Investigadores de la Universidad de Michigan han analizado el número de veces que debe reutilizarse un recipiente de comida para llevar en función del material del que esté hecho, así como del envase de un solo uso al que sustituye. Pero el comportamiento del consumidor también influye.
En un esfuerzo por reducir los residuos plásticos en el sector de la restauración -en concreto, los envases de un solo uso de comida para llevar-, investigadores de la Universidad de Michigan (UM), en Estados Unidos, han comparado el impacto ambiental a lo largo de la vida de los envases reutilizables y los de un solo uso. Sus conclusiones respaldan la idea de que el número de veces que se utiliza un envase reutilizable de comida para llevar es un factor clave que influye en su sostenibilidad.
Dependiendo del envase de un solo uso que se sustituya, el estudio concluye que las alternativas reutilizables -que inicialmente consumen más energía y generan más gases de efecto invernadero- pueden alcanzar el punto de equilibrio con los envases desechables después de entre cuatro y trece usos.
«Reducir la cantidad de plásticos de un solo uso en el sector de la restauración mediante la implantación de sistemas de envases reutilizables para llevar tiene el potencial de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y ahorrar energía, agua y costes. Según nuestro estudio, los envases reutilizables pueden superar a los de un solo uso en todas las categorías de impacto», afirma Greg Keoleian, autor del estudio y director del Centro de Sistemas Sostenibles de la Escuela de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UM.
El estudio, publicado recientemente en la revista Resources, Conservation & Recycling, señala que, a escala mundial, la producción de plástico se ha acelerado drásticamente en las últimas décadas, lo que ha provocado un fuerte aumento de los residuos plásticos. Solo en Estados Unidos, en 2018 se generaron 90 veces más residuos sólidos urbanos de plástico que en 1960. Los envases de un solo uso contribuyen a ese total con millones de toneladas de residuos plásticos cada año.
Comportamiento del consumidor
Además del número de veces que se reutiliza un envase reutilizable y el tipo de material (polipropileno, bioplástico PLA, aluminio…), el estudio de la UM también encontró que el comportamiento del cliente será un factor significativo en el rendimiento de la sostenibilidad.
«Si el 5% de los clientes se desplaza en vehículo únicamente para devolver los envases usados, el sistema reutilizable tiene unas emisiones de gases de efecto invernadero del ciclo de vida más elevadas que el de un solo uso», explica Christian Hitt, coautor del estudio, estudiante de posgrado y asistente de investigación del Centro de Sistemas Sostenibles de la UM.
«También analizamos el consumo de agua en la limpieza doméstica de los envases -explica Hitt-. Un lavado excesivo puede inclinar la balanza en contra del impacto energético primario de los envases reutilizables».
Según el estudio, la educación será clave para contrarrestar estos posibles inconvenientes fomentando las mejores prácticas entre los clientes. Etiquetas informativas en los envases, señalización en los restaurantes, diálogo de los empleados con los clientes e información en línea son algunas de las herramientas educativas que recomienda el estudio.
La comodidad también puede desempeñar un papel importante. Los sistemas a escala urbana con envases comunes en diversos restaurantes pueden resultar ventajosos, ya que los clientes pueden devolverlos en distintos lugares, lo que reduce la probabilidad de que se desplacen con el único fin de devolverlos.
Incentivar las buenas prácticas
Los autores del estudio recomiendan seguir investigando el comportamiento real de los clientes, incluida la eficacia de los incentivos que fomentan las buenas prácticas, como descuentos a los clientes. También es posible que abonar un depósito por el envase fomente las devoluciones, según el estudio, que cita el ejemplo de las tasas de reciclaje de botellas de plástico en los estados con sistemas de depósito frente a los que no los tienen (62% frente a 13%).
Como base para su modelo, los investigadores estudiaron el programa piloto de envases retornables para llevar puesto en marcha por la organización sin ánimo de lucro Live Zero Waste en Ann Arbor, en el estado de Michigan. El programa, Ann Arbor Reduce, Reuse, Return (A2R3), se encuentra ahora en su segunda fase piloto y se puso en marcha en colaboración con el plan de neutralidad de carbono A2ZERO de la ciudad de Ann Arbor.
El sitio web Live Zero Waste describe el proceso: Al entrar en un restaurante, los clientes pueden escanear un código QR para sacar un contenedor reutilizable. Después de vaciarlo y limpiarlo en casa, el cliente lo devuelve al restaurante. Los envases, fabricados con polipropileno aprobado por la FDA, se desinfectan en los lavavajillas industriales de los restaurantes antes de ser reutilizados.
La investigación, que contó con el apoyo de un premio Morgan Stanley Plastics Waste Reduction Research and Fellowship, concluye que un sistema de envases reutilizables -como parte de una estrategia de economía circular– ofrece la posibilidad de obtener beneficios significativos con el tiempo, si se puede educar eficazmente a los clientes para que adopten comportamientos sostenibles.