Un estudio realizado en el Mediterráneo revela que las partículas de plástico que se hunden en el mar viajan más lejos de lo que se pensaba y estima que solo un 20% de la contaminación cerca de las costas procede del país más cercano.
Desechados o a la deriva en el océano, los residuos plásticos pueden acumularse en la superficie del agua, formando islas flotantes de basura. Aunque es más difícil de detectar, se sospecha que una cantidad significativa también se hunde. En un nuevo estudio publicado en la revista Environmental Science & Technology de la ACS, un equipo de investigadores ha utilizado modelos informáticos para estudiar la distancia que recorren los trozos de plástico ligero cuando se hunden en el mar Mediterráneo. Sus resultados sugieren que estas partículas pueden desplazarse bajo el agua más lejos de lo que se pensaba.
Desde viejas bolsas de la compra hasta botellas de agua, la contaminación plástica asedia los océanos. Estos residuos no sólo son antiestéticos, sino que los animales pueden quedar atrapados en ellos o comérselos por error. Y si permanecen en el agua, los residuos plásticos pueden liberar contaminantes orgánicos. El problema es más visible en la superficie, donde las corrientes pueden aglomerar estos desechos en los llamados parches de basura.
Sin embargo, los residuos plásticos también se acumulan a mucha más profundidad. Incluso el material que pesa menos que el agua puede hundirse a medida que las algas y otros organismos se adhieren a él, y a través de otros procesos. Trozos de este plástico ligero, que suelen medir 5 milímetros o menos -los denominados microplásticos-, han aparecido al menos a 800 metros bajo la superficie. Los investigadores no saben mucho sobre lo que ocurre cuando el plástico se hunde, pero suelen suponer que cae directamente desde la superficie. Sin embargo, los autores de este trabajo sospechaban que este plástico ligero podría no seguir una ruta tan directa.
Para probar esta hipótesis, los investigadores utilizaron un avanzado modelo informático desarrollado para rastrear el plástico en el mar e incorporaron numerosos datos ya recogidos sobre la contaminación por plástico flotante en el mar Mediterráneo. Simularon casi 7,7 millones de trozos de plástico distribuidos por el mar y siguieron sus trayectorias virtuales hasta profundidades de 800 metros. Sus resultados indicaron que cuanto más despacio se hundían los trozos, más lejos los llevaban las corrientes de sus puntos de origen, viajando los más lentos una media de aproximadamente 280 kilómetros lateralmente.
Aunque las observaciones de la distribución del plástico bajo el agua son limitadas, el equipo descubrió que sus simulaciones coinciden con las disponibles en el Mediterráneo. Sus simulaciones también sugieren que las corrientes pueden empujar el plástico hacia las zonas costeras y que sólo un 20% de la contaminación cerca de las costas procede del país más cercano.
Según los investigadores, los largos viajes de estas partículas significan que el plástico tiene un mayor potencial para interactuar con la vida marina y dañarla.