La innovadora iniciativa para reutilizar vasos en Aarhus, el impuesto añadido a los envases de un solo uso de Tübingen o la estrategia de Tallin para reducir los residuos en grandes eventos fueron algunos de los casos de éxito expuestos en la segunda jornada del congreso.
El Fórum de Gestión de Residuos Municipales #wasteinprogress, que trascurre estos días en Girona, celebró ayer segunda jornada, que puso el foco en los nuevos retos en la gestión de los envases. Se habló, entre otros temas, del nuevo marco legal existente, de las iniciativas locales de prevención y reutilización, de los envases compostables y del etiquetado, los envases comerciales e industriales y también conceptos como los SCRAP (Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor), SDDR (Sistema de Depósito, Devolución y Retorno) y los nuevos SRAP (Sistema de Reducción Automática de Potencia).
Ponentes procedentes de Tallin (Estonia), Aarhus (Dinamarca), Tübingen (Alemania), Milán (Italia), Reino Unido y Francia expusieron sus experiencias de ámbito internacional. La principal novedad de esta edición es la vinculación de administraciones con nuevos modelos de negocio privados basados en la prevención, reutilización y economía circular, que comparten espacio para analizar qué herramientas necesitan los municipios para llegar a la descarbonización. Lo hacen en los Talks & Debate de la tarde y ayer fue el turno de representantes de compañías como Zero Waste Europe, Boomerang, POTS y el Festival Cruïlla.
El segundo día del Fórum volvió a contar con medio millar de asistentes y será hoy cuando finalice su sexta edición con una jornada dedicada a la planificación y a las estrategias municipales de prevención de residuos, con la exposición de iniciativas que se llevan a cabo en Londres o en París.
Aarhus y sus vasos reutilizables
La ciudad de Aarhus, la segunda mayor de Dinamarca, puso en marcha el pasado mes de enero un sistema pionero para impulsar el uso de vasos reutilizables a partir de una colaboración pública y privada. Simon Rossau, su ideólogo, fue ayer el encargado de explicar esta iniciativa. Se trata de un proyecto piloto a tres años vista que ha empezado con buen pie, consiguiendo números por encima de las expectativas iniciales.
Consciente de que cada vez había más residuos y envases en las calles, Rossau decidió hablar con las administraciones y presentar una propuesta que vio la luz hace pocos meses. Tras una licitación a la que se presentaron once candidatos, la empresa ganadora ha sido la encargada de hacer funcionar toda su infraestructura, siempre con el apoyo de las instituciones pertinentes. Se ha conseguido sustituir los vasos y envases desechables por recipientes que tienen mayor durabilidad. Están hechos de polipropileno y los hay para bebidas calientes y frías. El ciudadano pide una bebida y cuando lo hace, paga 0,75 euros por comprar un vaso reutilizable que, una vez se ha usado, se deja en un punto de recogida determinado. Escanea un código QR para, después, recibir el retorno de esa cantidad de dinero. Una vez dejados los vasos, un sistema se encarga de su limpieza y desinfección, para ponerlos de nuevo en circulación en todos aquellos negocios que colaboran.
“Es una prueba, un test para ver cómo funciona y por el momento los resultados son muy positivos. Queremos conseguir no que estos vasos circulen, sino que haya un retorno y puedan utilizarse de nuevo. Lo estamos consiguiendo porque después de los primeros 3 meses han circulado unos 150.000 vasos y la tasa de retorno es del 88%, algo por encima de nuestro objetivo”, explicó Rossau. Este proyecto afecta a una población cercana a los 90.000 habitantes (no se tiene en cuenta el extrarradio de la ciudad) y la intención, después del primer año de funcionamiento, es llegar al medio millón de vasos, para después estabilizarse en un millón y medio. La voluntad es ampliar este proyecto a otros envases, más allá de los vasos.
