Desde hace ya bastante tiempo la comunidad científica busca alternativas para sustituir el uso de los plásticos derivados del petróleo por materiales medioambientalmente más sostenibles pero que ofrezcan las mismas características.
En este sentido, en el Laboratorio de Microbiología Molecular y Biotecnología Ambiental de la Universidad Santa María (Chile), Pamela Villegas y Viviana Urtuvia están trabajando en el desarrollo de un proyecto centrado en la obtención de bioplásticos a partir de bacterias que en su fase preliminar ya entrega buenos resultados.
Según afirma Viviana Urtuvia, el objetivo de la investigación es “la búsqueda de un biopolímero que sea 100% biodegradable, producido por bacterias y que sea factible de ser desarrollado a escala piloto”. “Se debe determinar –continúa– si la bacteria está formando gránulos en su interior cuando crece con un exceso de fuente de carbono y con un nutriente delimitado; para esto se utilizan técnicas instrumentales, microscopía electrónica, entre otras”.
Pamela Villegas agrega que “estamos en una etapa preliminar, viendo en qué condiciones la bacteria produce estos biopolímeros, para poder optimizar su crecimiento”.
Las investigadoras comparan este proceso con el de la reserva de grasa de los seres humanos. “Cuando la bacteria entra en una etapa de estrés, empieza a prepararse para un periodo de escasez de alimento, entonces va acumulando estos gránulos como fuente de carbono y energía, que serán consumidos cuando no tenga qué consumir. Pero como nosotros la sacamos antes de que lo haga, podemos extraer estos polímeros o gránulos”, explica Villegas. Y añade que “este material es una muy buena alternativa, porque dependiendo del sustrato que se le entrega a la bacteria, se pueden producir distintos monómeros que le dan distintas características al biopolímero que va a ser el producto finalmente”.
La principal ventaja de producir un biopolímero utilizando bacterias es que puede degradarse en un periodo más corto que los plásticos derivados del petróleo. Por ello, dependiendo de los resultados, la idea es algún día comercializarla.
“Estos biopolímeros son biocompatibles y por eso pueden ser utilizados para recubrir fármacos de liberación prolongada, al ir degradándose de a poco, sin efectos adversos para el organismo. Con todo esto se abre un nuevo campo de investigación y a la vez se podría dar solución a un problema medioambiental que es urgente de resolver”, puntualizan.
Fuente:
DiCYT