Tradicionalmente, este residuo se ha destinado a rellenos de obra, elaboración de cemento o fabricación cerámica, lo que supone nuevos costes económicos y medioambientales, y una pérdida de valor del producto recuperado.
El Grupo de Tecnología de Construcción con Tierra de la Universidad de Valladolid ha obtenido recientemente el segundo premio del concurso Desafío Universidad-Empresa por un proyecto que trata de dar respuesta al reciclaje de arenas procedentes de la industria de la fundición. El certamen propone una serie de demandas tecnológicas por parte de empresas y son los investigadores de las ocho universidades de Castilla y León quienes aportan posibles soluciones.
En este caso una industria del área de la fundición, en concreto de la fundición en PEP SET, planteó como objetivo encontrar una aplicación a la tonelada aproximada de arenas residuales que genera diariamente este proceso industrial.
Tradicionalmente se han dado a estos residuos tres usos “que suponen nuevos costes económicos y medioambientales para la empresa”, explica Félix Jové Sandoval, coordinador del Grupo de Tecnología de Construcción con Tierra.
En primer lugar, estas arenas se utilizan habitualmente en el ámbito de las infraestructuras, por ejemplo para el relleno de firmes en obras de carretera, “lo que supone que el residuo tenga que desplazarse y por tanto costes de traslado y emisiones de CO2 a la atmósfera”.
También se emplean en la fabricación de cemento, “para lo que vale cualquier otro material, por lo que consideramos que supone una pérdida de valor del residuo”.
Finalmente, estas arenas residuales se han aplicado a la fabricación de materiales cerámicos, “lo que también implica una pérdida de valor del material y un importante coste económico relacionado con los procesos de cocción”.
De residuo a recurso
“Nuestra idea es buscar una alternativa a los actuales usos que se le está dando a este material, encontrar sus puntos fuertes y destinarlo como materia prima a la producción de otros materiales que no incorporen consumo de energía y por tanto más emisiones de CO2 a la atmósfera, para completar un ciclo medioambientalmente controlado”, avanza Jové. Se trata, por tanto, de “convertir el residuo en un recurso”.
Para ello, realizarán un estudio sobre la idoneidad técnica, medioambiental y económica de estas arenas. “Estos residuos tienen una característica importante y es que en algunos casos están estabilizados. Es un material que tradicionalmente se está utilizando, como hemos señalado, para unos usos que le hacen perder parte del valor añadido que ya tienen como resultado de haber estado sometido a un proceso de altas temperaturas. Consideramos que podría ser una arena altamente cualificada, de tal modo que podría ser idónea como materia prima para producir otro material que se pueda aplicar en procesos de construcción”, detalla.
Fuente:
Cristina G. Pedraz/DiCYT