Investigadores europeos  han hallado la forma de aprovechar todos los componentes de la biomasa sin generar residuos pero sí nuevos bioproductos que darán viabilidad económica a un sector que «hasta ahora no podía competir con la industria petroquímica».

Así lo han asegurado expertos de la Asociación Española de Bioempresas (ASEBIO) que participan en Valor Plus, un proyecto piloto de la UE que durante los últimos cuatro años ha investigado cómo optimizar la producción sostenible a partir de biomasa de residuos agrícolas como paja, ramas o maíz.

“Hasta ahora, se utilizaba sólo celulosa, uno de los componentes de la biomasa, mientras la hemicelulosa y la lignina quedaban como residuo”, ha explicado a Efe la coordinadora de proyectos de ASEBIO, Pilar Caro, “pero, gracias a estas investigaciones, ahora es posible aprovecharlo todo”.

A partir de procesos de fermentación de la lignina, los expertos han generado, por ejemplo, bolsas de bioplástico doblemente sostenibles pues, “por un lado, evitan el residuo agrícola y, por otro, sustituyen a materiales convencionales, como el plástico, que son más contaminantes”.

De la hemicelulosa, los científicos han conseguido obtener probióticos, que son microorganismos vivos que favorecen la generación de flora intestinal beneficiosa para la salud.

Productos obtenidos a partir de biomasa. Algunos de los bioproductos derivados de los residuos agrícolas. Imagen cedida por ASEBIO
Productos obtenidos a partir de biomasa. Algunos de los bioproductos derivados de los residuos agrícolas. Imagen cedida por ASEBIO

Valor añadido de los bioproductos

Además, los bioproductos previenen la generación de nuevos residuos duraderos o peligrosos pues se degradarán mucho más rápido que los empleados hasta ahora.

La responsable de proyectos de ASEBIO, Beatriz Palomo, ha reconocido que uno de los desafíos del sector es el coste que asume el usuario, aunque en su opinión “los consumidores deben entender el valor añadido de los bioproductos“.

Su precio final es mayor que el de los convencionales porque los procesos de producción a partir de biomasa “no están todavía tan optimizados como los de petroquímicos, ya que esta industria tiene una trayectoria mayor”.

Rentabilizar las biorrefinerías

Por este motivo, los fondos europeos destinados a investigación y desarrollo (I+D) han dedicado 10 millones de euros a averiguar cómo rentabilizar un biorrefinería, no sólo desde el punto de vista ambiental sino también económico.

“Hoy en día una biorrefinería no es tan rentable como una planta petroquímica porque ésta puede vender el petróleo mucho más barato que un biodiésel”, ha lamentado esta experta.
Sin embargo, la generación de energía y productos a partir de biomasa tiene un impacto ambiental mucho menor, evita los residuos y los valoriza, como ocurre en la biorrefinería de I+D de CLAMBER.

La planta, situada en Ciudad Real, está diseñada con fondos europeos y del Gobierno de Castilla-La Mancha, con el objetivo de que las empresas del sector comprueben si los resultados obtenidos en los laboratorios con los procedimientos químicos de los elementos de la biomasa son viables también a escala semiindustrial.

Cerrar el círculo, también en los procesos de producción

Según el coordinador de CLAMBER, Javier Mena, los científicos han sido capaces de, incluso, utilizar el carbono que producen las aguas residuales en la generación de biomasa.
Para depurar los residuos acuosos que provienen de los procesos, contaminados por fósforo, carbono y nitrógeno, los almacenan en humedales artificiales donde crecen plantas y microorganismos que, ha precisado Mena, “también encontramos en una depuradora convencional que utilice fangos activos, sólo que aquí no los favorecemos”.

En cambio, aprovechan la biomasa de las plantas acuáticas que cosechan, de la que obtienen azúcares que son fermentables y con los que se puede elaborar nuevos bioproductos para, así, cerrar el círculo.

Además de científicos españoles como José María Sanz del Technology Center Cartif, en esta investigación también han participado alemanes como Klaus Rischka del proyecto Valor Plus, Armin Ehrenreich de la Universidad Técnica de Munich o Arno Cordes del ASA Spezialengzyme GmbH.

Fuente:
Efeverde

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