La Eurocámara respaldó ayer el texto definitivo de la Directiva que obligará a los Estados miembros a reducir de forma drástica el consumo de bolsas de plástico finas, las más utilizadas por los europeos y también las más contaminantes.
El Parlamento Europeo dio ayer su visto bueno a la nueva legislación que obligará a los Estados miembros a reducir drásticamente el uso de las bolsas de plástico más comunes y contaminantes.
Las bolsas de plástico de menos de 50 micras de espesor –la gran mayoría de las utilizadas en la UE y a las que afecta esta normativa– no tienen el mismo potencial de reutilización que los modelos más gruesos y terminan convertidas en basura más rápidamente. También tienen más tendencia a ensuciar el entorno y son causa directa de la contaminación del agua y los ecosistemas marinos.
Cada ciudadano de la Unión Europea utiliza, de media, doscientas bolsas de plástico al año, de las cuales el 89% se utilizan una sola vez. En 2010, se calcula que terminaron en la basura en torno a 8.000 millones de bolsas.
Objetivos de reducción obligatorios
Ahora, los países deberán elegir entre dos opciones: por un lado, podrán optar por tomar medidas para reducir el consumo medio anual de las bolsas de plástico ligeras no biodegradables hasta 90 unidades por habitante antes del año 2020, y hasta 40 antes de 2026. O por otro, garantizar que a partir de 2019 estas bolsas no se entregan gratuitamente a los clientes en los comercios y supermercados.
La Comisión Europea también deberá que evaluar el impacto en el medio ambiente de las bolsas de plástico oxodegradables, que tras un periodo de tiempo se fragmentan en micropartículas, y proponer medidas al respecto. Además, antes del finales de 2017, la Comisión tendrá que plantear reglas sobre etiquetado para asegurar el reconocimiento de las bolsas de plástico biodegradable y compostable.
“Hablamos de un enorme problema medioambiental”, resumió la eurodiputada Margrete Auken, responsable de la negociación en el Parlamento. “Miles de millones de bolsas acaban en la naturaleza convertidas en basura. Esto perjudica al medio ambiente, dañando a peces y aves. Tenemos que tomar medidas”, subrayó Auken tras el respaldo de los eurodiputados a su recomendación, que confirma el acuerdo alcanzado con el Consejo de Ministros en noviembre de 2014.
“La Comisión Europea concluyó que los países deben afrontar este problema individualmente, pero esto no es así. Según los cálculos de la propia Comisión, podemos ahorrar hasta 740 millones de euros anuales”, añadió la ponente.