Un estudio de la Zoological Society London y la Universidad de Bangor revela que las crisis del cambio climático y del plástico se exacerban entre sí e insta a que se aborden de forma conjunta.
La Zoological Society London (ZSL) y la Universidad de Bangor, en Reino Unido, han revelado vínculos fundamentales entre la crisis climática global y la contaminación plástica, incluido el clima extremo que empeora la distribución de microplásticos en áreas remotas.
El océano, sus ecosistemas y especies son comúnmente el foco de la investigación sobre la contaminación plástica o la investigación sobre el cambio climático; sin embargo, a menudo se pasa por alto el efecto agravante de cómo actúan juntas.
En un artículo publicado recientemente en Science of the Total Environment, un equipo interdisciplinario de científicos ha recopilado por primera vez evidencia de que los problemas globales de la contaminación plástica marina y el cambio climático se exacerban entre sí, creando un ciclo peligroso, e instan a los gobiernos y a los responsable políticos a abordar los dos problemas al unísono.
El equipo identificó tres formas importantes en las que la crisis climática y la contaminación plástica, un factor importante de la pérdida de biodiversidad marina, están conectadas, siendo la primera la forma en que el plástico contribuye a los gases de efecto invernadero (GEI) globales a lo largo de su ciclo de vida, desde la producción hasta la eliminación. El segundo demuestra cómo el clima extremo, como las inundaciones y los tifones asociados con el cambio climático, dispersarán y empeorarán la contaminación plástica. Dado que la contaminación plástica y los efectos del cambio climático son problemas importantes para nuestros océanos, mares y ríos, el tercer punto examina las especies marinas y los ecosistemas que son particularmente vulnerables a ambos.
Impacto en la biodiversidad marina
La contaminación plástica está teniendo un impacto devastador en la biodiversidad marina, desde animales que ingieren bolsas de plástico por error hasta hábitats enteros contaminados con microplásticos. Procedente principalmente de combustibles fósiles, y con la demanda global en aumento, se estima que la producción de plástico ha emitido más de 56.000 millones de toneladas de dióxido de carbono en GEI entre 2015 y 2020.
El cambio climático ya está provocando fenómenos meteorológicos más extremos, como tormentas e inundaciones, que aumentan la dispersión de residuos mal gestionados. Además, el hielo marino es una trampa importante para los microplásticos que se liberarán en el océano a medida que el hielo se derrita debido al calentamiento.
La conciencia pública y la cobertura de los medios de comunicación sobre ambos temas ha aumentado exponencialmente a lo largo de los años, pero los estudios muestran que a menudo se abordan como temas separados, incluso en competencia. La profesora Heather Koldewey, especialista técnica principal de la ZSL y autora principal del artículo, dice que las soluciones integradas para mitigar ambas crisis son posibles y deben considerarse.
«El cambio climático es sin duda una de las amenazas globales más críticas de nuestro tiempo. La contaminación plástica también está teniendo un impacto global, desde la cima del Monte Everest hasta las partes más profundas de nuestro océano», explica Koldewey. «Ambos tienen un efecto perjudicial sobre la biodiversidad oceánica; con el cambio climático que calienta las temperaturas de los océanos y blanquea los arrecifes de coral, hasta el plástico que daña los hábitats y causa muertes entre las especies marinas. El impacto agravado de ambas crisis solo agrava el problema. No se trata de debatir qué tema es más importante, sino de reconocer que las dos crisis están interconectadas y requieren soluciones conjuntas».
Plásticos de un solo uso
El estudio demuestra cómo las especies vulnerables y los hábitats que se ven afectados por el cambio climático también se ven amenazados por la contaminación plástica, como las tortugas marinas y los corales. No obstante, afirma que se necesita más investigación para determinar estos vínculos, sus roles en nuestro entorno natural y cómo ambos temas interactúan para impactar negativamente los ecosistemas.
«El mayor cambio será el alejamiento del derrochador plástico de un solo uso y el paso de una economía lineal a una circular que reduzca la demanda de los dañinos combustibles fósiles», añade Koldewey.
Helen Ford, investigadora de doctorado en la Universidad de Bangor que dirigió el estudio, asegura que su trabajo «muestra que ya se están produciendo cambios tanto por la contaminación plástica como por el cambio climático que están afectando a los organismos marinos en los ecosistemas marinos y las redes tróficas, desde el plancton más pequeño hasta la ballena más grande. Necesitamos comprender cómo interactuarán estas amenazas a la vida oceánica».
El reconocimiento de que las crisis ambientales globales están intrínsecamente vinculadas es cada vez mayor. Un estudio reciente dirigido por la ZSL, del que también fue coautora la profesora Koldewey, enfatizó que tanto el cambio climático como las crisis de biodiversidad deben abordarse al unísono para evitar quedarse cortos en soluciones, y sugiere formas en las que varias soluciones basadas en la naturaleza podrían abordar ambas.
La ZSL insta a los gobiernos y a los responsables políticos del mundo a que pongan la naturaleza en el centro de toda toma de decisiones para abordar conjuntamente las amenazas globales combinadas del cambio climático y la pérdida de biodiversidad y pedirá a los líderes que asuman este compromiso en la COP26 en Glasgow.