Una investigación de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología asegura que las cifras de reciclaje del país nórdico están sobreestimadas debido a métodos de medición inexactos, datos poco fiables y falta de transparencia sobre el destino final de los residuos domésticos.

Estudio sobre la gestión de residuos en Noruega
El investigador Kim Rainer Mattson cree que gran parte de los residuos que se incineran en Noruega se pueden recuperar y reciclar. Foto: Sølvi W. Normannsen / NTNU

Es uno de esos países del norte de Europa a los que se suele aludir cuando se habla de políticas ejemplares de gestión de residuos. Ahora, investigadores de la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología (NTNU) han analizado críticamente la política de residuos de Noruega en las últimas décadas y sus resultados contrastan bastante con esa idea de país modélico en la materia. Su análisis muestra que el 65% de todos los residuos recogidos y procesados ​​se incineran, lo que supone un aumento respecto del 49% de 2009. El estudio muestra que existen importantes lagunas en la información que recopilan la Agencia Noruega de Medio Ambiente y la Oficina de Estadística de Noruega. En algunos años, incluso se ha reciclado un 40% menos de lo que informan las autoridades, según los investigadores.

«Datos insuficientes, métodos de medición imprecisos y falta de transparencia por parte de las empresas de reciclaje debilitan la base de conocimientos sobre la que se basa la política de residuos. Por eso hemos acabado con planes que no funcionan», afirma Kim Rainer Mattson, candidato a doctorado en el Departamento de Energía e Ingeniería de Procesos de la NTNU y uno de los autores detrás del nuevo estudio, publicado recientemente en la revista Resources, Conservation and Recycling.

Estimaciones excesivamente positivas

Esta es la primera vez que los investigadores han rastreado el fin de vida de los residuos noruegos, desde el momento en que se recogen, se entregan y se procesan, hasta el momento en que terminan como partículas incineradas en la atmósfera, como masa enterrada en vertederos, como tierra, abono, fertilizante o como materiales en nuevos productos.

El estudio muestra, entre otras cosas, que los particulares, los políticos y los responsables de la toma de decisiones reciben de las autoridades cifras excesivamente positivas sobre los resultados del sistema de recogida, reciclaje y valorización de residuos. En los años 2009 y 2019, la Oficina Nacional de Estadística de Noruega (Statistics Norway) informó de una tasa de reciclaje del 44 y el 41%, respectivamente. Estas cifras son significativamente superiores a las de la investigación de la NTNU, que muestran una tasa de reciclaje del 28 y el 29% para los mismos años.

Incineración en lugar de reciclaje

«Todo esto es motivo de preocupación porque crea la falsa impresión de que vamos por el buen camino. En realidad, estamos contribuyendo a desarrollar una economía de incineración, en lugar de trabajar con determinación para alcanzar el ambicioso objetivo de la transición a una economía circular«, afirma Kim Rainer Mattson.

En 2009, el 49% de todos los residuos recogidos y procesados ​​se incineraban. Diez años después, esa proporción había aumentado al 65%.

«Está claro que, aunque el objetivo definido es aumentar la circularidad en la sociedad, todavía dependemos completamente del procesamiento de residuos mediante la incineración», asegura el investigador.

Consejos para una mejor política de residuos

Mattson y sus colegas demuestran lo que hace falta para que Noruega se acerque a los objetivos fijados por la UE. Proponen hasta 18 métodos de medición más precisos para que las autoridades puedan gestionar los flujos de residuos de forma más eficiente.

Una gran parte de los residuos que se incineran proceden de la categoría de clasificación denominada desechos residuales (los que se consideran no reciclables). Casi el 70% de los desechos residuales consisten en materiales que podrían haberse clasificado y procesado de una forma más respetuosa con el medio ambiente. En promedio, el 10% de los residuos que realmente se clasifican en origen se clasifican de forma incorrecta. El plástico, el cartón, el papel y los residuos electrónicos plantean grandes desafíos. La gente no clasifica los materiales correctamente y se pierden muchos recursos. Cuando otras opciones son más exigentes, costosas e inciertas, la incineración se convierte en la solución más fácil y económica.

