Un estudio sobre consumo sostenible en España revela que el exceso de certificados en los productos conlleva una dificultad para entender su significado y su impacto real.
En el último año ha aumentado el interés de los españoles por comprar conscientemente. El contexto pandémico ha empujado a un aumento considerable del nivel de exigencia de los consumidores españoles. Sin embargo, la enorme variedad de información que encuentran en los productos, cuando van a comprar, se ha convertido en un laberinto que puede conducir a decisiones poco sostenibles.
Este es uno de los hallazgos de la tercera ola del Estudio sobre el consumo sostenible en España, elaborado por ClicKoala en colaboración con el Observatorio de Producción Local y Consumo Sostenible, promovido por la Cátedra de Territorios Sostenibles y Desarrollo Local y la Asociación Internacional de Marketing Público y No Lucrativo, y que cuenta con la implicación de universidades como la UNED, la Universidad de León o la Universidade da Beira Interior, entre otras.
En el estudio se ha entrevistado a 3.000 personas representativas de la población española y se ha publicado con motivo del Día Mundial de los Derechos del Consumidor, que se se celebró el pasado martes, 15 de marzo.
El exceso de información dificulta las decisiones de consumo sostenible
La conclusión a la que llega el estudio es que ante el exceso de certificados (según la OCU, existen más de 450 ecoetiquetas en el mercado) es muy difícil para los consumidores entender el significado de todas esas etiquetas y su impacto real.
Sin embargo, existe un buen número de sellos con alto impacto positivo en el medioambiente y la sociedad. En el mismo estudio, se consultó a 299 expertos en sostenibilidad que otorgaron una valoración mayor de 7 (sobre 10) en su dimensión medioambiental o social a 21 de estas ecoetiquetas.
Por el contrario, la mayoría de estos 21 certificados son grandes desconocidos para los españoles. Solo hay uno de ellos conocido por la inmensa mayoría de la población, la etiqueta energética, cuyo éxito en cuanto a conocimiento se explica por dos motivos: su formato de semáforo es muy sencillo de entender y lo encontramos en todos los electrodomésticos. Nos marca el camino de lo que debe ser un facilitador del consumo que ayude a entender el gran valor de los sellos que tienen impacto real y a diferenciarlos del resto.
Erosión de la confianza ciudadana en los sellos
Actualmente, los sellos ecológicos y sociales están bien vistos por la sociedad: un 49% de los españoles confía en estos certificados y solo un 10% desconfía de ellos. Sin embargo, en 2019 solo un 3% de los españoles expresaba su desconfianza. Es decir, en dos años se ha triplicado el escepticismo de la ciudadanía hacia estas ecoetiquetas y la tendencia debe preocuparnos.
Si a esto le sumamos que el consumidor español se ha vuelto más exigente durante la pandemia, y quiere saber más sobre qué impacto tiene lo que compra sobre su salud, el medioambiente y la sociedad, esto desemboca irremediablemente en la frustración provocada por un exceso de información que no entiende correctamente (las etiquetas, sellos y logotipos) y la ausencia de otro tipo de información que le gustaría entender fácilmente (si se ha elaborado sin explotación infantil, algo que demandan el 57% de los españoles; si se ha hecho en España, demandado por el 54%; si garantiza que no experimenta con animales; si es de comercio justo…).
Otra de las principales conclusiones de este estudio es que, si queremos detener la erosión de estos sellos, es necesario trabajar para que se entienda mejor su función y ayuden a consumir de una forma más consciente. En esta línea están trabajando los autores del estudio, desarrollando proyectos como un buscador de productos sostenibles que se rige por el criterio de los expertos independientes o en etiquetas universales pensadas para “traducir” este tipo de información medioambiental y social.