Empresas como Ford o Jaguar Land Rover han desarrollado proyectos innovadores para reciclar todo el aluminio generado en sus procesos de producción.

El aluminio es un material muy demandado y fácilmente reciclable. Lo prueba el hecho de que el 75% del aluminio hasta ahora producido sigue en uso en la actualidad. Además, reciclarlo requiere solamente el 5% de la energía que se consumiría para producirlo virgen. Ello se traduce en un alto interés de la industria europea del aluminio en la economía circular.

Uno de los sectores que mayores esfuerzos está haciendo en reciclar y recuperar este material es el de la automoción. Anualmente, solo en Europa se generan más de 10 millones de toneladas de residuos procedentes de los vehículos fuera de uso (VFU). No obstante, el proceso de reciclaje de los componentes de aluminio presenta limitaciones, de modo que diferentes aleaciones acaban reciclándose como aluminio fundido de menor calidad.

El sector de la automoción busca cerrar el ciclo del aluminio
Cada año se generan en Europa más de diez millones de toneladas de residuos procedentes de vehículos fuera de uso

Para abordar este reto, el proyecto europeo ShredderSort, en el que participan varias empresas españolas junto con otras europeas, pretende buscar soluciones para la industria del reciclaje a partir de nuevas tecnologías de separación y clasificación.

De hecho, en el sector existen ya varias iniciativas para cerrar los ciclos de aluminio. Además de ser una opción económica y con un menor impacto ambiental, incorporar este material en los vehículos permite reducir su peso, mejorar su eficiencia y, en definitiva, ahorrar combustible durante el uso.

Ejemplo de ello es el caso de Ford, que utiliza residuos de aluminio de sus procesos de estampación para fabricar los camiones de la serie F-150, los cuales tienen la menor huella de carbono de su segmento.

Otra iniciativa en este sector es el proyecto REALCAR (REcycled ALuminium CAR), promovido por Jaguar Land Rover y Novelis, que ha permitido cerrar el ciclo del aluminio. El proyecto ha resultado ser un éxito, con beneficios financieros y ambientales claros: ha permitido recuperar más de 30.000 toneladas de este metal en un año y evitar la emisión de más de 500.000 toneladas de CO2.

Tal y como pone en valor la Universidad de Cambridge, las lecciones aprendidas de la creación e implementación de una cadena de valor con un circuito cerrado de aluminio en el sector de la automoción son potencialmente aplicables a otros materiales e industrias. Por ello, es importante la selección de los materiales adecuados, la colaboración con la cadena de valor y un liderazgo progresivo para replicar esta tipo de experiencia en otros sectores.

Fuente:
Laboratorio ecoinnovación

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