El impuesto de Tübingen y la estrategia de Tallin
Tübingen, junto al río Neckar y con una amplia tradición universitaria, es una ciudad alemana que desde hace dos años ha decidido actuar para reducir los residuos y, sobre todo, el elevado coste que supone recogerlos y tratarlos. Lo expuso Tobias Staufenberg, de la unidad de Protección y Medio Ambiente municipal. “Hemos querido dar un mensaje al ciudadano y también a los comercios que venden productos con envases desechables y al mismo tiempo reducir un gasto que supone unos 700.000 euros cada año. La cantidad de basura era ingente y debía hacerse algo al respecto”, dijo para presentar un impuesto local dirigido a aquellas personas que compran envases de este tipo.
Desde el primero de enero de 2022, en Tübingen se paga un máximo de 0,50 euros por cada envase de un solo uso. Una cantidad que se añade al precio del producto que se adquiere. Y puso un ejemplo: “Si te compras un bocadillo de hamburguesa que viene en un envase de un solo uso, debe pagarse por este envoltorio. En cambio, si el recipiente puede reutilizarse, el cliente no debe pagar el impuesto. De esta forma incidimos directamente en la población y también en los comercios”.
También se ha actuado en Tallin, la capital de Estonia, dando «un gran paso adelante» para solucionar «un problema» como lo era «la acumulación innecesaria» de basura en las calles. Lo explicó Lina Kanarbik, la encargada de la gestión de residuos del Departamento de Economía de la ciudad. En este caso, se ha puesto el foco en los grandes eventos públicos y es aquí donde se han eliminado los envases desechables y se ha potenciado la reutilización.
Pocos años atrás, un primer paso fue cambiar el plástico de un único uso por plásticos compostables, pero no se solucionó el problema porque la cantidad de residuos seguía siendo demasiado elevada. Fue entonces cuando se decidió cerrar el círculo a partir del entendimiento entre proveedores, organizaciones, políticos y todos aquellos actores que se encargan de ese ámbito en el país. Se creó una regulación y en 2023, coincidiendo con que Tallin había sido designada como la Capital Verde Europea, se puso en marcha una prueba piloto con el objetivo de conseguir que en todos los actos públicos de la ciudad los envases para servir alimentos y bebidas fueran reutilizables y evitar de este modo la acumulación de basura en las papeleras.
La primera prueba, en algunos eventos concretos: deportivos, familiares y conciertos. Ahora se ha extendido y la respuesta es cada vez más positiva. “Los cambios siempre son complicados al inicio porque tienes que adaptarte, pero todos estamos juntos en este esfuerzo y después de un primer año más irregular, actualmente ya casi todo el mundo ha asistido a algún acto donde los envases son reutilizados. Esperamos que esto mejore en el futuro. El ciudadano se está dando cuenta de que esto funciona; todo el mundo lo ve más limpio, queda bonito y eso provoca que tengas ganas de volver. La respuesta es buena y tenemos que seguir por este camino”, dijo, antes de añadir que “debemos ser conscientes de que no es necesario que haya una regulación para empezar a movernos en este aspecto, sino que tenemos el poder de cambiar las cosas en nuestras manos. Sólo es cuestión de ponerse a ello y tener predisposición”.
El papel de los SCRAP, los envases compostables y el caso del Biorepack en Italia
La segunda jornada del Waste in Progress puso sobre la mesa el concepto de SCRAP. Son aquellos Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor, cada vez más numerosos, sobre todo aquellos que se encargan de la gestión de los envases. Estas asociaciones actúan como intermediarios y ayudan a cumplir con las obligaciones de las empresas que son responsables de poner envases en el marcado. Cada empresa paga una determinada cantidad dependiendo de los envases que produce para que sea el SCRAP el que se encargue de la gestión de este residuo y trate con el organismo pertinente.
