Luis Medina-Montoya Hellgren.

Director de Proyectos. 
Fundación para la Economía Circular.

Los datos de gestión de residuos reflejan que España está en la dirección correcta, pero es necesario acelerar el ritmo, diversificar los tratamientos y fomentar una mayor participación y corresponsabilidad ciudadana.

Análisis de la gestión de residuos en España en 2022
El análisis de los datos ofrece una visión mixta sobre el estado de la gestión de residuos en España. Foto: RESIDUOS PROFESIONAL

La gestión de residuos en España ha sido objeto de un seguimiento constante por parte del Instituto Nacional de Estadística (INE), que proporciona datos esenciales para evaluar el progreso hacia un modelo de economía circular, a partir de los datos que proporcionan las comunidades autónomas y que éstas reciben a su vez de las administraciones locales, operadores y gestores. En este breve análisis, comparamos los datos más recientes disponibles sobre la generación y tratamiento de residuos en el año 2022, que se publicaron recientemente y los del año 2021, destacando los avances y retos en este ámbito fundamental para la sostenibilidad.

En 2022, la economía española generó 110,1 millones de toneladas de residuos, lo que representa una disminución del 5,4% respecto a los 115,4 millones de toneladas generados en 2021. Este descenso puede interpretarse desde dos perspectivas: por un lado, podría ser una señal positiva de eficiencia en el uso de materiales, pero, por otro, también refleja una desaceleración en la actividad económica, especialmente en sectores como la industria, cuya generación de residuos se redujo un 14,4%.

El análisis del contexto económico sugiere que la caída en los residuos industriales está asociada a una disminución en el volumen de producción más que a mejoras significativas en la gestión de residuos. Este dato subraya la necesidad de políticas que desvinculen la generación de residuos del crecimiento económico, un pilar esencial de la economía circular.

Cambios en los tipos de residuos generados

En términos de categorías, los residuos minerales y mezclados continuaron siendo los más generados, aunque ambos experimentaron descensos en 2022 del 7,7% y 6,7% respectivamente. Estos residuos son mayoritariamente producidos por la construcción, un sector clave en la economía española que experimentó una ligera reducción del 2,2% en su actividad.

Por el contrario, algunos tipos de residuos, como los plásticos, mostraron un aumento significativo del 16,7%, destacando la creciente preocupación por su gestión adecuada. El vidrio también registró un incremento notable del 9,6%, lo que podría atribuirse a un aumento en su reciclaje gracias a mejoras en la infraestructura y procesos de recogida.

Es importante destacar que, aunque los residuos plásticos representan un porcentaje pequeño del total, su impacto ambiental es desproporcionado debido a su lenta degradación y su potencial para contaminar ecosistemas. Aquí radica la necesidad urgente de avanzar en estrategias de ecodiseño que prioricen materiales reciclables y biodegradables.

Residuos domiciliarios: un aumento significativo

Los residuos domiciliarios, que incluyen aquellos generados por los hogares, representaron el 21,5% del total de residuos en 2022, alcanzando 23,7 millones de toneladas. Esto supone un incremento del 7% respecto a 2021, cuando equivalieron al 19,2% del total, con 22,1 millones de toneladas generadas. En términos absolutos, esta subida contrasta con la disminución general de residuos en el mismo periodo.

Este crecimiento del peso de los residuos domiciliarios plantea importantes retos para los sistemas municipales de recogida y tratamiento. Si bien España genera menos residuos domiciliarios per cápita (455 kg al año) que países del norte de Europa como Dinamarca, donde la cifra supera los 800 kg, la tasa efectiva de reciclaje sigue siendo baja en comparación. Esto subraya la necesidad de reforzar la separación en origen y optimizar los sistemas de gestión.

La brecha entre percepción y realidad en la separación en los hogares

Uno de los puntos más intrigantes del informe es la persistente discrepancia entre lo que los ciudadanos afirman hacer y los datos reales. Mientras que más del 85% de los españoles aseguran, encuesta tras encuesta, desde hace más de una década, separar sus residuos en casa, lo que se suele denominar erróneamente “reciclar”, solo alrededor del 20% de los residuos municipales se reciben de forma separada en los centros de tratamiento. Esto sugiere un problema serio, no de infraestructura, sino de hábitos y de sensibilización.

