El beneficio ecológico que podría obtenerse con la fabricación y el uso de bolsas de plástico biodegradables y oxodegradables puede perderse a causa de prácticas inadecuadas a la hora de deshacerse de ellas.
La situación en algunos países, como es el caso de México, se agrava por la inexistencia de normas ni procedimientos certificados para saber si un plástico es biodegradable o no. “Con el esquema de separación de residuos practicado en la capital del país –que los reúne con el resto de los desechos inorgánicos– esos elementos se almacenan casi siempre en los rellenos sanitarios, donde no pueden ser descompuestos”, apunta la doctora Alethia Vázquez Morillas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana Azcapotzalco (UAM-A).
En México los plásticos degradables más comunes son los llamados oxodegradables, que se descomponen tras un proceso de oxidación (por efecto de la temperatura o la radiación solar) y la exposición a la acción de microorganismos, por lo que depositarlos en vertederos o abandonarlos en el medio ambiente resulta contraproducente.
Para que los plásticos oxodegradables obtengan tales características, al polietileno convencional se le agrega un aditivo que reacciona al contacto con el oxígeno del aire. “De esta manera, las moléculas del material se fragmentan y pueden ser descompuestas por bacterias y hongos”, explica Alethia Vázquez.
Por estos motivos, la investigadora y su equipo decidieron evaluar los distintos tipos de plásticos degradables en diferentes entornos; por ejemplo, mediante compostaje, mezclados con otros residuos, en ambientes marinos, en condiciones anaerobias, en suelo y a la intemperie, para determinar en qué casos ocurría la descomposición y qué factores la detonaban.
Los hallazgos obtenidos después de tres años, revelan que si los plásticos oxodegradables carecen del proceso de oxidación no podrán ser metabolizados por microrganismos; pero en caso contrario, el tiempo de degradación se acelerará.
“Asimismo, analizamos los efectos tóxicos que pudieran generar cuando se degradan, y aunque para los materiales que estudiamos no encontramos residuos nocivos, no nos atreveríamos a generalizar el resultado con todos los materiales, dada la gran diversidad de plásticos y aditivos presentes en el mercado”, señala la experta.
La acumulación de cualquier tipo de plástico de forma incontrolada representa un problema ecológico de importancia.
El problema del plástico
El plástico, por ser maleable, ligero, económico y resistente, tiene una alta demanda en todo tipo de sectores; sin embargo, esa resistencia se convierte en una desventaja en el momento en que se desecha, pues al ser prácticamente inalterable por microorganismos y agua, tiende a permanecer por muchos años donde se tire.
El plástico convencional puede permanecer mucho tiempo en el ambiente, mientras que los degradables se desintegran con mayor rapidez si su manejo es adecuado. No obstante, la acumulación de cualquier tipo de plástico sí representa un problema ecológico de importancia.
“Aunque no son tóxicos, al depositarse de forma indiscriminada en el entorno se comportan como una barrera para el crecimiento de especies vegetales, impiden la circulación de agua y oxígeno en el suelo e inhabilitan el desarrollo de las raíces. Asimismo, al depositarse en cuerpos de agua obstruyen los sistemas digestivos de los animales que los ingieren”, detalla la doctora Vázquez Morillas.
De ahí la necesidad de que se establezcan esquemas de gestión adecuada de los desechos plásticos que incluyan el reciclaje y la valorización energética. Por ello, la idea central del proyecto de la doctora Vázquez Morillas es generar información sobre este tema y hacerla accesible a toda la población.
Fuente:
Agencia ID