Ante la creciente generación de residuos electrónicos, investigadores británicos advierten de las limitaciones del reciclaje y retan al sector a desarrollar productos que, al final de su vida útil inicial, puedan readaptarse para cumplir otras funciones.
La industria de la robótica debería crear robots que pudieran reprogramarse y reutilizarse para otras tareas una vez concluida su vida útil, según aconsejan investigadores de la Universidad de Bristol y la Universidad de West England, en Reino Unido.
En un estudio publicado en la revista Towards Autonomous Robotic Systems, los investigadores pretenden retar a la industria robótica y el mundo académico a que tomen nota del efecto que su trabajo inicial puede tener en el uso a largo plazo de un sistema robótico.
Dado que el 80% del impacto ambiental de un robot se decide durante las fases iniciales de diseño del ciclo de vida de un producto, los expertos sostienen que es esencial que investigadores, diseñadores y fabricantes comprendan las limitaciones de reciclar un producto electrónico al final de su vida útil y, en su lugar, consideren las otras opciones posibles para que los productos y la industria avancen hacia un ciclo de vida sostenible.
La readaptación, afirman, es exclusiva de los robots, ya que los sistemas pueden reprogramarse e integrarse totalmente con nuevo hardware, lo que da como resultado un producto que sigue siendo un robot, pero con una utilidad diferente a la original.
Helen McGloin, de la Escuela de Ingeniería, Matemáticas y Tecnología de la Universidad de Bristol, explica que «esta investigación resume el crecimiento de los niveles de residuos electrónicos y los peligros que esto está causando al planeta y a las personas».
«El Global e-waste monitor elaborado por la ONU destaca que solo en 2019 se produjeron 54 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos, y se espera que esta cifra aumente a 75 millones de toneladas métricas en 2030».
Actualmente, los robots y los sistemas robóticos no se clasifican como residuos electrónicos, sin embargo, los autores argumentan que cumplen con las definiciones actuales y, por lo tanto, es probable que se incluyan en el ámbito de los residuos electrónicos en el futuro. Esta clasificación conllevará un mayor escrutinio de la industria robótica y de la forma en que diseña y planifica el final de la vida útil de los productos robóticos electrónicos.
Como ocurre con otros productos electrónicos, existen y existirán diversas opciones sobre qué hacer con un robot cuando llegue al final de su vida primaria. En la actualidad, muchas empresas, centros de investigación y universidades «hibernan» sus residuos electrónicos robóticos, es decir, los almacenan durante un tiempo sin utilizarlos.
Helen McGloin añade que «los niveles de residuos electrónicos crecen cada año en todo el mundo, y la introducción de nuevos productos robóticos en hogares, escuelas y lugares de trabajo no hará sino agravar este problema en un futuro próximo.
«Aunque el reciclado puede parecer una opción fácil para hacer frente a los residuos electrónicos -afirma-, a menudo no se gestiona correctamente, por lo que hay que buscar alternativas. Este documento pretende desafiar a todos los integrantes del sector de la robótica a pensar de forma creativa y preventiva en el diseño de una economía circular».
El equipo también ha destacado una serie de retos a la hora de aplicar la reutilización en el sector de la robótica, como la evaluación de la viabilidad económica y medioambiental, la demostración de la capacidad técnica de los robots para readaptarse, el uso de incentivos a la economía circular y la legislación.
Ahora investigarán más a fondo las actitudes de los consumidores hacia los robots de segunda mano, las de la industria hacia los residuos electrónicos, el derecho a la reparación, la reutilización y la economía circular, así como los procesos para readaptar robots y las barreras a una economía circular en la industria de la robótica.