Un estudio de la NTU Singapur ha estimado el impacto a largo plazo en la salud de las personas de estas diminutas partículas, procedentes de las emisiones de los vehículos, los procesos industriales y fuentes naturales como los incendios forestales y las tormentas de polvo.
Un estudio dirigido por investigadores de la Universidad Tecnológica de Nanyang, Singapur (NTU Singapur) ha revelado que la contaminación por partículas finas se asocia con aproximadamente 135 millones de muertes prematuras en todo el mundo entre 1980 y 2020.
En el estudio, las muertes prematuras se refieren a los fallecimientos que se producen antes de lo esperado en función de la esperanza de vida media, como consecuencia de causas prevenibles o tratables, como enfermedades o factores ambientales.
El estudio descubrió que el impacto de la contaminación por partículas finas se veía agravado por fenómenos de variabilidad climática como El Niño-Oscilación del Sur, el Dipolo del Océano Índico y la Oscilación del Atlántico Norte, y provocaba un aumento del 14% de las muertes prematuras.
Los investigadores explican que durante estos fenómenos meteorológicos, el aumento de la temperatura, los cambios en los patrones del viento y la reducción de las precipitaciones pueden provocar el estancamiento del aire y la acumulación de contaminantes en la atmósfera. Esto da lugar a concentraciones más elevadas de partículas PM2,5 que son especialmente nocivas para la salud humana cuando se inhalan.
Las partículas finas, o PM2,5, se refieren a partículas de 2,5 micrómetros de diámetro o menores. Estas diminutas partículas proceden de las emisiones de los vehículos, los procesos industriales y fuentes naturales como los incendios forestales y las tormentas de polvo.
Al ser tan pequeñas, las partículas finas pueden introducirse fácilmente en el aire que respiramos y penetrar profundamente en nuestros pulmones, provocando una serie de problemas de salud, especialmente en grupos vulnerables como los niños, los ancianos y las personas con afecciones respiratorias.
El estudio calculó que un tercio de las muertes prematuras entre 1980 y 2020 estaban asociadas a accidentes cerebrovasculares (33,3%); otro tercio, a cardiopatías isquémicas (32,7%), mientras que las enfermedades pulmonares obstructivas crónicas, las infecciones de las vías respiratorias inferiores y el cáncer de pulmón constituían el resto de las muertes prematuras.
Mientras que estudios anteriores habían explorado aspectos de la calidad del aire y el clima, este estudio tenía un alcance mundial y analizaba más de 40 años de datos. Al examinar cómo afectan determinados patrones climáticos a la contaminación atmosférica en distintas regiones, ofrece nuevas perspectivas sobre la compleja relación entre clima y calidad del aire.
Comprender los patrones climáticos
El primer autor del estudio, el profesor asociado Steve Yim, de la Escuela Asiática de Medio Ambiente y la Facultad de Medicina Lee Kong Chian (LKCMedicine) de la NTU, que dirigió el estudio, afirma que «nuestras conclusiones muestran que los cambios en los patrones climáticos pueden empeorar la contaminación atmosférica. Cuando se producen determinados fenómenos climáticos, como El Niño, los niveles de contaminación pueden aumentar, lo que significa que más personas pueden morir prematuramente a causa de la contaminación por PM2,5. Esto pone de relieve la necesidad de comprender y tener en cuenta estos patrones climáticos a la hora de abordar la contaminación atmosférica para proteger la salud de la población mundial». Yim es también investigador principal del Observatorio de la Tierra de Singapur (EOS).
El coautor del estudio, el catedrático Joseph Sung, vicepresidente primero de la NTU (Ciencias de la Salud y de la Vida) y decano de la Facultad de Medicina de la NTU, explica que «nuestro estudio pone de relieve cómo afectan los patrones climáticos a la contaminación atmosférica, y esto es crucial para los profesionales sanitarios porque repercute directamente en la salud pública. Los efectos del cambio climático y el medio ambiente en la salud humana no son menores que los de la genómica y los patrones de estilo de vida, y han ido en aumento en las últimas décadas. Al reconocer estos patrones, los profesionales sanitarios pueden prepararse mejor para los posibles aumentos de pacientes que busquen tratamiento para dolencias relacionadas con la contaminación. Además, este conocimiento subraya la importancia de las medidas proactivas para reducir la contaminación y mitigar sus efectos sobre la salud, ayudando en última instancia a los sistemas sanitarios a gestionar y aliviar la carga que suponen para las comunidades las enfermedades relacionadas con la contaminación».
