Investigadores de la Universidad Iberoamericana, en la ciudad de México, buscan consolidar una biorrefinería piloto que permitirá utilizar los residuos de diversas frutas, hortalizas, flores, plantas y vegetales generados en áreas urbanas y rurales, para transformarlos en combustibles y productos de alto valor agregado.
Lorena Pedraza Segura, investigadora del Departamento de Ingeniería y Ciencias Químicas de la Universidad Iberoamericana, detalló que la propuesta de una biorrefinería tiene sus orígenes en dos investigaciones previas; una de ellas orientada hacia la producción de bioetanol a partir del tronco del maíz desgranado (olote);y la segunda, basada en diversos estudios que permitieron a los investigadores obtener ese combustible a partir de los desechos orgánicos de productos comestibles de la Central de Abasto, en la ciudad de México.
Posteriormente, Pedraza Segura cambió el enfoque de la investigación para plantear la construcción de una biorrefinería. Esta podría ser instaurada en las zonas aledañas a la Central de Abasto, o bien, en algún lugar cercano a Jalisco o Sinaloa, principales zonas productivas de maíz en México.
La especialista señaló que hay grandes expectativas en cuanto a la fabricación de productos de alto valor a partir del olote (el corazón de la mazorca de maíz) y los residuos orgánicos de la Central de Abasto, debido a varios aspectos. Destacó que principalmente serían utilizados desechos no aptos para el consumo humano que incluyen material lignocelulósico, es decir, que tiene una composición de tres capas de polímeros: celulosa, hemicelulosa y lignina.
“Particularmente, el olote es uno de los desechos más efectivos para producir bioetanol debido a la cantidad de azúcares que contiene y porque es más fácil de tratar, dado que es muy homogéneo”, explicó la investigadora. Agregó que en el caso de los desechos de la Central de Abasto, la materia prima para obtener bioetanol es cambiante debido a las temporadas de cada producto.
Pedraza Segura concluyó que la biorrefinería piloto que se busca implementar sería equipada a nivel semi-industrial. Esto permitiría realizar diversos experimientos con resultados más certeros que los observados en los laboratorios; además, permitiría la formación de recursos humanos especializados en la fabricación de productos derivados del material lignocelulósico.
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