El director del Consorcio de Residuos del Maresme, Carles Salesa, recuerda que España aún tiene mucho por hacer en gestión de residuos y alerta de que la recogida selectiva se ha estancado.
El Consorcio de Residuos del Maresme (Barcelona) constituye todo un ejemplo en la gestión sostenible de los residuos urbanos y modelo a seguir en el ámbito del reciclaje. Su director Carles Salesa atribuye este éxito a dos factores fundamentales. Por un lado, a la propia historia del Consorcio, uno de los más antiguos de España (se creó en 1985) y probablemente de Europa, con un largo recorrido a sus espaldas en gestión y tratamiento de desechos; y, por otra, al trabajo coordinado que llevan a cabo los ayuntamientos adscritos al mismo, y que aglutinan una población de aproximadamente medio millón de habitantes.
Ttras 30 años de actividad, el Consorcio de Residuos del Maresme ha situado a la comarca a como líder en recogida selectiva y reciclaje
Tras un recorrido de 30 años tratando los residuos de la comarca costera situada al norte de la ciudad de Barcelona, y gracias a la experiencia y al esfuerzo y el entendimiento entre alcaldes, concejales y técnicos de los distintos entes locales a la hora de diseñar sus recogidas, el Consorcio del Maresme ha conseguido posicionar a la comarca con los mejores índices de recogida selectiva y de reciclaje. El alineamiento entre los intereses de cada municipio constituye, a juicio de Salesa, una de las claves del éxito.
Respecto al proceso de gestión industrial, recordó que, tras un pretratamiento inicial de los residuos urbanos a través del cual se intentan recuperar todavía las fracciones reciclables (papel/cartón, vidrio, metales, plásticos y materia orgánica), esta última se somete a un proceso biológico de compostaje o un proceso biológico de digestión anaerobia en el cual también se produce energía en forma de biogás. Finalmente, el rechazo se valoriza energéticamente.
LA FISCALIDAD ES CLAVE
Como promotor y alma mater del Congreso Internacional Recuwatt, Carles Salesa asegura que, si bien este se había creado con el fin de centrarse de forma preeminente en la valorización energética, debido al vacío que había en España en esta materia, con los años ha ido adaptándose a las inquietudes del sector y evolucionando hacia una temática muchos más transversal.
La última edición, que tuvo lugar en octubre del pasado año en Mataró, se saldó con un balance de 500 personas inscritas, prueba evidente del indiscutible interés despertado por esta cita que, precisamente coincidió en un momento de mucha ebullición por los exigentes y ambiciosos objetivos de reutilización y reciclado fijados desde Europa.
“A día de hoy nos enfrentamos al reto de llegar al 50% de reciclado en el 2020, pero está por ver si el Paquete Europeo de Economía Circular, pendiente de su aprobación definitiva, establece todavía unos objetivos más exigentes para 2030 y si ese 50% se transformará en un 65 o en un 70%”, explicó Salesa en una reciente entrevista a Radio Voz Galicia, al tiempo que indicó que “los últimos datos estadísticos correspondientes a España aluden a un 30% de reciclaje y compostaje”.
El pago por generación implica que el ciudadano pueda ver realmente cómo afecta a su bolsillo el hábito del reciclaje
Resulta evidente que, ante este escenario, el camino aún es largo, pero el director del Consorcio de Residuos del Maresme considera que, más allá del recorrido que queda por realizar, la parte más negativa es que los sistemas de recogida selectiva parecen haberse estancado, por lo que, para corregir esta situación, es necesario trabajar más y mejor y ponerse a hacer cosas distintas desde el ámbito de la comunicación y la concienciación.
La fiscalidad constituye un aspecto clave en este sentido. “El pago por generación implica que el ciudadano pueda ver realmente cómo afecta a su bolsillo el hecho de tener un hábito de reciclado u otro”, precisó.
UNA NUEVA FORMA DE CONSUMIR
Respecto al concepto de economía circular, Carles Salesa entiende que, aunque no es nuevo, ya que viene a describir lo que antes se podía denominar sostenibilidad o economía verde, lo cierto es que ha venido para quedarse. “Lo que significa realmente es que cuando vayamos a comprar o a consumir cualquier cosa, sea un objeto o un servicio, pensemos si se trata de una necesidad real y si está hecho de forma sostenible, es decir, que incorpore unos valores ambientales tales como su reutilización, su fácil reciclado…”; y añadió que “estaríamos, por tanto, ante dos replanteamientos vinculados a la sociedad de consumo y a los objetos a consumir”.
Salesa se muestra proclive a que la firme apuesta que ha hecho Recuwatt 2016 por la pluralidad se repita en 2018. A su juicio, la participación de más entidades y el disponer de una temática más transversal constituye una fórmula más enriquecedora a efectos de resultados.
EL VALOR DEL RESIDUO
Respecto a las nuevas generaciones, Carles Salesa entiende que es fundamental que comprendan que “el hecho de generar un residuo no es algo gratuito, ni económica ni medioambientalmente”. Porque ese residuo contiene unos recursos en metales, plásticos, orgánicos, etc, que son necesarios para el futuro. “Si nos dedicamos a consumir sin pensar en que el residuo tiene un valor, lo que ocurrirá en el futuro es que las nuevas generaciones no podrán gozar de los mismos recursos que hoy tenemos nosotros”, sentenció.