Luis Medina-Montoya Hellgren.

Director de Proyectos. 
Fundación Economía Circular

En un mundo cada vez más consciente de la necesidad de cuidar nuestro planeta, la Responsabilidad Ampliada del Productor (RAP) emerge como una melodía de cambio en el concierto de la sostenibilidad.

La RAP: El Ritmo Sostenible de la Economía Circular

El pasado 11 de julio de 2024, el Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Madrid se convirtió en el escenario del 2º Foro RAP, un evento que reunió a los principales actores de esta revolución silenciosa que está transformando la forma en que producimos, consumimos y gestionamos nuestros residuos.

Organizado por la Fundación CONAMA y la Fundación para la Economía Circular, este foro no solo fue un encuentro de expertos, sino una verdadera llamada a la acción para todos los ciudadanos. Porque, aunque pueda sonar como una jerga técnica, la RAP es algo que nos afecta a todos y cada uno de nosotros en nuestra vida diaria.

Pero ¿qué es exactamente la RAP? Imaginemos por un momento que cada producto que compramos viene con una mochila invisible. Esta mochila contiene toda la responsabilidad de lo que ocurrirá con ese producto cuando ya no lo necesitemos. La RAP es precisamente eso: hacer que los fabricantes se pongan esa mochila y se responsabilicen de todo el ciclo de vida de sus productos, desde la cuna hasta la tumba… ¡o, mejor dicho, hasta su renacimiento en la economía circular!

Los SCRAP (Sistemas Colectivos de Responsabilidad Ampliada del Productor) y los SIRAP (Sistemas Individuales de Responsabilidad Ampliada del Productor) son los guardaespaldas de esta responsabilidad. Son organizaciones creadas por los productores para gestionar de manera eficiente y colectiva esta responsabilidad. Piensa en ellos como en los DJ’s de este «rap» ambiental, mezclando las necesidades de los productores, los consumidores y el medio ambiente en una sinfonía sostenible.

La ley 7/2022 de residuos y suelos contaminados para la economía circular ha sido como un nuevo álbum que ha cambiado las reglas del juego. Esta ley ha puesto el listón más alto para los SCRAP y SIRAP, exigiéndoles que cubran el coste total de la recogida y gestión de TODOS los residuos que generan sus productos en el mercado. Es como si les dijera: «No basta con hacer el rap, ahora tienen que pagar la producción completa».

En España, tenemos varios SCRAP que se ocupan de diferentes «beats» en esta sinfonía de residuos. Algunos se encargan de los envases domésticos, otros de los aparatos eléctricos y electrónicos, otros de los medicamentos y sus envases, los neumáticos, los aceites… Es como si cada uno se especializara en un instrumento diferente en esta orquesta del reciclaje. Y la melodía sigue creciendo: pronto tendremos un nuevo SCRAP dedicado al textil y el calzado, ampliando así el repertorio de la economía circular.

Pero no todo es fiesta en este concierto. Los SCRAP y SIRAP tienen que organizarse y ponerse de acuerdo para establecer sistemas de autofiscalización, someter a sus clientes o miembros a rigurosas auditorías e inspecciones para asegurarse de que todos los fabricantes, grandes y pequeños, cumplen con su parte. Es como si tuvieran que pasar por el control de sonido antes de cada actuación para garantizar que todo suena como debe.

Una de las funciones más interesantes de estos sistemas es su papel como «correa de transmisión» entre los gestores de residuos y los fabricantes. Imagina que son como los críticos musicales que le dicen a los artistas qué está funcionando y qué no en sus canciones. Transmiten a los fabricantes los problemas que ciertos materiales o diseños pueden causar en los procesos de reciclaje o reutilización, impulsando así el ecodiseño y el diseño para el desmontaje (DfD). Es como si ayudaran a los productores a componer mejores «canciones» que sean más fáciles de «remezclar» al final de su vida útil.

Este nuevo escenario supone que los fabricantes son ahora los compositores y productores de toda la vida de sus productos. Desde la extracción de los recursos naturales (como si fueran buscando samples en la naturaleza), pasando por la fabricación y puesta en el mercado (el lanzamiento del álbum), hasta el destino final tras su uso por el consumidor (el legado que deja esa música). La RAP es como el productor ejecutivo que supervisa todo el proceso, asegurándose de que cada nota suene en armonía con el medio ambiente.

