Paperboy es el resultado de intentar fabricar la botella de vino más sostenible que sea posible. Está hecha con papel reciclado comprimido, impreso con tintas naturales y el interior contiene una funda reciclable.
Las botellas son rígidas y fuertes –incluso se pueden mantener en una cubitera de forma segura durante tres horas– y solo necesita el 15% de la energía necesaria para producir una botella corriente.
Su peso es inferior a 30 gramos –vacía– lo que permite ahorrar una gran cantidad de energía en el transporte.
Por supuesto, la botella es totalmente reciclable, e incluye en su etiqueta un pequeño dibujo sobre cómo separar correctamente sus componentes para su posterior reciclado.
Paperboy ha sido ideada por la empresa Stranger & Stranger, especializada en el diseño de envases para vinos, cervezas y bebidas espirituosas, por encargo de la bodega norteamericana Truett Hurst.