En el marco de la Estrategia 2020, hacia una Europa eficiente en el uso de los recursos, se recogen los objetivos y los medios para trasformar la economía actual, basada en el uso intensivo de los recursos, en un nuevo modelo de crecimiento basado en el uso eficiente de los mismos, produciendo menos residuos y que estos se puedan convertir en recurso, siempre que sea posible. La prevención y el reciclado serían, por tanto, elementos clave de las nuevas políticas de residuos a emprender.
Sin embargo, una vez publicado ya el nuevo Paquete de Economía Circular, es conocido que el concepto de prevención no es suficientemente atendido (con la salvedad de lo relativo a los residuos alimentarios). Así pues, entendida y reconocida como la opción prioritaria en el esquema de gestión de residuos, se deja aparcada la oportunidad de hacer frente a esta necesidad.
Los distintos programas y estrategias previas en materia de prevención de la generación, que establecían en algunos casos metas interesantes, se van minimizando en la práctica diaria, al no contar con el respaldo (legal y económico) mínimo para alcanzarlas. Así, el nuevo Paquete de Economía Circular, el cual debería ser la llave para modificar las distintas directivas de residuos y reforzar el camino de la prevención, podría quedar cojo desde el principio.
Según los últimos datos de Eurostat, España produce un total de 120 millones de toneladas de residuos, de los que unos 22 millones se corresponderían con residuos municipales. Esto último equivaldría a una tasa per cápita de 449 kilos, por debajo del indicador medio europeo de 481 kilos por habitante y año, así como de los Estados con una renta más alta. Alcanzar en 2020 una reducción del 10% en peso de los residuos generados en 2010, podría ser más que asumible si se obrase en consecuencia; en caso contrario, se quedaría en un escaparate de intenciones sin fondo.
Según los últimos datos de Eurostat, España produce un total de 120 millones de toneladas de residuos, de los que unos 22 millones se corresponderían con residuos municipales. Alcanzar en 2020 una reducción del 10% en peso de los residuos generados en 2010, podría ser más que asumible si se obrase en consecuencia
En diciembre de 2013, el Consejo de Ministros aprobaba el Programa Estatal de Prevención de Residuos, que como apéndice del Plan Estatal Marco de Residuos (PEMAR), constituía el primer plan específico en materia de prevención de la generación de residuos en España. El mismo deberá avanzar hacia la atención de las áreas de actividad interpretadas como prioritarias, como el desperdicio alimentario, los envases o los productos de usar y tirar. Sin embargo, dos años después, no se constatan avances significativos en la materia.
No se constatan porque se van diluyendo las competencias hasta las Comunidades Autónomas y las Entidades Locales, que pudiendo elaborar planes específicos adaptados a sus territorios, se quedan en un relatorio de intenciones.
Se echa en falta también un sistema de armonización y seguimiento, para el que la Comisión de Coordinación en materia de residuos no cuenta con ningún Grupo de Trabajo ni observatorio que haga visibles la información necesaria y la consecución de metas.
En este contexto, casi tenemos que agradecer al azote de la crisis que nos haya impuesto unas limitaciones de consumo que han hecho que en los últimos cuatro años se alcanzase una reducción aparente de la generación de residuos, sin ninguna otra medida que intercediese.
La reciente aparición de la Ponencia de Estudio del Senado para la evaluación de diversos aspectos en materia de residuos y el análisis de los objetivos cumplidos y de la estrategia a seguir en el marco de la UE, constituida en el seno de la Comisión de Medio Ambiente y Cambio Climático, concluye con la reflexión probablemente más importante.
Será imprescindible emprender, desde todas las Administraciones, unas políticas activas y efectivas sobre prevención, convirtiéndose en un decidido programa de acción que necesariamente deberá ser cuantificado. Fundamental será poder imprimirlo sobre los biorresiduos, papel, envases y aparatos/enseres (mediante su reparación y reutilización).
En esta línea, dos aspectos que podrán incidir en el futuro inmediato en posibilitar una reducción en la generación de residuos serían que el coste de las materias primas sigue incrementándose paulatinamente (y por tanto, es factible que se frene el consumo) y que se estableciese un mecanismo eficiente para gravar el depósito en vertederos (a partir de lo cual, sin duda se fomentarían otras prácticas de gestión, incluida la minimización de lo producido para evitar precisamente su gestión posterior).
La prevención es la llave para poder estructurar un sistema sostenible, equilibrado y justo de gestión de residuos. A pesar de que se multipliquen los intereses hacia la recuperación de recursos, no se alcanzará un ajuste verdadero con el modelo de economía pretendido si se minusvalora este concepto.
Por otro lado, el artículo 16 de la Ley de Residuos señala que se podrán establecer medidas económicas, financieras y fiscales para fomentar la prevención de la generación de residuos. Pocos ejemplos se pueden encontrar, referidos a territorios que han apostado por sistemas de pago por generación, incluyendo bonificación a las buenas prácticas.
En definitiva, no debemos mirar hacia otro lado por más tiempo. Sabemos hacerlo y tenemos las herramientas. La prevención es la llave para poder estructurar un sistema sostenible, equilibrado y justo de gestión de residuos. A pesar de que se multipliquen los intereses hacia la recuperación de recursos, no se alcanzará un ajuste verdadero con el modelo de economía pretendido si se minusvalora este concepto. Sin políticas económicas ni padrinos que la sustenten, ésta sigue siendo la asignatura pendiente que debemos aprobar de una vez; de nada vale llenar documentos de intenciones si no nos ponemos manos a la obra.
Tal vez sea el miedo a tener que enfrentarnos a aspectos muy asentados en nuestro modelo del bienestar, donde siguen prevaleciendo sistemas de producción lineal, marketing agresivo y consumo masivo. Quizá la solución sea pensar que las próximas generaciones querrán vivir y consumir en el estrato de la clase media (y tendrán todo su derecho), de un modo, al menos, equivalente al actual, y esto se hará insostenible antes o después.
Y para que tengamos que reflexionar en todo ello, se ha tenido que marcar en el calendario un recordatorio, para al menos ponerlo de manifiesto y “celebrarlo” durante la última semana del mes de noviembre. Se trata de la Semana Europea de la Prevención de Residuos, que como iniciativa pública y participativa, invita a todos los interesados a promover y desarrollar acciones de sensibilización que no deberían tener únicamente esta limitación temporal, sino ser el inicio de metas más ambiciosas y perdurables.
Ojalá sea así y la motivación pública gane, una vez más, a la falta de voluntad real de las administraciones. Gracias a todos los que darán luz a la hermana pobre de la política de residuos (al menos durante esa semana…).
Artículo publicado originalmente en la web del Laboratorio de Ideas sobre Residuos (LIR)