«Enviar residuos al otro lado del planeta y pensar que estamos solucionando un problema y reportarlo como estadísticas de economía circular no es bueno», afirma Kim Rainer Mattson.

El objetivo: reducir el consumo de recursos

El objetivo de la política de residuos de Noruega es pasar de una economía lineal, descartable y perjudicial para el medio ambiente a una economía circular en la que se consuman muchos menos recursos naturales.

Cada año, La Oficina Noruega de Estadística y la Agencia Noruega de Medio Ambiente informan sobre el estado de la cuestión, y sus estadísticas oficiales sobre residuos muestran el grado de eficacia de las políticas, los planes y las prácticas. La cantidad de residuos que reciclamos indica nuestro progreso hacia una economía circular, y los residuos domésticos en particular reciben mucha atención.

Mattson ha trabajado en el sector de los residuos durante cinco años. Cree que es positivo disponer de un sistema para recopilar cifras y datos, ya que da una buena visión general de los avances que se están produciendo. «Pero también tenemos que asegurarnos de que estamos midiendo las cosas de una manera significativa. Los datos deben reflejar lo que realmente sucede después de que nuestra basura llega a la planta de procesamiento de residuos», dice.

Las cifras no reflejan las pérdidas

El plástico es un material compuesto y uno de los tipos de residuos más problemáticos, ya que apenas se recicla ni se recupera. Cuando analizan toda la cadena de procesamiento, los investigadores detectan pérdidas significativas.

«Cuando Statistics Norway informa que reciclamos el 40% de los residuos plásticos, esa no es la cifra final de cuánto se ha reciclado realmente. Es solo una indicación de la información que tienen, que indica que el 40% se ha enviado a reciclar», dice Mattson.

«Las cifras están sobreestimadas -añade-. No tienen en cuenta que las pérdidas se producen más adelante en el proceso», afirma el investigador de la NTNU.

Subraya que la culpa no la tienen las autoridades, que obtienen sus cifras de las empresas de tratamiento de residuos, que informan de lo que recogen y envían para reciclar, pero que tampoco saben necesariamente qué ocurre con los residuos una vez que los han enviado a otros lugares de la cadena de tratamiento.

Según el análisis de la NTNU, uno de los problemas es que las empresas de reciclaje no son muy transparentes. No es posible asegurarse de que todo lo que se separa para reciclar se recicle realmente. Algunos tipos de residuos son complicados y exigentes.

«No tenemos una visión general de lo que ocurre realmente con los residuos que clasificamos en Noruega y que se envían a otros lugares para su procesamiento», afirma Mattson.

Mapeo de flujos de residuos

Los investigadores han analizado las estadísticas noruegas sobre residuos, diversas bases de datos, publicaciones científicas y estudios sobre cómo se procesan los residuos. También han seguido el flujo de residuos electrónicos, cartón, papel y plástico desde Noruega hasta las instalaciones de procesamiento en Alemania, Países Bajos y Suecia. También han hablado con fabricantes e importadores a los que se les ha otorgado una responsabilidad ampliada sobre sus productos a lo largo de todo su ciclo de vida.

«Por ejemplo, hay pocas empresas de reciclaje e instalaciones industriales interesadas en compartir datos de sus plantas», dice Mattson, quien, no obstante, cree que sus modelos ilustran eficazmente lo que sucede en todas las fases de la vida útil de los residuos.

Las emisiones al exterior no se contabilizan

La Oficina de Estadística de Noruega utiliza la «tasa de reciclaje» como indicador de la situación en la que está el país para lograr una economía circular, pero los investigadores creen que este indicador no es muy útil para el diseño de políticas de residuos, ya que no tiene en cuenta el consumo de energía durante el procesamiento, los productos finales que se obtienen o lo que se reemplaza en términos de materiales vírgenes.

