La macroplanta gestiona los desechos de las obras de ochenta municipios del sur de la provincia (incluida la capital), con un sistema integral que reaprovecha todos los materiales posibles para nuevos usos.
Este gran proyecto, promovido desde la Diputación, ha tenido que sellar primero 208 escombreras ilegales con un desembolso de 3,3 millones. Posteriormente se han creado las plantas (de transferencia y reciclaje) con 6 millones de euros, la mitad con fondos Feder y de la Diputación, y el resto con aportación privada. El proyecto ha sido asumido por la ute Santano-Sevilla Nevado (previo concurso público), que ha formado la sociedad Residuos Cáceres Sur (RCS).
La macroplanta se encuentra en su primer trimestre de funcionamiento pero varios puntos de acopio todavía están pendientes (incluidos los de la capital cacereña), una tarea que corresponde a los ayuntamientos y que resulta crucial para que el proceso sea efectivo. Si en cada municipio no existe una obligación clara de arrojar los desechos de obras a los contenedores de los puntos limpios, difícilmente llegarán a la planta para su reciclaje.
Las obras menores ya tienen que llevar sus residuos a los puntos limpios o puntos de acopio de cada municipio, aunque faltan de crear en algunas localidades entre ellas la capital. Están gestionados por los gobiernos locales, que deben avisar a la planta de reciclaje cuando se llenan para que acudan a por ellos (hay seis camiones de gran tonelaje disponibles para estos cometidos). El resto de las obras de más envergadura deben trasladarlos directamente a las plantas de transferencia o de reciclaje. Existen distintas tasas según el tipo de residuos: los limpios, a 3 euros/tonelada, los mixtos, a 9 euros/tonelada, y los más complejos (residuos con plásticos, cartones, yesos…), a 13 euros/tonelada.
La macroplanta de reciclaje, donde se reciben todos los residuos, ocupa un espacio de 80.000 metros cuadrados y ha sido fabricada por la compañía Emsa/Kleemann. Está dividida en dos líneas: una fija para el tratamiento de material contaminado (hormigón, papel, madera, cartón, plástico, hierro…) y otra para materiales ya limpios (hormigón e hierro), compuesta por un molino móvil sobre orugas de impactos y criba. A través de un complejo proceso de cintas, cribadores, rodillos, separadores magnéticos y sopladores, estos desechos, que antes no tenían ningún aprovechamiento (solo su acumulación en vertederos), pueden ser aplicados de nuevo en el sector de la construcción para algunos cometidos. Por cierto que las tierras limpias no necesitan someterse a ningún tratamiento.
A fin de garantizar el proceso, todas las obras incluyen un plan de residuos y deben obtener los certificados de la planta donde son tratados. «Si queremos unos municipios limpios y entornos respetuosos con el medioambiente, ya tenemos las herramientas, solo hay que seguir el procedimiento«, explican desde RCS, que gestionará el plan durante 25 años. La macroplanta dará empleo a unos 18 trabajadores cuando esté a pleno rendimiento, y ya se ha contratado a la mitad.
Fuente: El Periódico de Extremadura