Los residuos agrícolas se someterán a distintos tratamientos químicos para producir bioplásticos con los que fabricar envases biodegradables.
Un nuevo proyecto de innovación busca producir envases biodegradables y sostenibles a partir de la paja generada por el cultivo del arroz en la Albufera de Valencia. De este modo, además de valorizar este residuo agrícola, se evitarían también las emisiones de gases que genera la quema de dichos despojos cada otoño.
Con la denominación de BIOPLA, este proyecto, financiado por la Conselleria de Innovación, Industria, Comercio y Turismo de la Generalitat Valenciana, está coordinado por la Sociedad de Agricultores de la Vega (SAV), en colaboración con las empresas Prime Biopolymers, Viromii y el Instituto Tecnológico del Plástico, Aimplas. Dichos trabajos reciben el respaldo de la AVI y financiación de la Unión Europea en el marco del programa FEDER.
Gracias a esta iniciativa, se desarrollará una solución innovadora que permitirá poner fin a la quema de estos residuos, una práctica que presenta consecuencias negativas para las personas con problemas respiratorios y eleva los niveles de contaminación atmosférica en las comarcas colindantes con el lago de la Albufera.
La incineración trata de evitar que la paja de arroz se acumule y se pudra en los campos durante la temporada de lluvias, lo que a su vez repercute negativamente en la calidad del agua del humedal y provoca la mortandad de un elevado número de peces. Hasta ahora, se han explorado distintas vías para la retirada de estos restos agrícolas, si bien el elevado coste económico de este proceso ha dificultado su puesta en marcha.
El objetivo de BIOPLA es dotar a la paja del arroz de un valor económico capaz de compensar el coste de su recuperación. Por ello, se plantea el uso de estos desechos como materia prima para la producción de bioplásticos más respetuosos con el medio ambiente que los generados mediante recursos fósiles.
El proyecto no solo contempla el desarrollo y validación del tratamiento al que se ha de someter este subproducto vegetal para fabricar este producto de alto valor añadido y múltiples aplicaciones industriales, sino también toda la logística necesaria para su recogida y almacenamiento. En definitiva, se trata de demostrar la viabilidad técnica, económica y ambiental de la tecnología a escala semiindustrial.
La transformación de este residuo agrícola en bioplástico se consigue después de someter a los despojos vegetales a distintos tratamientos, que incluyen el triturado de los tallos, los procesos de hidrólisis enzimática y fermentación por el que se obtiene ácido láctico, y su posterior conversión en ácido poliláctico, conocido por sus siglas en inglés, PLA.
El PLA representa aproximadamente el 40% de todos los polímeros biodegradables y se erige en el bioplástico más utilizado del mercado, con una demanda que crece cada año. Este tipo de material constituye, de hecho, una alternativa sostenible a los plásticos tradicionales por su facilidad para descomponerse y su menor impacto ambiental.
Desde que arrancara esta iniciativa hace ahora un año, el equipo técnico ha abordado ya la fase de la logística y ha llevado a cabo los ensayos en laboratorio, con el objeto de validar los tratamientos más eficientes para la producción de ácido poliláctico. Con los resultados obtenidos, SAV escalará el proceso a volúmenes propios de una planta piloto para continuar con la optimización del este proceso biológico.
Además de coordinar el proyecto, SAV es el socio encargado del suministro y almacenamiento de la paja, así como del proceso de transformación semiindustrial, aunque en la ejecución de BIOPLA coopera con otras tres entidades especializadas.
Así, Aimplas aporta su amplio conocimiento técnico sobre los procesos y condiciones de fermentación para la producción de bioplásticos, Prime Biopolymers lidera la fase polimeración del ácido láctico y contribuye con el estudio del proceso de transformación a escala industrial, mientras Viromii desarrolla el análisis de la gestión de los restos agrícolas en el mercado del PLA.