La RAP se ha convertido en uno de los pilares fundamentales para el éxito de la economía circular, involucrando a un gran número de actores en esta “jam sesión” sostenible. Productores, sistemas de responsabilidad ampliada, operadores de recogida y gestión, recicladores y recuperadores… todos tienen su papel en esta orquesta. Pero hay un miembro crucial de la banda que a menudo se olvida: tú, el consumidor.

Como ciudadano, tu papel es esencial en este concierto de la sostenibilidad. Eres como el público en un concierto de rap: tu energía y participación pueden hacer que la actuación sea épica o un fracaso total. Desde el momento en que decides qué producto comprar (como elegir qué canción escuchar), hasta cómo lo usas (cómo bailas esa canción) y cómo gestionas sus residuos (cómo compartes esa música con otros), estás influyendo en el éxito de la RAP. Tus demandas y expectativas sobre la calidad de los productos y su ciclo de vida son como los comentarios en las redes sociales que pueden hacer que un artista cambie su estilo.

En el 2º Foro RAP, Joachim Quoden, director general de EXPRA (una asociación internacional de SCRAP de envases), presentó la situación y evolución de la RAP en Europa. Su presentación fue como un tour por los diferentes festivales de «rap sostenible» que se están celebrando en el continente. Nos mostró cómo cada país está interpretando esta melodía de la responsabilidad a su manera, pero todos con el mismo objetivo: crear un futuro más sostenible.

Quoden destacó que, aunque la RAP pueda sonar diferente en cada país, hay algunos «beats» comunes que todos deberían seguir. Estos incluyen una clara separación de roles y responsabilidades entre los actores involucrados, la propiedad de la RAP limitada a los productores obligados, una configuración sin ánimo de lucro, objetivos medibles de gestión de residuos, obligaciones de información para todos los actores del ciclo de vida del envase, igualdad de trato para los productores independientemente de su origen o tamaño, información y educación a los consumidores, transparencia en los flujos de dinero y materiales, cobertura de costes, eficiencia en costes, modulación de tasas y supervisión y cumplimiento por parte del gobierno y las autoridades.

Estos principios son como las reglas básicas de composición en el rap: aunque cada artista tenga su estilo propio, hay ciertas estructuras que todos deben seguir para que la música funcione.

Uno de los aspectos más interesantes que Quoden presentó fue el potencial de ahorro de emisiones de CO2 que tiene el reciclaje. Según sus datos, el ahorro de CO2 por habitante logrado mediante el reciclaje y el uso de residuos de envases es comparable a la producción media de emisiones de CO2 de cada coche de pasajeros sobre una distancia de 400-600 km. ¡Es como si cada vez que separamos en casa correctamente nuestros residuos, estuviéramos cancelando un viaje en coche!

Pero el camino hacia una economía circular perfecta aún tiene muchos versos por escribir. Muchos países de la UE todavía enfrentan grandes desafíos para cumplir con los objetivos de reciclaje. Es como si estuvieran tratando de dominar un nuevo estilo de rap: requiere práctica, dedicación y, a veces, un cambio completo en la forma de pensar.

La infraestructura de recolección conveniente para los habitantes se presenta como la clave para cumplir con todos los objetivos relevantes. Esto incluye la recogida en el hogar, pero también la recolección fuera del hogar, incluso en el trabajo y en el sector HORECA (Hoteles, Restaurantes y Cafeterías). Es como asegurarse de que haya un escenario para rapear en cada esquina de la ciudad.

La cooperación cercana y de confianza con los municipios parece ser una de las historias de éxito clave. Es como cuando un rapero colabora con el gobierno local para organizar un festival de música: todos ganan.

En conclusión, la RAP es como un nuevo género musical que está cambiando la forma en que pensamos sobre nuestros productos y residuos. Es un rap que habla de responsabilidad, de cuidado del medio ambiente, de colaboración y de futuro. Y lo mejor de todo es que todos estamos invitados a ser parte de esta actuación.

Así que la próxima vez que compres algo, piensa en el rap que estás eligiendo escuchar. ¿Es un rap sostenible? ¿Está diseñado para ser reciclado o reutilizado? ¿El productor está asumiendo su responsabilidad?

Y cuando llegue el momento de deshacerte de ese producto, recuerda que tienes el poder de decidir si esa canción tendrá un final triste en un vertedero o si tendrá un remix emocionante en la economía circular.

La RAP no es solo una responsabilidad de los productores, es un concierto en el que todos tenemos un papel que jugar. Así que, ¿estás listo para rapear por un futuro más sostenible? El micrófono está en tus manos. ¡Que empiece el show de la economía circular!

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