El sistema utiliza una alternativa al ácido sulfúrico basada en el azúcar, que mejora el proceso de esterificación.
Un equipo de químicos de la Universidad de Wake Forest, en Winston-Salem (Carolina del Norte, EE UU), han desarrollado un compuesto a base de azúcar que hace que sea más barato y sencillo convertir grasas y aceites residuales de baja calidad en biodiésel. La investigación, cuyos resultados se publicarán en una próxima edición de la revista Bioresource Technology, fue financiada por el Centro de Biocombustibles de Carolina del Norte.
“Lo que queremos hacer es sacar la grasa de los residuos y convertirla en energía”, afirma Abdou Lachgar, investigador principal del proyecto. Los aceites residuales de baja calidad se utilizan ya para fabricar biodiésel, una fuente de energía limpia que puede utilizarse como sustituto de los combustibles fósiles. Sin embargo, el proceso es costoso y nocivo para el medio ambiente, explica Lachgar, puesto que estos aceites de baja calidad contienen un alto porcentaje de ácidos grasos libres, que tienen que convertirse en biodiésel por separado a través de un proceso llamado esterificación. La esterificación utiliza el ácido sulfúrico, un líquido altamente corrosivo que erosiona el equipo de producción y daña el medio ambiente. Además, su eliminación es costosa.
El equipo de Lachgar y sus colaboradores de la Universidad Tecnológica de Virginia han desarrollado una alternativa al ácido sulfúrico basada en azúcar para mejorar el proceso de esterificación. Es barato, ambientalmente amigable y fácil de filtrar del biodiésel producido. “A diferencia del ácido sulfúrico, que tiene que ser neutralizado durante un largo período de tiempo, nuestro catalizador es un sólido y se puede separar de forma relativamente fácil”, dice Brian Hanson, uno de los investigadores del proyecto.
Reducir costes
Desde un punto de vista comercial, este nuevo catalizador podría reducir los costes hasta un 15% para una planta de producción de biodiésel en pequeña escala, según un estudio de factibilidad realizado por el Wake Forest University Schools of Business. Mientras, se debe continuar con la investigación para probar la viabilidad del catalizador en una escala más grande, fuera del laboratorio.
“En el corto plazo, esto puede tener mucho sentido comercial en los países en desarrollo o en islas”, dice Dan Fogel, profesor de estrategia en la escuela de de negocios de la Wake Forest. “En este tipo de lugares, los costes de energía pueden alcanzar los 50 centavos por kilovatio hora. Aquí en Winston-Salem se paga alrededor de 11 o 12 centavos de dólar por kilovatio hora”. Según explica este experto, si existen instalaciones de biodiésel en archipiélagos –las Bahamas, por ejemplo–, podrían ser adaptadas para utilizar este catalizador, y producir biodiésel a un precio menor que el actual diésel derivado del petróleo.
“Hay muchas oportunidades de utilizar este catalizador para crear combustibles menos costosos y convertir los residuos municipales en electricidad”, concluye Fogel.