Los auditores acusan a la UE de no tener una hoja de ruta clara sobre esta cuestión y señalan tres escollos clave para el desarrollo de los biocarburantes: la sostenibilidad, el coste y la disponibilidad de la biomasa.
Los biocarburantes se enfrentan a un camino incierto y plagado de escollos, como advierte un informe publicado por el Tribunal de Cuentas Europeo. La falta de perspectivas a largo plazo ha afectado a la seguridad de las inversiones, mientras que los problemas de sostenibilidad, la competición por la biomasa y los elevados costes limitan el despliegue de los biocombustibles.
Los biocarburantes se perciben como una alternativa renovable a los combustibles fósiles, para ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero en el sector del transporte y mejorar la seguridad de los suministros en la UE. Para el período 2014-2020, se asignaron alrededor de 430 millones de euros de financiación de la UE a proyectos de investigación y fomento de los biocarburantes. Pero pasar de la investigación inicial de laboratorio a la fase de producción puede llevar al menos una década. Además, la política, la legislación y las prioridades de la UE en materia de biocarburantes han cambiado con frecuencia, lo que hace el sector menos atractivo y repercute en las decisiones de los inversores.
«Los biocarburantes deben contribuir a los objetivos de neutralidad climática de la UE y reforzar su soberanía energética. Sin embargo, con su política actual de biocarburantes, la UE conduce sin un mapa y corre el riesgo de no llegar a su destino», afirma Nikolaos Milionis, miembro del Tribunal que dirigió la auditoría.
La ausencia de una hoja de ruta clara es una cuestión especialmente destacada por los auditores de la UE. La aviación es un ejemplo de ello. Resulta complicado electrificar este sector, por lo que los biocarburantes avanzados podrían ser una buena opción para la descarbonización. La nueva legislación ReFuelEU Aviation aprobada en 2023 estableció el nivel requerido de combustible de aviación sostenible (SAF) para 2030, incluidos los biocarburantes, en el 6%, es decir, alrededor de 2,76 millones de toneladas equivalentes de petróleo. Sin embargo, la capacidad de producción potencial en la UE apenas alcanza actualmente la décima parte de esa cantidad. Y aún no existe una hoja de ruta en el ámbito de la UE sobre cómo acelerar la producción, a diferencia de lo que ocurre en los Estados Unidos.
El futuro de los biocarburantes en el transporte por carretera también es bastante incierto. La apuesta fuerte por los vehículos eléctricos, junto con el final previsto de los nuevos vehículos de gasolina y diésel para 2035, podría significar que los biocarburantes no tienen un futuro a gran escala en el transporte por carretera en la UE.
Los auditores de la UE también señalan tres cuestiones principales a las que se enfrentan los biocarburantes sobre el terreno: sostenibilidad, coste y disponibilidad de la biomasa.
A menudo se sobrevaloran las ventajas medioambientales de los biocarburantes. Por ejemplo, los biocarburantes obtenidos a partir de materias primas que requieren de tierras de cultivo (y, por tanto, pueden implicar la deforestación) pueden afectar negativamente a la biodiversidad, el suelo y el agua. Esto plantea, inevitablemente, cuestiones éticas sobre las prioridades relativas de los combustibles y los alimentos.
Además, la disponibilidad de biomasa limita el despliegue de biocarburantes. La Comisión Europea esperaba que los biocarburantes aumentaran la independencia energética. Sin embargo, en realidad, la dependencia de terceros países (por ejemplo, la importación de aceite de cocina usado de China, el Reino Unido, Malasia e Indonesia) se ha disparado por la mayor demanda de biomasa a lo largo de los años. De hecho, el sector de los biocarburantes compite por las materias primas con otros sectores, en particular con el alimentario, y también con el sector de cosméticos, productos farmacéuticos y bioplásticos.
Por último, el informe destaca que los biocarburantes son más caros que los combustibles fósiles y, por tanto, no son todavía económicamente viables. Además, los derechos de emisión son actualmente más baratos que la reducción de las emisiones de CO2 mediante el uso de biocombustibles, que las políticas presupuestarias de los países de la UE no siempre favorecen.
Todo ello quiere decir que el despliegue de biocarburantes avanzados es más lento de lo previsto. Como se requería, todos los países de la UE impusieron a los proveedores de combustible la obligación de garantizar que la cuota de energías renovables fuera al menos del 10% en 2020 en los sectores del transporte por carretera y ferrocarril, y del 14% en todos los sectores del transporte hasta 2030. Sin embargo, la mayoría de los países de la UE no cumplieron sus objetivos en 2020, entre ellos Grecia, Polonia, Rumanía, Francia y España, por citar solo algunos.