Investigadores de la Universidad de Córdoba ha desarrollado un nuevo método para evaluar el impacto oloroso que genera el compostaje de residuos orgánicos.
Cada año se genera en todo el mundo entre 7.000 y 10.000 millones de toneladas de residuos urbanos, cifra que probablemente se incrementará en los próximos años debido al aumento de población. Uno de los procesos que trata de dar salida a parte esta cantidad ingente de basura es el compostaje, un método que aprovecha los residuos orgánicos para convertirlos en abono.
A pesar de sus numerosas ventajas medioambientales, como la recuperación y el reciclaje de recursos, durante el proceso de compostaje se generan compuestos orgánicos volátiles que emiten una gran cantidad de olores ofensivos. Dependiendo del tipo de residuo compostado se genera distinta marca o combinación de olores. Ese impacto oloroso ha facilitado la clasificación de las materias primas compostadas con el objetivo de minimizar las emisiones.
Científicos del departamento de Química Inorgánica e Ingeniería Química de la Universidad de Córdoba han ideado un nuevo sistema para analizar el olor generado durante el compostaje que aúna dos técnicas diferentes: la espectroscopia NIR y la quimiometría, una disciplina que aplica métodos matemáticos y estadísticos sobre datos químicos. “Hasta donde sabemos, estos dos métodos nunca se han utilizado juntos para evaluar el impacto oloroso”, apunta el principal autor de la investigación, Manuel Toledo.
Composición química de los residuos
Por un lado, la tecnología NIR utiliza la radiación procedente del infrarrojo cercano para revelar la composición química de los residuos orgánicos durante el compostaje, con la ventaja de que no es invasivo, es decir, no altera los elementos que analiza. Con esta información que revela el NIR, se crean modelos predictivos que estiman el olor sin la necesidad de muestrear.
Para ello, los investigadores evaluaron el proceso de compostaje en un dispositivo denominado respirómetro que determina el consumo de oxígeno de los microorganismos que degradan la materia orgánica, y han analizado algunas de las variables que entran en juego en todo este proceso: temperatura, concentración de olor, tasa de emisión odorífera a la atmósfera y caudal de aire que pasa por la materia.
Este nuevo método, que durante los próximos meses será estudiado a escala industrial, evalúa las tasas de emisión de olor de una forma más rápida y económica y podría contribuir a mitigar el impacto oloroso que genera el compostaje, un proceso que en la actualidad se antoja indispensable y que trata de dar una nueva vida a los millones de toneladas de materia orgánica que cada día genera el ser humano.