Las conclusiones de este estudio representan un avance en la comprensión de cómo los retos medioambientales afectan a la salud de la población mundial.
En el estudio también participaron profesionales sanitarios e investigadores de la Universidad China de Hong Kong, el Imperial College de Londres (Reino Unido), la Universidad Sun Yat-sen (China) y el Hospital Tan Tock Seng de Singapur. Los resultados se publicaron el pasado mes de abril en la revista especializada Environment International.
Interacción entre fenómenos climáticos, contaminación y muertes
En el estudio se utilizaron datos de un conjunto de datos gestionado por la NASA denominado MERRA-2 (Modern-Era Retrospective Analysis for Research and Applications, versión 2). El conjunto de datos proporciona información mensual sobre la concentración de partículas finas en la superficie de la Tierra.
Los datos de PM2,5 analizados para este estudio de 40 años abarcan desde enero de 1980 hasta diciembre de 2020 y ofrecen información detallada sobre los niveles de contaminación atmosférica en zonas concretas. El estudio analizó cómo los cambios en la calidad del aire se ven afectados por patrones climáticos, como los de El Niño-Oscilación del Sur, el Dipolo del Océano Índico y la Oscilación del Atlántico Norte, obtenidos a partir de índices evaluados por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos.
Los investigadores también utilizaron datos del Institute for Health Metrics and Evaluation, con sede en Estados Unidos, sobre muertes y casos mundiales de enfermedades relacionadas con la contaminación, entre las que se incluyen infecciones de las vías respiratorias inferiores, cáncer de tráquea, bronquios y pulmón, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, ictus y cardiopatía isquémica. Los investigadores descubrieron que en las últimas cuatro décadas se habían producido 363 episodios graves de contaminación atmosférica en todo el mundo, con una media de nueve episodios anuales. La duración de un episodio de contaminación atmosférica osciló entre dos y nueve meses, siendo 2002 el año con mayor número de episodios de contaminación atmosférica (15 episodios), seguido de 2004 y 2006 (14 episodios cada año).
El estudio estimó que Asia presentaba el mayor número de muertes prematuras atribuibles a la contaminación por PM2,5 entre 1980 y 2020, con 98,1 millones, encabezadas por China e India, con 49 millones y 26,1 millones de muertes, respectivamente. Pakistán, Bangladesh, Indonesia y Japón también registraron cifras significativas de muertes prematuras atribuibles a las PM2,5, entre 2 y 5 millones cada uno.
Los investigadores calculan que los tres fenómenos meteorológicos causaron simultáneamente unas 7.000 muertes prematuras más al año en todo el mundo, siendo el fenómeno del Dipolo del Océano Índico el que más influyó en el número de muertes, seguido de la Oscilación del Atlántico Norte y, por último, El Niño. Los tres patrones meteorológicos coincidieron en 1994, 1997, 2002 y 2015, siendo la región del sudeste asiático la más vulnerable. Cada año se produjeron unas 3.100 muertes más en esa región debido al mayor impacto de la contaminación, agravado por los patrones meteorológicos.
Priorizar la salud pública
El profesor Yim asegura que «este estudio subraya la importancia de dar prioridad a la salud pública a la hora de elaborar estrategias sobre la calidad del aire. En lugar de centrarse únicamente en los niveles de contaminantes, los gobiernos deben tener en cuenta también los efectos de la contaminación atmosférica sobre la salud. Esto significa evaluar las políticas en función de su impacto en la reducción de los problemas de salud relacionados con la contaminación, destacando especialmente la necesidad de intervenciones específicas para mitigar la contaminación durante condiciones meteorológicas concretas».
El profesor Sung que «como nuestro estudio ha demostrado que la contaminación por PM2,5 podría tener importantes consecuencias para la salud, los organismos sanitarios deben asignar recursos en consecuencia. Esto incluye garantizar que los servicios sanitarios estén equipados para atender las demandas relacionadas con las enfermedades derivadas de la contaminación por PM2,5. Al hacer hincapié en los resultados sanitarios en la gestión de la calidad del aire, los gobiernos pueden proteger mejor la salud pública y mejorar el bienestar general».
El equipo de investigadores realizará estudios más detallados para conocer mejor los patrones locales de contaminación atmosférica y profundizar en los mecanismos que explican cómo influyen los patrones climáticos en la formación y reducción de las partículas finas.