El proyecto europeo SCOW ha impulsado la implantación de sistemas efectivos de recogida selectiva de residuos orgánicos y la construcción de nuevas plantas de compostaje en seis países de la cuenca mediterránea. Gracias a ello, varios territorios se benefician ya de un compost de alta calidad que mejora las condiciones de sus suelos, cerrando así el ciclo de la materia orgánica.
En enero de 2013 se iniciaba el proyecto europeo SCOW (Selective Collection of the Organic Waste in Tourist Areas and Valorisation in Small-Scale Composting Plants) que ha finalizado a principios de este 2016. El proyecto, cuya traducción sería “Recogida Selectiva de Residuos Orgánicos en Áreas Turísticas y valorización en plantas de compostaje de pequeña escala”, ha sido coordinado por la Agencia de Ecología Urbana de Barcelona y ha contado con 8 socios provenientes de países de la cuenca mediterránea, concretamente de España, Francia, Italia, Malta, Israel y Palestina. El proyecto se inscribía en el Programa ENPI CBC Med que tiene como objetivo reforzar la cooperación entre la Unión Europea y los países situados en la cuenca del Mediterráneo.
El objetivo del proyecto era que los países participantes implantarán en determinadas zonas de su territorio una recogida de residuos orgánicos que permitiera el reciclaje de estos mediante una solución de bajo coste y técnicamente simple, pero de alta calidad. Para lograr este objetivo, el proyecto definió un sistema de gestión de la materia orgánica innovador y sostenible y la construcción de plantas de compostaje de pequeña escala distribuidas de manera descentralizada en el territorio. Estas plantas debían estar cerca de los lugares de generación de los residuos orgánicos y de las zonas en las que a posteriori se pudiera utilizar el compost obtenido a través del reciclaje de los mismos. Las zonas elegidas eran áreas turísticas con actividad agrícola.
Las principales líneas de acción fueron las siguientes:
- La obtención de residuos orgánicos de alta calidad gracias a la separación en origen.
- La puesta en marcha de sistemas de recogida efectivos y personalizados, atendiendo a la idiosincrasia y costumbres de cada territorio.
- La construcción de instalaciones de compostaje descentralizadas y de pequeña escala.
- La obtención de compost de calidad y su posterior aplicación en cultivos, huertos y jardines.
- Potenciación de la concienciación, la formación y la transferencia de know-how.
Así, en los países participantes se han implementado diferentes modelos de gestión de biorresiduos que incluyen, por un lado, sistemas de recogida en los que destaca la promoción del sistema Puerta a Puerta y, por otro, sistemas de tratamiento de estos residuos, con la creación de 14 pequeñas instalaciones de compostaje que acabarán de estar todas a pleno rendimiento durante este año.
El proceso de trabajo ha sido el siguiente:
- Estudio del territorio
- Selección de la localización / diseño del modelo pertinente
- Compromiso de agentes relacionados
- Construcción de plantas de compostaje
- Introducción de la recogida de residuos orgánicos
- Operativa del modelo y monitorización del mismo
Las 14 plantas de compostaje construidas gracias al proyecto SCOW tienen la capacidad de gestionar un total de 8.200 toneladas de residuos orgánicos al año que, cuando estén plenamente operativas a lo largo de este 2016, producirán 2.300 toneladas anuales de compost de calidad que podrá ser utilizado en agricultura y jardinería.
Los problemas de las tierras de cultivo en los países mediterráneos
Estas actuaciones consiguen cerrar el ciclo de la materia orgánica, algo realmente importante en los países mediterráneos puesto que tradicionalmente presentan déficit de carbono orgánico en sus suelos. Tienen problemas de erosión y desertificación. La fertilidad es baja y se pierde tierra disponible para cultivos. El uso de fertilizantes químicos y pesticidas está muy extendido. Los vertederos suponen un importante impacto ambiental: biogás, lixiviados, ocupación del suelo. Los residuos orgánicos que van a parar al vertedero generan metano, que tiene un gran impacto en el cambio climático. Además, la materia orgánica al mezclarse con otras fracciones, ”ensucia” los materiales y condiciona y dificulta su reciclado.
Por todo ello, una buena gestión de los residuos orgánicos en origen es de capital importancia. Además, contribuye a la creación de nueva actividad económica alrededor de esta recogida y tratamiento de biorresiduos.
Países y socios participantes
Agencia de Ecología Urbana de Barcelona (socio líder) (España – Catalunya)
Development Agency Gal Genovese (Italia)
Local Government Association (Malta)
House of Water and Environment (Palestina)
Upper Galilee Regional Council (Israel)
MIGAL – Galilee Research Institute (Israel)
SYVADEC (SIRET) – (Francia – Còrcega)
Environment Park SpA (Italia)
También han participado otros entes como asociados, tales como la Agencia de Residuos de Catalunya y ACR+.
El proyecto ha contado con un presupuesto de 4.970.000 euros. El 90% de este total está financiado por la Unión Europea a través del ENPI (European Neighbourhood and Partnership Instrument).