Juan Ignacio Xiberta.
Life Abogados.
La economía circular se basa en evitar la eliminación de residuos valorizables, pero en ningún caso pasa por la prohibición de ciertos tratamientos que son necesarios y complementarios cuando, por sus características especiales, no es posible su reciclado o valorización.
Leo en un post de mi buen amigo y director general de Ibertredi lo siguiente:
“Hoy hemos llevado a cabo el embalaje de un buque de litera en un alto riesgo de fuga en nuestro contenedor de presión de seguridad, para ser transportado y tratado en nuestra planta de Tredi Saint Vulbas, muchas gracias a Bomberos de Madrid por el apoyo y a Air Liquide por proporcionar todo para llevar a cabo la operación en condiciones de seguridad”.
Le sigue un tweet de los bomberos de Madrid:
“Hemos colaborado con un retén de asistencia técnica para la recuperación de una botella de cloro (…) ante la posibilidad de una fuga y nube tóxica. Excelente trabajo, muy técnico, de Ibertredi”
Se ilustra con dos fotografías de los técnicos realizando la operación y que encabezan este artículo. Destaco el nivel de protección que utilizan para trabajar porque da una idea del peligro de lo que se está manipulando. Al final, lo de siempre: Una imagen vale más que mil palabras.
Me consta que la manipulación de ese recipiente era delicadísima. En caso de rotura se hubiera producido una nube tóxica que hubiera supuesto un peligro enorme para las personas y el medio ambiente.
Aparte del reconocimiento por la planificación de tal operación, lo que quiero destacar, la reflexión que hago, es que existen residuos muy peligrosos cuyo destino no puede ser otro que el de la incineración, porque esa es la mejor opción en términos ambientales, de salud y de seguridad de las personas.
La segunda cuestión tiene que ver con el anuncio de la Generalitat de Cataluña de la inclusión en la ley de medidas fiscales, financieras, administrativas y del sector público para el 2022 (ley de acompañamiento) de una disposición adicional (la 2ª) que contiene un plan para “cerrar y desmantelar las incineradoras existentes en Cataluña en el plazo de 2 años desde la aprobación de la ley y paralizando todas las inversiones y ampliaciones de las existentes hasta la aprobación del plan de cierre”.
Ciertamente se hace constar también que previamente se evaluará la adecuación de la medida a los objetivos de la Directiva marco de residuos y se valorarán previamente las alternativas más adecuadas de gestión de los residuos que van a incineración.
En mi opinión, y en primer lugar, la técnica legislativa es censurable. La ley de acompañamiento no debe tener por objeto cuestiones como la comentada. Nada tiene que ver con los presupuestos y utilizarla para anunciar estas medidas la interpreto como un déficit democrático pues en la tramitación de esta ley la participación pública está restringida con lo que se le niega la voz a los afectados por la norma.
En segundo lugar, el anunciado plan chocará frontalmente con la realidad. A día de hoy falta capacidad de incineración para atender la enorme demanda, y créanme que las empresas no incineran por gusto o comodidad sino solo cuando esa es la mejor o única opción. Residuos como el de las fotografías no admiten otro tratamiento.
La realidad nos dice no sólo que existe una necesidad sino que, además, los principios de autosuficiencia y proximidad que aplican a nivel europeo obligan a los estados a disponer de infraestructuras para la eliminación de los residuos que produzcan.
La economía circular se basa en evitar la eliminación de residuos valorizables, pero en ningún caso pasa por la prohibición de ciertos tratamientos que son necesarios y complementarios porque no es posible su reciclado o valorización por su características especiales de peligrosidad. Un desiderátum político no cambiará la realidad de la existencia de residuos cuyo único tratamiento posible es la incineración.
De hecho, hasta el Reglamento de inversiones sostenibles (2020/582) salva expresamente la incineración de residuos peligrosos no valorizables.
Si lo que se quiere es atraer industria y mantener la que ya está aquí, sería inteligente no poner trabas absurdas.
Así pues, el desmantelamiento anunciado, y es una opinión personal, refleja un exceso de ideología en los actuales responsables políticos y también un profundo desconocimiento de la realidad. Espero de corazón que sean capaces de ver y escuchar y que lleguen a entender el daño que sus caprichos ideológicos pueden llegar a producir.
Hay que entenderlo y hay que asumirlo. Las incineradoras deben existir. Son necesarias porque no todos los residuos son restos de flores y plantas con los que hacer compost.
No deberían de quitar las incineradoras, como lo explican, no todo los residuos se pueden transformar en algo que se pueda usar.