España disfruta de una disponibilidad de contenedores en vía pública y flexibilidad horaria para depositar residuos que supera la de muchos países europeos. Sin embargo, países del norte de Europa, como Bélgica o Países Bajos, donde las restricciones son más severas y existen días y horarios específicos para depositar cada fracción, registran tasas de separación mucho más altas. Este contraste señala que las soluciones no dependen únicamente de la accesibilidad o los medios y sistemas de recogida, sino también de un cambio cultural profundo, que probablemente aconseje la incorporación de profesionales de la sociología o la psicología para averiguar qué incentivaría a los españoles a gestionar mejor sus residuos, tanto en casa como en comercios o empresas.

La valorización energética como clave para avanzar

En comparación con el bajo porcentaje de valorización energética en España (3,4% en 2022), países como Alemania y Suecia lideran este ámbito, con tasas que oscilan entre el 40% y el 45%. En estos países, la valorización energética complementa las altas tasas de reciclaje, reduciendo la dependencia de vertederos prácticamente a cero.

Este modelo plantea una lección importante para España: la economía circular no debe depender únicamente del reciclaje, sino de un mix equilibrado que incluya tecnologías avanzadas para transformar residuos en energía. Además, la valorización energética puede jugar un papel clave en el tratamiento de la fracción orgánica, que representa una proporción significativa de los residuos municipales y actualmente está subutilizada.

Propuestas hacia un futuro más sostenible

Para superar los desafíos identificados, resulta crucial ampliar el mix de tratamientos. La gasificación y la biometanización de la fracción orgánica deben recibir mayor atención, junto con un impulso a la valorización energética. Incrementar el porcentaje de residuos tratados por estas vías no solo reduce la dependencia del vertido, sino que también aprovecha el potencial energético de materiales que no son reciclables.

La implementación de estrategias de pago por generación, donde los ciudadanos pagan según la cantidad de residuos que producen, algo que ha establecido la ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para la economía circular mediante la obligatoriedad, a partir de 2025, de que todos los hogares paguen una tasa de basuras municipal que cubra el coste real, total de la recogida, transporte y gestión de los residuos que generan, en aplicación del precepto esencial de que quien contamina paga, será sin duda un incentivo eficaz para fomentar la separación en origen, aunque no será indoloro, sin duda.

Por otro lado, la digitalización de la gestión de residuos puede desempeñar un papel transformador. Contar con datos en tiempo real permitiría a las administraciones públicas reaccionar de manera más ágil y ajustar las políticas a las necesidades actuales. En este sentido, debemos hacer todo lo posible para que los datos de 2023 estén disponibles cuanto antes y no debamos esperar hasta finales del año 2025, como hasta ahora.

Un camino prometedor con retos por resolver

El análisis de los datos de 2022 y 2021 ofrece una visión mixta sobre el estado de la gestión de residuos en España. Si bien hay avances claros en términos de reciclaje y reducción de la generación total, la dependencia del vertido y la desconexión entre percepción y realidad en los hogares evidencian la necesidad de una estrategia más integral y con nuevos enfoques. No podemos seguir con campañas ideadas en agencias de marketing, con duración limitada y mensajes confusos, cuando no contradictorios, y debemos plantear programas y mensajes, que, en forma de “chirimiri”, calen en la sociedad y no generen rechazo o suspicacia. Por supuesto, la transparencia total en todos los procesos, por parte de todas las partes involucradas, será esencial para conseguir esa implicación y colaboración ciudadana.

El ejemplo de otros países europeos e incluso de algunas comunidades autónomas o incluso provincias, demuestra que no existen soluciones mágicas, sino una combinación de tecnologías, educación y políticas efectivas. España está en la dirección correcta, pero es necesario acelerar el ritmo, diversificar los tratamientos y fomentar una mayor participación y corresponsabilidad ciudadana.

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