Investigadores de la Universidad de Sevilla han desarrollado bioplásticos mejorados a partir de los residuos que generan las fábricas transformadoras del cangrejo rojo americano, muy abundante en el Guadalquivir.
Con la harina de estos crustáceos y un polímero denominado PCL han perfeccionado las propiedades mecánicas de estos bioplásticos, igualando e incluso superando las prestaciones que ofrecen los plásticos convencionales.
En la Universidad de Sevilla (US) se ha dado un nuevo paso en el desarrollo de bioplásticos utilizando los residuos de las fábricas donde se transforma el cangrejo rojo americano de la cuenca del Guadalquivir.
Es una forma de aprovechar los residuos de las fábricas procesadoras de estos crustáceos que no suelen emplearse con fines alimentarios
Los materiales biodegradables obtenidos por estos expertos a partir del excedente de este crustáceo son ya una alternativa real a los plásticos sintéticos como los basados en el polietileno de baja densidad. Con el harina de los congrejos y el polímero sintético biodegradable PCL han logrado mejorar las propiedades mecánicas de estos bioplásticos, llegando a superar las prestaciones de los plásticos convencionales.
“Además hemos observado que el aminoácido L-cisteína puede ejercer de agente entrecruzante, desempeñando un papel crucial en la formación de nuevos enlaces a partir de la proteína del cangrejo rojo”, explica el investigador Manuel Félix Ángel de la Universidad de Sevilla.
España es el tercer productor mundial de cangrejo rojo americano, después de EEUU y China, lo que confiere aún más relevancia a estos estudios.
“Nuestro objetivo es desarrollar un producto con mayor valor añadido que la harina del cangrejo que se comercializa en la actualidad, para ello hemos desarrollado emulsiones tipo mayonesa, geles alimentarios y bioplásticos”, dicen los autores de este trabajo, que se publica en la revista Composites Part B Engineering.
La carne del cangrejo rojo americano de las marismas del Guadalquivir no se comercializa como producto alimenticio en España (aún teniendo un excelente perfil aminoacídico), sino que se transforma en un subproducto en forma de harina donde la proteína ha sido desnaturalizada y ha perdido mucha capacidad funcional.
“Aunque se exporta una gran cantidad de este crustáceo a los países nórdicos, las fábricas procesadoras de crustáceos generan un importante volumen de residuos que no suelen emplearse con fines alimentarios y que nosotros aprovechamos”, señalan los investigadores.
El procesado se hace en tres etapas. En primer lugar se rompen los enlaces naturales de la proteína, a continuación se reorganizan las cadenas de polímero para que haya nuevas interacciones y por último se forman nuevos enlaces mediante moldeo por inyección a pequeña escala en los laboratorios de la Facultad de Química.
Estos resultados se enmarcan dentro del proyecto de excelencia Valorización de subproductos y residuos de la industria del cangrejo rojo en base a su contenido proteico, financiado por la Consejería de Economía, Innovación, Ciencia y Empleo de la Junta de Andalucía.
Fuente: SiNC/UCC+i US