El INTA Justiniano Posse -Córdoba, Argentina- trabaja en el aprovechamiento de los residuos derivados de una granja de engorde. Su aplicación como biofertilizante en plantación de maíz aumentó la productividad hasta 1.200 kilos por hectárea.
La intensificación de la ganadería en sistemas confinados de engorde bovino, conocidos en Argentina como feedlot, deriva en el aumento y la concentración de los efluentes. Por esto, técnicos del INTA Justiniano Posse –Córdoba– trabajan en el aprovechamiento de los residuos y en su uso como biofertilizante para mejorar la calidad del suelo y el rendimiento de los cultivos: aplicado en maíz determinó que rinde hasta 1.200 kilos más por hectárea. Este es uno de los temas que se presenta en Agroactiva 2016, la muestra que se realiza del 8 al 11 de junio, en Monje, Santa Fe, Argentina.
Lisandro Errasquin, especialista de esa unidad del INTA, aseguró que la intensificación y concentración de la producción genera como consecuencia el problema de la acumulación de efluentes líquidos y sólidos. “Buscamos aprovecharlos como insumo productivo, porque pueden representar un excelente oportunidad para usarlos como enmiendas orgánicas”, señaló.
Los residuos de los sistemas confinados de engorde bovino aportan altos contenidos de materia orgánica, fósforo y nitrógeno; su distribución en el lote, contribuye a la disponibilidad de estos nutrientes, claves en los sistemas de producción agrícola extensivos, y a la mejora de las propiedades físicas del suelo.
Para Alejandro Saavedra, especialista del INTA Justiniano Posse, el destino final más económico para reponer nutrientes es su aplicación al suelo. “De esa forma, el productor reduciría notablemente el costo de las aplicaciones de fertilizantes minerales”, aseguró Saavedra para quien: “En los residuos tenemos una oportunidad para agregar valor en origen y contribuir a la sustentabilidad del sistema”.
Un trabajo realizado en un establecimiento de la localidad santafesina de Cafferata evaluó la aplicación de efluentes sobre maíz, previo a la siembra. Con el objetivo puesto en el análisis y la comparación de distintos tratamientos, el ensayo evaluó la respuesta del cultivo de maíz a la aplicación de efluentes sumado a la fertilización nitrogenada.
El ensayo incluyó tratamientos en los que se probaron dosis de 7.500, 15.000 y 35.000 kilos por hectárea de residuos. Según los técnicos del INTA, el cultivo rindió hasta 1.206 kilos por hectárea más, en comparación con la parcela testigo sin efluentes.
Durante agosto se efectuó una labor de descompactación, a una profundidad de 25 centímetros. “Probablemente, esta tarea favoreció la incorporación del efluente e incrementó la disponibilidad de los nutrientes para el cultivo durante la campaña analizada”, manifestó Errasquin.
“Estos resultados muestran el efecto positivo del efluente sobre los rendimientos del maíz”, dijo Errasquin quien explicó que “las parcelas que recibieron las dosis más bajas de efluentes, 7.500 kilos por hectáreas, fueron más eficientes, se destacaron”.
El establecimiento cuenta con un sistema intensivo de engorde bovino con una capacidad de encierre de 6.000 cabezas. Además, una parte de la superficie se destina a la producción de maíz y soja. “Este feed lot, que alcanza una alta eficiencia biológica, se complementa muy bien con estos planteos agrícolas de los que se obtienen los granos, que son el principal componente de la dieta en estos sistemas”, expresó Saavedra.
Por esto, “planteamos su aplicación en lotes de producción de granos o pasturas”, dijo Errasquin y agregó: “los residuos de estos sistemas representan una oportunidad debido a que pueden utilizarse como biofertilizantes de calidad para el suelo”.
Gestión de los sistemas
La integración de la producción agrícola con el engorde a corral de bovinos es una excelente alternativa para agregar valor a los granos en origen. “No sólo es una oportunidad porque se transforma proteína verde en roja, sino que además, disminuye el impacto del flete y genera mano de obra local”, aseguró Saavedra, para quien “estos sistemas tienden a ser más sustentables ya que parte de los nutrientes que van con los granos vuelven al suelo en forma de biofertilizantes generados por el feed lot”.
Al estar concentrados en la superficie, los efluentes pueden generar efectos ambientales desfavorables. “Por esto, es indispensable realizar un análisis previo para evaluar y determinar cuál es el tratamiento adecuado para reducir la contaminación”, indicó Saavedra.
Siempre que se utilice el residuo de un sistema pecuario intensivo –líquido o sólido–, es fundamental hacer una caracterización previa por medio de un análisis químico completo. De esta forma se podrá determinar si es viable su uso de manera directa o requiere algún tratamiento previo. Por otro lado, en función de la composición y los requerimientos del cultivo a fertilizar, se ajustan los kilogramos del biofertilizante que se distribuirá en el lote.
Fuente: INTA Informa