El experto en gestión de residuos ensalza el trabajo de las incineradoras durante la pandemia, que han permitido eliminar con todas las garantías el enorme volumen de residuos sanitarios generados.
En una entrevista recogida en el último número de la Newsletter de Sogama, donde se repasa la actividad de esta empresa pública durante los momentos más críticos de la crisis del COVID-19, Antonio Orrego Durán, uno de los profesionales más destacados del sector por su amplio conocimiento y dilatada experiencia, reflexiona sobre el papel que ha jugado la recogida y el tratamiento de los residuos en el marco del estado de alarma, ya que, si bien ya era considerado un servicio esencial, durante la crisis sanitaria ha quedado más patente que nunca.
Defendió la extraordinaria tarea de las empresas públicas y privadas que trabajan en el ámbito de los residuos, ya que, con independencia de su condición, todas ellas llevan “grabado en su ADN la voluntad de servicio público” y su alto grado de profesionalidad.
En todo el desconcierto que ha generado la pandemia, ensalzó la labor de las plantas de valorización energética que hay en España (11 en total) al poder tratar en las mismas la parte no reciclable de los desechos, evitando su transporte a otros destinos y consiguiendo, mediante la combustión a altas temperaturas, la eliminación de contaminantes y la puesta en valor a través de su conversión en energía eléctrica; y, en algún caso, como Barcelona y Mataró, mediante el suministro de vapor a un District Heating.
Orrego Durán también hizo una lectura sobre la generación y características de los residuos durante la fase de confinamiento en nuestro país. Si bien durante el primer período hubo una fuerte caída en la generación de desechos, acentuada en los municipios con intensa actividad turística y comercial, como es el caso de Madrid y Barcelona, lo cierto es que, en el resto, esta caída fue más liviana, viéndose compensada la inactividad comercial con una producción más intensiva de la basura en los hogares, similar a la que tiene lugar durante los fines de semana y festivos.
La producción de residuos de envases creció entre un 20 y un 30% debido al consumo propio de acopio ante la cuarentena. Sin embargo, en el caso del papel/cartón no puede decirse lo mismo debido al cierre de los comercios, aunque la colaboración ciudadana se mantuvo igualmente.
Deslizó que, lo que pueda pasar a partir de ahora es impredecible debido a que estamos ante una crisis sin precedentes, pero todo apunta a que también podremos leer a través de los residuos las consecuencias económicas del COVID-19
VALORIZACIÓN ENERGÉTICA ANTES QUE VERTIDO
Ante el incremento exponencial de la generación de residuos sanitarios y la falta de capacidad de las instalaciones que venían procesándolos, se recurrió a las plantas de valorización energética para complementar esta labor, ya que solo éstas pueden garantizar la destrucción de elementos sanitarios de bajo riesgo tales como guantes, batas, mascarillas y asimilables.
Indicó que en Europa hay más de 500 plantas de valorización energética, considerándose el tratamiento más adecuado para los desechos no reciclables. Le entristece pensar que, en España, con solo 11 plantas de estas características, un alto porcentaje de residuos sanitarios contaminados por coronavirus hayan acabado en vertederos de 10 comunidades.
Por su parte, en comunidades tales como Galicia, País Vasco, Mallorca, Cataluña, Madrid, Melilla y Cantabria, donde sí disponen de plantas de valorización energética, “las cosas se han hecho como en cualquier país de la UE concienciado con la protección del medio ambiente”.
Abundó también Orrego en que el papel preponderante de la valorización energética sobre el vertido está escrito en la normativa europea, aludiendo a estas plantas como “instalaciones que garantizan la puesta en valor de los materiales mediante la producción de energía cuando finaliza la vida útil de éstos y no pueden ser reciclados”.
ECONOMÍA CIRCULAR NO SIGNIFICA “TEÑIR DE VERDE”
Respecto a la economía circular, le asombra que un concepto que emergió en los años 70, se visualice como algo novedoso y que éste se vea reducido a cualquier acción medioambiental por insignificante que parezca, tiñéndola de “verde”.
La economía circular, a juicio de Orrego, es una cuestión de “supervivencia geopolítica por la necesidad de tender a ser autosuficientes en recursos y no tan dependientes de terceros en servicios y suministros”, a lo que añadió que “el término se está convirtiendo en un tema manido que pierde su esencia, ya que para poder aplicar un modelo económico que garantice la durabilidad de nuestros recursos, deberíamos comenzar por tener sistemas de recogidas y plantas de valorización que eviten que estos acaben en vertederos”
A pesar de que la Directiva Marco de residuos destierra en 2008 a los vertederos al más bajo escalón de la jerarquía, España se ha mantenido como el país europeo que más toneladas totales de basura tira al vertedero y con una nula oposición de los mismos colectivos que cuestionan la construcción de cualquier otro tipo de infraestructura medioambiental. Para poner fin a esta situación, además de llevar a cabo otras actuaciones, España, aseguró Antonio Orrego, requiriría, por distribución geográfica, “doblar como mínimo el parque actual de plantas de valorización energética”.