La entidad recogió en 2020 un total de 2.526 toneladas de residuos de pilas y acumuladores, de los cuales 2.098 corresponden a unidades portátiles, las de uso más común en los hogares.
European Recycling Platform (ERP), único Sistema Colectivo de Responsabilidad Ampliada del Productor (SCRAP) de ámbito europeo que opera en España, recicló en 2020 el 84% del peso total de los residuos de pilas y acumuladores gestionados, lo que supone la recuperación de un total de 2.069 toneladas de materiales valorizables, procedentes de pilas y baterías en desuso.
De ellas, 425 toneladas proceden de los materiales recuperados con el reciclaje de baterías de plomo ácido, 145 toneladas de baterías de níquel cadmio y 1.500 toneladas del resto de tecnologías de pilas, baterías y acumuladores, que incluyen las pilas portátiles de uso doméstico y los acumuladores de ion litio de uso habitual en dispositivos electrónicos, herramientas eléctricas y baterías de movilidad eléctrica.
La Comisión Europea ha alertado de que la demanda mundial de pilas y baterías se multiplicará por 14 de aquí al 2030, y que los países miembros de la UE podrían llegar a representar el 17% de dicha demanda. Sólo el pasado año, el consumo de pilas portátiles se elevó, por peso, un 11% en nuestro país. Además, según la misma fuente, el número de baterías de litio para reciclar aumentará 700 veces entre 2020 y 2040, especialmente por el despegue de la movilidad eléctrica.
«Una gran parte de los materiales que constituyen las tecnologías de pilas y baterías más comunes son escasos y valiosos como el cobalto, litio, plomo y níquel. Estos elementos los podemos reutilizar una y otra vez gracias a los procesos correctos de gestión del residuo», explica Laura Alonso, directora general de ERP en España.
«La recuperación de estos materiales es crucial, ya que fomenta la denominada ‘minería urbana’, que no solo permite reducir la extracción de minerales del suelo, con la consiguiente mitigación del impacto sobre nuestro entorno, sino que también equilibra la balanza comercial de España y la UE, al permitir recuperar materiales que, en caso contrario, deberían importarse desde terceros países, ya que los principales productores se encuentran fuera de la UE», añade Alonso. «De hecho, a partir de 2027 la UE indica en el borrador de Reglamento de pilas y acumuladores sostenibles que está preparando las cantidades mínimas de materiales reciclados que deben utilizarse obligatoriamente en la fabricación de algunos tipos de nuevas baterías».
La movilidad eléctrica, el gran reto del futuro
El reto a futuro viene pautado por el nuevo Reglamento que será de obligado cumplimiento por todos los operadores de los países miembros (sin necesidad de trasposición). El borrador actual ya incide en primar la utilización de materiales reciclados desde la fase de fabricación, estableciendo unos porcentajes mínimos, así como en facilitar la retirada y reciclaje de dichos materiales desde la fase de diseño de pilas y acumuladores.
Además, se introducen, por primera vez, objetivos para la recuperación de litio –hasta ahora solo se reciclaba en torno a un 10% del litio presente en estos acumuladores-, incidiendo en la mejora de la I+D+i en los procesos, dada la importancia de este mineral en la cadena de valor de baterías, y el alto crecimiento esperado en su uso en los próximos años, asociado al auge de la movilidad eléctrica.
«Asistimos a un cambio de paradigma en el ámbito del reciclaje de pilas y acumuladores -explica Laura Alonso-. La transición hacia una movilidad más limpia, que nos permitirá reducir el uso de combustibles fósiles, pasa por un incremento exponencial en la utilización de baterías de litio y otras tecnologías de gran capacidad energética. Desde ERP ya hemos asistido en los últimos años a un crecimiento elevado en los porcentajes de puesta en mercado de ese tipo de dispositivos por parte de nuestros productores vinculados a movilidad eléctrica, unos datos que, sin duda, se traducirán en un aumento estadístico similar en la gestión efectiva de este tipo de residuos en los próximos años”.
«Además -continúa la directora de ERP España-, por primera vez, una normativa comunitaria plantea la reutilización de acumuladores eléctricos, una vía crucial para priorizar la ‘reducción’ dentro de la correcta gestión de las baterías usadas de movilidad eléctrica; ya que cuando pierden su capacidad de uso en vehículos, aún pueden tener un segundo ciclo de vida útil como acumuladores para el almacenamiento estático de energía en instalaciones industriales de producción eléctrica, e incluso en el ámbito doméstico y empresarial. No olvidemos que las dos primeras ‘R’ del reciclaje son reducir la generación de residuos y reutilizar».
Más de 2.500 toneladas de residuos de pilas y acumuladores recogidas en 2020
ERP recogió en 2020 un total de 2.526 toneladas de residuos de pilas y acumuladores, de los cuales 2.098 toneladas corresponden a pilas y acumuladores portátiles, una cifra que le ha permitido alcanzar el objetivo de recogida del 45% marcado por el Real Decreto 106/2008 sobre pilas y acumuladores y la gestión ambiental de sus residuos.
Dicho Real Decreto establece hasta 2020 un índice de recogida de pilas portátiles del 45% sobre las cantidades puestas en el mercado en los tres años precedentes, que, en el caso de los productores adheridos a ERP, con una cuota de mercado del 35%, rondaron las 5.000 toneladas en 2020 y en torno a los 4.400 en los dos años anteriores.
A partir de 2021, este objetivo se incrementará al 50%. «Va a ser necesario redoblar los esfuerzos para alcanzar este nuevo hito pero confiamos en estar avanzando en la dirección adecuada», explica Laura Alonso. «Para ello, la sensibilización de la población es prioritaria. Hemos de tener en cuenta que de las 2.526 toneladas recogidas por ERP el pasado año, 2.098 t corresponden a la categoría denominada ‘pilas portátiles’, las de uso más común en los hogares», añade.
Esta categoría incluye, entre otras, las pilas habituales en los hogares (botón, AAA, AA, etc.) y cuyos residuos se canalizan en gran medida a través de los contenedores habilitados en grandes y medianas superficies en las que se comercializan, y que incluyen los supermercados de alimentación, un elemento de cercanía que facilita su correcto depósito.