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Según el estudio, poco más de la mitad de los envases pasan el primer filtro de clasificación en las plantas de tratamiento. Y luego parte de ellos son rechazados por los recicladores, sobre todo los plásticos multicapa flexibles, los de tipo PS y los PET opacos.

La OCU estima que solo se reciclan el 30% de los envases ligeros
De los 20 envases de PEAD que había en las bolsas usadas en el estudio, la planta solo consiguió separar siete. Imagen: OCU

La presencia de sellos ecológicos y alegaciones sobre reciclabilidad en el etiquetado de un producto no garantiza que termine finalmente reciclándose. Así lo refleja un reciente estudio de la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), en el que ha analizado el reciclaje efectivo de los residuos de envases ligeros generados en diez hogares. Es más, la OCU denuncia que «solo se estaría reciclando el 30% de los envases», muy lejos del 79% que anuncia Ecoembes, la entidad encargada de la gestión del proceso.

Durante el desarrollo del estudio, los residuos se separaron por los materiales que teóricamente se obtendrán al pasar por la planta de clasificación: impropios, PET, PEAD, briks, metales, etc., para poder comparar con los que realmente se obtendrán a la salida de la planta.

Las conclusiones no fueron buenas: De los envases de las bolsas de la prueba solo el 53 % consiguieron ser separados en la planta de clasificación. Y en el mejor de los casos, solo el 32 % de estos envases llegará a reciclarse.

Según explican desde la propia organización, unas veces los problemas de clasificación y reciclaje tienen su origen en el propio diseño del producto. Así, la etiqueta que envuelve al envase puede causar una clasificación equivocada, mientras que el color negro es invisible para los sensores ópticos de la planta de reciclado. Además, los envases multicapa, como los briks, los bebibles para niños, los botes y bolsas de patatas fritas o los tubos de pasta de dientes, son complicados de recuperar, ya que están fabricados con distintos materiales que no se pueden separar fácilmente. Otros, como los envases pequeños, de menos de 5 cm una vez aplastados, se pierden durante el proceso de clasificación.

Otras veces es el tipo de material el que define el resultado final: los envases de acero y aluminio se reciclan casi al 100%; entre los plásticos, solo los PEAD y las botellas transparentes de PET se reciclan de forma mayoritaria; pero el resto no tiene demasiado valor. Casualmente este tipo de envases son también los que peor se clasifican: se trata, básicamente, de plásticos multicapa, de tipo film, rígidos de mezcla (bandejas de alimentos), PS (vasitos de yogur, de arroz…) o los PET opacos o de colores intensos (botes y botellas de agua y leche, por ejemplo).

Por otro lado, también hay que tener en cuenta la tecnología implantada en las plantas de separación, ya que muchas no tienen flujos de clasificación para todos los materiales, lo que hace que algunos envases sean rechazados.

Redefinir los procesos de fabricación y reciclaje

En definitiva, OCU reclama a la Administración mejorar y redefinir, junto con fabricantes y Ecoembes, todo el proceso de fabricación y reciclaje de envases. Primero, para mejorar el diseño de los productos; segundo, para controlar que el sello “reciclable” solo se use en lo que de verdad se recicla; y tercero, para obligar a Ecoembes a mejorar el proceso de clasificación y reciclado. «No puede ser que el 70% de los envases que separan los consumidores termine en un vertedero, una incineradora o en un tercer país», lamenta la OCU en un comunicado.

También exige que se recalcule el coste del punto verde -lo que pagan las empresas por cada envase puesto en el mercado para financiar el sistema de reciclaje- para que tenga en cuenta la reciclabilidad real y así incentivar el desarrollo de envases realmente sostenibles

A pesar de todo, la organización anima a los consumidores a seguir reciclando y, en la medida de lo posible, contribuyendo a mejorar la eficacia del actual sistema. ¿Cómo? «Evitando la compra de envases que sabemos que rechazan las plantas, como los de color negro y de botellas de agua de colores intensos. Pero también favoreciendo su reciclaje, vaciando el contenido de los envases (el exceso de peso puede provocar una mala clasificación), separando el etiquetado y los distintos materiales cuando sea posible (por ejemplo, el plástico del cartón o la tapa del tarro de vídeo) y dejando puesto el tapón cuando es de plástico después de comprimir el envase», concluye en su nota.

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