Los investigadores consideran que los cálculos de la Agencia Noruega de Medio Ambiente sobre las emisiones de gases de efecto invernadero del sistema de residuos son una medición imprecisa.

«La Agencia informa sobre las emisiones relacionadas con la gestión de residuos en Noruega y no tiene en cuenta las emisiones que se producen fuera de las fronteras del país», explica Mattson.

Incineración de plásticos clasificados en el extranjero

Por ejemplo, todos los residuos plásticos que se envían a reciclar se exportan fuera de Noruega. Según el informe ‘PlasticTheFacts’, de Plastics Europe, Noruega ocupa el primer puesto en cuanto a reciclaje de plástico en Europa. En 2020, se recogieron 29,5 millones de toneladas de residuos plásticos en la UE, Noruega, Suiza y el Reino Unido. Según Green Dot Norway, algo más de un tercio de ellos se enviaron a reciclar, casi la mitad se incineró y el resto se enterró en vertederos.

Entre el 15 y el 20% de los residuos noruegos se envían a Suecia, donde se incineran. Las emisiones derivadas de la incineración de residuos noruegos en el extranjero no se incluyen en las estadísticas oficiales de emisiones noruegas.

No hay incentivos para clasificar en origen

Los investigadores creen que se debería analizar de forma más crítica cómo se mide la gestión de residuos para asegurarse una imagen más precisa de la realidad.

«Ver titulares que afirman que cada vez somos mejores a la hora de clasificar y reciclar nuestros residuos, cuando en realidad estos acaban almacenándose en Finlandia o incinerándose en Alemania, es perjudicial para la industria de los residuos y, además, es poco probable que sirva para motivar a la gente a clasificar sus residuos en casa», afirma el investigador.

Si bien es cierto que al incinerar residuos se obtiene energía a cambio, Los investigadores afirman que esta energía no es limpia y genera aire contaminado y cenizas. «Si seguimos aprovisionándonos de materiales y explotando la naturaleza para crear productos que luego incineramos, seguiremos en la economía lineal de la que queremos alejarnos», afirman.

Una nueva política de residuos

«Es un problema que hemos creado nosotros y debemos hacernos cargo de él. Enviar residuos al otro lado del planeta y pensar que estamos solucionando un problema y reportarlo como estadísticas de economía circular no es bueno».

Los investigadores de la NTNU proponen cambios legislativos y nuevas estrategias nacionales para el sector de los residuos. Creen necesario integrar todo, desde las emisiones de gases de efecto invernadero durante el ciclo de vida hasta las distintas mediciones de la clasificación y el reciclaje. Solo así se podrá establecer una visión global de cómo funciona realmente la política noruega en materia de residuos.

Lo más importante: evitar generar residuos

Lo más importante que se puede hacer para lograr una economía circular es evitar que se produzcan residuos, por eso abogan por dar mayor prioridad al mensaje de consumir menos y clasificar mejor los residuos.

El análisis de la NTNU se centra únicamente en los residuos domésticos, que suponen el 25% del total en Noruega. Según Mattson, si las estadísticas sobre residuos domésticos no son fiables, la situación es absolutamente terrible en lo que respecta a todos los demás residuos generados en los lugares de trabajo y en el comercio y la industria.

Más transparencia y requisitos más estrictos

Mattson cree que la política de residuos de Noruega debería imponer requisitos más estrictos a los fabricantes para garantizar que lo que producen pueda realmente clasificarse en origen.

Además, las autoridades deben trabajar para aumentar la transparencia sobre el tratamiento de los residuos. Los requisitos de documentación sobre la eficacia del reciclaje de materiales deben ser más estrictos. Es necesario saber cómo son las cadenas de valor, cuáles son las pérdidas de materiales y cuál es el valor real de los materiales reciclados. «Es complicado, pero no creo que sea una tarea imposible», concluye Mattson.

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