Investigadores de la Universidad de São Paulo y la Universidad Libre de Berlín han hallado por primera vez micropartículas de plástico en cerebros humanos, y advierten de sus posibles efectos neurotóxicos.
Por primera vez, investigadores han encontrado microplásticos en el cerebro humano. El estudio, realizado en la Facultad de Medicina de la Universidad de São Paulo (USP), en Brasil, en colaboración con la Universidad Libre de Berlín (Alemania) y con el apoyo del Laboratorio Nacional de Luz Sincrotrón (LNLS) de Campinas (Brasil), analizó los cerebros de 15 personas fallecidas que vivían en São Paulo. En ocho de ellos se encontraron residuos como fibras y partículas de plástico. Según los investigadores, estas personas no tenían contacto con la industria de producción de plásticos, y el polipropileno fue el tipo más común encontrado. Este material se utiliza en ropa, envases de alimentos, botellas y neumáticos, que liberan partículas que se inhalan al respirar.
Los residuos consisten en diminutos fragmentos de plástico de menos de 5 milímetros que proceden de la descomposición y otros procesos que los convierten en estas micropartículas. Las encontradas en el estudio son partículas de entre 5,5 y 26,4 nanómetros.
También se han encontrado microplásticos en otros órganos como los pulmones, el sistema reproductor e incluso en el torrente sanguíneo de los seres humanos. Destaca la presencia en el órgano del sistema nervioso porque es «uno de los más protegidos del cuerpo humano debido a la barrera hematoencefálica [estructura que regula el transporte de sustancias entre el sistema nervioso central y la sangre]», explica la responsable del estudio y profesora de la FMUSP, Thais Mauad. El objetivo del estudio era precisamente comprobar si este material podía llegar al cerebro.
El artículo, publicado en el Journal of the American Medical Association (Jama), una de las revistas académicas de salud más importantes, señala la vía olfativa como una de las probables vías por las que los microplásticos entran en el cerebro, ya que se identificaron fragmentos de estas partículas en el bulbo olfatorio, la zona encargada de procesar los olores. Mientras tanto, queda por estudiar el torrente sanguíneo para analizar la capacidad de estos materiales de atravesar la barrera hematoencefálica.
Riesgos para la salud
Aunque las investigaciones ya han apuntado a los efectos nocivos de la presencia de estos residuos en otros sistemas, como un importante estudio que identificó un riesgo cuatro veces mayor de problemas cardíacos graves y muerte en personas con el corazón contaminado, aún se necesitan más pruebas para determinar los efectos de los microplásticos en el sistema nervioso.
Además de los daños cardíacos, la exposición continuada a los microplásticos y sus aditivos químicos se asocia a otra serie de consecuencias graves para la salud humana, como trastornos endocrinos y reducción de la fertilidad.
Aún así, las primeras investigaciones en animales, como ratones, sugieren que los microplásticos son neurotóxicos, provocando cambios en el comportamiento, daños celulares e incluso modificaciones en enzimas importantes para los neurotransmisores (moléculas responsables de la comunicación entre neuronas). Estas consecuencias son preocupantes porque «es probable que las partículas se acumulen en nuestro organismo, ya que son materiales que no pueden ser descompuestos por nuestras enzimas, lo que puede provocar una acumulación a lo largo del tiempo», explica Thais Mauad, lo que agrava los posibles riesgos.
A continuación, las partículas pueden ser internalizadas por las células e interferir en su metabolismo, lo que aumenta los riesgos para la salud, especialmente en niños con cerebros en desarrollo, lo que puede provocar cambios irreversibles en la edad adulta. Teniendo esto en cuenta, la investigadora advierte de la necesidad de proteger el desarrollo de los niños.
«Es importante evitar que los niños entren en contacto con juguetes de plástico, especialmente los que se llevan los objetos a la boca. No sabemos exactamente qué, aparte del plástico, puede estar presente, como los aditivos que dan al material sus características secundarias», afirma la investigadora.
Proteger la salud y el medio ambiente
Estos resultados llaman la atención sobre las consecuencias del uso del plástico en nuestra sociedad. Cada año se producen más de 500 millones de toneladas de plástico, y más de 4.000 productos químicos utilizados en su fabricación se consideran peligrosos para la salud y el medio ambiente, según GreenPeace, lo que indica la necesidad de reducir el consumo de este producto.
El estudio, apoyado por la Fundación Plastic Soup, organización ecologista dedicada a combatir la contaminación por plásticos, refuerza la necesidad de adoptar medidas urgentes a escala mundial. Con las negociaciones finales del Tratado Mundial sobre los Plásticos de la ONU previstas para noviembre en Corea del Sur, la comunidad científica pide a los responsables políticos que escuchen a la ciencia y actúen para proteger la salud humana y el medio ambiente.
Mauad también llama a las instituciones de investigación a predicar con el ejemplo, evitando, por ejemplo, el uso de vasos de plástico para servir bebidas en los actos de la universidad. «Creo que, en primer lugar, hay que concienciar a la sociedad, incluida la propia universidad, que todavía tiene prácticas débiles en este sentido», afirma.
En su opinión, concienciar a la sociedad para que empiece a preocuparse más por el tema es especialmente importante para presionar a la industria, sobre todo a la del plástico. «La industria del plástico suele culpar al consumidor, diciendo que es responsable del reciclaje. Pero sabemos que la mayoría de los plásticos no son reciclables. Toda la cadena del plástico no es sostenible ni circular», concluye Mauad.
Fuente:
Jean Silva/USP