Sobre ello habló Tinaxara Mesa, la coordinadora del área de Desarrollo de Producto y Voz del Cliente en Ecoembes. Explicó que este tipo de sistemas u organizaciones existen desde la década de los noventa del siglo pasado, pero su crecimiento se ha multiplicado a partir del Real Decreto 1055/2022 de envases y residuos de envases, que ha ampliado esta responsabilidad con respecto a los envases comerciales e industriales.
Expuso el presente, definiendo a España como «uno de los diez países de Europa en que más se reciclan sus envases», pero también ha habló de las obligaciones a corto y medio plazo. “Entendemos que es necesario prevenir, reutilizar y reciclar con respecto a los envases, incidiendo en una mayor implicación de las empresas, las administraciones y la ciudadanía. Queda todavía camino por recorrer y a partir de la colaboración de todos debemos trabajar para que estos envases sean fácilmente reciclables y se puedan reutilizar, porque eliminarlos del todo es imposible”.
Fue el paso previo para hablar de los envases compostables, aquellos que pueden degradarse de forma biológica para formar compost. Rosa Puig, Marketing Manager en Novamont Iberia, trasmitió los riesgos y oportunidades de las políticas de prevención con este tipo de envases. Presentó la directiva europea SUP (Single Use Plastic) y criticó su problema de definición porque “no se concreta qué es exactamente un plástico desechable y, por tanto, tampoco queda claro qué es un plástico reutilizable. Lo que ocurre es que entonces muchos productos sólo cambian su nombre y se utilizan de la misma manera y con idénticas propiedades sin dar ningún paso adelante”.
Sin embargo, considera también como una “oportunidad” que durante los 18 primeros meses de esta ley una vez entre en vigor, cada estado miembro de la UE podrá decidir cuáles son los envases que pueden ser considerados como compostables. Y es aquí donde presentó el caso de Italia, un país que está «más avanzado» y que ha servido como «ejemplo» de Catalunya. “En todo el territorio italiano se recoge la orgánica, existe una estructura clara, con plantas de compostaje y de tratamiento de residuos. La comunicación es más fuerte y los ciudadanos tienen más claro cómo deben separar”.
Siguiendo el hilo le llegó el turno a Marco Versari, presidente de Biorepack, el consorcio nacional para el reciclaje orgánico de envases plásticos biodegradables y compostables en Italia, con sede en la ciudad de Milán. Trabaja a partir de lo que marca la legislación europea, que dice que los productores de envases de cualquier forma y de cualquier material (cristal, plástico, madera, metal, etc.) deben pagar por su recogida, transporte y reciclaje. Por eso en Italia existe un sistema que recoge, transporta y recicla orgánicamente estos envases compostables. V
ersari expusoel sistema nacional de envases, que hace de paraguas de los distintos consorcios verticales, entre ellos Biorepack. También, que en Italia existe una recogida selectiva de residuos orgánicos, que deben llevar a cabo todos los ayuntamientos. “Por ley, los envases compostables deben ser recogidos de forma conjunta con la orgánica. Esto no es una decisión local, de cada uno. Y se cierra el círculo, porque si hay recogida selectiva, si existen envases compostables y si hay un dinero que los productores de estos envases pagan, existe también Biorepack. Somos el último paso para completar ese ciclo. No hacemos nada distinto al resto de sistemas de recogida”.
Situó como punto de partida de la recogida de los residuos orgánicos en Italia y el cambio de mentalidad de su población en este aspecto una crisis, hace tres décadas, que llenó la ciudad de Milán de residuos porque los encargados de recoger la basura se plantaron. “La gente entendió entonces que los desperdicios eran un problema social y también económico, y que había que hacer algo para que esto funcionara. Entonces se inició la recogida selectiva y con el paso de los años hemos dado pasos adelante. Pero siempre todos deben ser conscientes de que, si no se separa la orgánica del resto de residuos, todo estará sucio. Si no hacemos bien la orgánica, tampoco reciclaremos bien los envases. Es importante que el ciudadano lo tenga claro, que cada uno se organice y aporte su grano de arena”.