambiente, pero al mismo tiempo igual de eficiente. Desafío asumido por la comunidad científica mundial, y en Chile por el centro de investigación de Polímeros Avanzados, CIPA, entidad que ha desarrollado FlexBio. Este bioplástico de origen renovable logró optimizar de tal forma sus cualidades, que incluso puede soportar períodos determinados de tiempo o condiciones específicas del ambiente, como las lluvias y la radiación solar.
“Dependiendo de las características que necesite el producto respecto a su aplicación final, nosotros realizamos una suerte de ingeniería inversa. Podemos dotar a este bioplástico de cierta composición y regular sus propiedades, en especial, su biodegradación. Esto último es muy importante para su compostabilidad, diferenciándolo de los plásticos tradicionales”, destaca el Dr. Rodrigo Briones, investigador a cargo de la tecnología.
La idea nació en 2016, cuando se investigó sobre el desarrollo de bioaditivos que incluyeran residuos orgánicos en su formulación, para así dar valor agregado a los producidos en la Región del Biobío. El propósito fue plastificar polímeros naturales, tales como el almidón, los cuales no se pueden procesar directamente, ya que poseen precarias propiedades físicas y mecánicas, como poca flexibilidad, poca resistencia y excesiva absorción de humedad.
Como consecuencia de este estudio surge PolBio, que en palabras del Dr. Briones es “un aditivo de origen forestal y agrícola que otorga ventajas físicas y mecánicas cuando se utiliza en el procesamiento de matrices poliméricas termoplásticas, como el almidón, ideal para la fabricación de productos biodegradables y compostables”.
Reduciendo los residuos plásticos en la agricultura
Según estudio realizado el 2009 por la Universidad de Plymouth, solo las coberturas plásticas de cultivo (mulching) cubren en el mundo 4.530.000 hectáreas, lo que podría significar que cerca de medio millón de toneladas de plástico se dedicarían a esta función cada año. En Chile, el sector agrícola es uno de los principales consumidores de plástico, consumiendo de 71.269 toneladas el 2014, según el Centro de Envases y Embalajes de Chile (CENEM), las que representaría el 8% del consumo del total de plástico.
Es en este escenario donde se insertaría FlexBio, como una alternativa competitiva en sus propiedades, contribuyendo a reducir los impactos ambientales de la producción agrícola. “Gracias a las características derivadas de las materias primas utilizadas en su proceso de formulación, Flexbio tiene ventajas comparativas, ya que es posible diseñar su tiempo de biodegradación según las condiciones del cultivo”, explica Briones.
Otra posible área de aplicación para este producto es el transporte de residuos orgánicos domiciliarios. La apuesta es facilitar el proceso de compostaje, ya que la bolsa se degradaría al igual que los residuos domiciliarios. Un sector que, con la aplicación de la Ley de Responsabilidad Extendida del Productor (REP), necesitará de este tipo de productos, dando además una base de acción para sus posibles aplicaciones en dicho campo.
“Polbio y Flexbio son tecnologías con un alto nivel de madurez, por eso hoy en día trabajamos en conjunto con socios estratégicos del ámbito agronómico y avanzamos en validaciones industriales para los productos finales, llevándolos próximamente a una etapa de comercialización. Por esto, esperamos que puedan acercarse pronto a los usuarios”, señala el Dr. Claudio Toro, director ejecutivo de CIPA.