Una de las metas principales del proyecto es desarrollar tecnología que permita abaratar radicalmente los costes de estos sistemas de análisis.
Saber si el agua de nuestros embalses está contaminada por una determinada bacteria o si el río que pasa por nuestra localidad contiene una concentración excesiva de metales pesados es vital para afrontar problemas medioambientales o de salud pública. Para ello es necesario contar con una red de sistemas de análisis que midan los parámetros químicos y biológicos de éstas.
Los dispositivos actuales tienen varias limitaciones que condicionan su uso, como su precio y su autonomía. Con el fin de hacer frente a estos retos, la Unión Europea ha puesto en marcha un proyecto de investigación NAPES (Next Generation Analytical Platforms for Environmental Sensing), que tiene como objetivo generar conocimiento que permita producir sistemas de análisis de nueva generación con tecnología microfluídica y basados en materiales inteligentes.
Este proyecto, en el que participa el centro vasco de investigación en microtecnologías, CIC microGUNE, junto con otras siete entidades europeas, pretende desarrollar para mediados de 2017 un prototipo funcional que ofrezca la posibilidad de controlar la calidad del agua dulce de una manera más exhaustiva que los métodos actuales.
El proyecto NAPES nace de la preocupación de la UE por garantizar la buena calidad de sus aguas desarrollando sistemas mejores que los convencionales. No hay que olvidar que la contaminación de los ríos es uno de los problemas medioambientales más graves que deben afrontar el País Vasco y Europa en general.
Abaratar costes
Los sistemas de análisis que se emplean en la actualidad resultan muy caros: una unidad puede alcanzar un precio de hasta 20.000 euros, lo cual supone un freno para su uso. Una de las metas principales de este proyecto es, precisamente, desarrollar tecnología que permita abaratar radicalmente los costes de estos sistemas.
El menor precio de producción permitirá instalar más puntos de análisis de los que se utilizan hoy en día. En el caso de los ríos, por ejemplo, cuantos más sistemas de análisis haya instalados a lo largo del curso, más información habrá sobre el estado de cada punto, dónde se encuentran los focos contaminantes, etc.
contar con una tecnología puntera y más barata permitiría tener más datos y más fiables sobre lo que pasa con nuestra agua, y de esta manera se podrán tomar las medidas necesarias para afrontar posibles problemas”Fernando Benito-López, investigador responsable del proyecto NAPES en CIC microGUNE
Además de esto, los sistemas de análisis que se pretende desarrollar serán autónomos, es decir, no hará falta que nadie los manipule. Funcionarán 24 horas al día y estarán conectados constantemente con un medidor que recogerá y procesará los datos. Esto permitirá conocer el estado de las aguas en tiempo real, lo cual, unido al hecho de que se podrán colocar más medidores, ofrecerá una medición más exhaustiva que permitirá tener un mayor control sobre el estado de las aguas. “Será como tener a un paciente monitorizado todo el tiempo”, asegura Fernando Benito-López, investigador responsable del proyecto NAPES en CIC microGUNE.
El proyecto NAPES buscará nuevas soluciones para el análisis del agua mediante dispositivos microfluídicos. Es decir, se trata de desarrollar sistemas analíticos capaces de recoger muestras de agua y analizarla de manera autónoma mediante un sistema microfluídico que sustituiría los complejos métodos que se emplean actualmente gracias al uso de materiales inteligentes, es decir, capaces de actuar de una manera determinada ante un estímulo externo.
Concretamente, se investigará con materiales poliméricos sensibles a la luz o a partículas magnéticas, así como con ionogeles, con los cuales se pueden desarrollar válvulas sensibles a la temperatura o a otros estímulos.
“La idea es investigar con materiales de nueva generación para desarrollar un prototipo dotado de microdispositivos que ofrecen una sensibilidad y una capacidad mayores para analizar las muestras, pero que resulte mucho más barato de producir que los dispositivos actuales”, explica Benito-López, que añade que “contar con una tecnología puntera y más barata permitiría tener más datos y más fiables sobre lo que pasa con nuestra agua, y de esta manera se podrán tomar las medidas necesarias para afrontar posibles problemas”.
Este proyecto está liderado por la Dublin City University y ha echado a andar recientemente. Tendrá una duración de tres años y medio y contará con un presupuesto de 3.300.000 euros.
En el consorcio de este proyecto también están presentes las siguientes entidades: Eindhoven University of Technology (Holanda), Institut Curie (Francia), TE Laboratories (Irlanda), Williams Industrial Services (Reino Unido), Universidad de Milán (Italia) y Aquila Bioscience Ltd (Irlanda).