El uso de nuevas tecnologías digitales puede sustentar la transición hacia una economía circular, pero aún no se han estudiado a fondo sus posibles «efectos rebote» y el impacto de estos en la sostenibilidad.
Internet de las cosas, inteligencia artificial, big data, blockchain e impresión 3D. En la actual búsqueda del desarrollo de una economía circular, se espera que este tipo de tecnologías digitales desempeñen un papel fundamental. Pero, ¿cuál es exactamente su impacto en la sostenibilidad?
«Nuestra comprensión de los impactos sociales, económicos y ambientales de una economía circular digital sigue siendo dispersa», dice Laura Piscicelli, profesora adjunta del Instituto Copérnico de Desarrollo Sostenible de la Universidad de Utrecht y autora de una nueva revisión publicada en Current Opinion in Environmental Sustainability. «Los efectos rebote no se comprenden bien y los datos empíricos son escasos. Esto nos deja con una imagen incompleta de la sostenibilidad de las tecnologías digitales que se espera apuntalen la transición a una economía circular.»
Con los recursos mundiales bajo una presión cada vez mayor, la necesidad de soluciones sostenibles es mayor que nunca. Una economía circular es un sistema económico sostenible en el que el uso de recursos vírgenes es mínimo y el valor de los materiales existentes aumenta mediante la reutilización, la reparación y el reciclaje. «Las expectativas son altas cuando se trata de una economía circular posibilitada por los datos y las tecnologías digitales», afirma Piscicelli, que realizó una revisión sistemática de 48 artículos recientes en los que se analizaba el impacto de estas tecnologías en la sostenibilidad.
Efectos directos, indirectos y «rebote»
El impacto total de una tecnología digital en la sostenibilidad es la combinación de tres tipos u «órdenes» de impacto. Sin embargo, la investigación actual no los considera por igual. «La bibliografía existente a menudo sólo analiza el impacto medioambiental de las tecnologías digitales y se centra sobre todo en una única empresa, sector o cadena de suministro», explica Piscicelli.
Los efectos de primer orden son los efectos ambientales, sociales o económicos directos que surgen como resultado de los procesos de producción y transporte de estas tecnologías, así como de su uso y eliminación.
«Más allá de esto, la atención se centra en gran medida en los efectos indirectos positivos de segundo orden causados por la implantación de tecnologías digitales, mientras que los efectos rebote de tercer orden -impactos medioambientales indirectos derivados de cambios a mayor escala causados por una tecnología- suelen olvidarse.»
Por ejemplo, la investigación puede destacar la promesa circular de una nueva tecnología robótica que aumenta la eficiencia energética en, digamos, la fabricación de automóviles. ¿Un triunfo para la circularidad? Puede que no. La revisión de Piscicelli muestra que es menos probable que la investigación tenga en cuenta cómo una fabricación más eficiente desde el punto de vista energético y, por tanto, más barata, también podría conducir a un auge del consumo de automóviles, lo que lleva a una gran subestimación de la huella medioambiental global de la tecnología.
Piscicelli afirma que es importante seguir investigando para contribuir al avance de la economía circular. Según explica, la mayoría de los estudios actuales solo describen los efectos esperados, en lugar de los observados empíricamente. «Necesitamos datos equilibrados y basados en pruebas que ayuden a fundamentar las decisiones políticas relativas a la economía circular y al impacto medioambiental y social de las tecnologías digitales, para que sea posible construir una economía circular digital verdaderamente sostenible.»