Así lo refleja un estudio de la Universidad de Queensland, que defiende este método para mejorar la salud de los suelos agrícolas y el rendimiento de las cosechas.
Según un estudio codirigido por la Universidad de Queensland (UQ), en Australia, una nueva forma de utilizar el compost podría impulsar la producción de cultivos en todo el mundo y aportar enormes beneficios al planeta.
La profesora Susanne Schmidt, de la Facultad de Agricultura y Ciencias de la Alimentación de la UQ, afirma que la adopción de una estrategia de compostaje de precisión (PCS) en la agricultura a gran escala podría mejorar el rendimiento de las cosechas y la salud del suelo, además de evitar que los residuos orgánicos vayan a parar a los vertederos, donde generan gases de efecto invernadero perjudiciales.
«En lugar de depender únicamente de los fertilizantes minerales, la estrategia de compostaje de precisión consiste en complementar el tipo correcto de abono con nutrientes que se ajusten a las necesidades de los suelos y los cultivos», explicó el profesor Schmidt.
«Los suelos compactados y ácidos se airean y neutralizan. El resultado es que pueden retener más agua, facilitar el crecimiento de las raíces y alimentar a los organismos que mantienen sanos los suelos y los cultivos».
La profesora Schmidt asegura que el suelo desempeña un papel crucial para garantizar la seguridad alimentaria mundial. «Pero en la actualidad, el 30% de los suelos agrícolas del mundo están clasificados como degradados, y se prevé que esta cifra podría aumentar hasta el 90% en 2050″, afirma.
«Nuestra investigación estima que el PCS podría aumentar la producción mundial anual de los principales cultivos de cereales en 96 millones de toneladas, o el 4% de la producción actual. Esto tiene efectos indirectos para los consumidores, ya que permite hacer frente a la escasez de alimentos y a la subida de precios».
El estudio concluye que la aplicación de la estrategia de compostaje de precisión a la agricultura a gran escala también podría contribuir a mitigar el cambio climático.
«Sólo en Australia, más de 7 millones de toneladas de biorresiduos acaban cada año en los vertederos, donde generan enormes cantidades de gases de efecto invernadero evitables y otros efectos indeseables», afirma Schmidt. «Si los reutilizamos, podemos restaurar el carbono crucial de la capa superior de las tierras de cultivo».
«También hay beneficios en cuanto a costes: desviar sólo 15.000 toneladas de biorresiduos podría ahorrar a un ayuntamiento hasta 2 o 3 millones de dólares al año», asegura.
El agricultor de caña de azúcar de Queensland, Tony Rossi, lleva siete años utilizando el compost de precisión con gran éxito. «Hemos podido reducir casi a la mitad el uso de fertilizantes, lo que es mucho mejor para el medio ambiente, y el rendimiento de nuestros cultivos es el mismo», afirma.
En el estudio, publicado en Nature Food, se analizaron más de 2.000 ejemplos de uso de compost en el sector agrícola de todo el mundo.