Alexandra Farbiarz Mas.
Comunicóloga, especializada en Biotecnología y Medio Ambiente.
A partir del 1 de enero de 2026, el país galo prohibirá la fabricación, importación, exportación y comercialización de diversos productos que contengan PFAS, un tipo de sustancias químicas muy persistentes, bioacumulativas y con gran potencial tóxico.

Francia es el segundo país después de Dinamarca que ha decidido vetar los PFAS en según qué artículos con el fin de proteger a la población de los riesgos asociados a las sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS). El pasado 28 de febrero ya se publicó la ley aprobada el día anterior: “LEY nº 2025-188 de 27 de febrero de 2025 relativa a la protección de la población contra los riesgos asociados a las sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas.”
Los PFAS son unas sustancias químicas o contaminantes químicos eternos que se caracterizan por quedar en el medio ambiente durante mucho tiempo al resistir la degradación fotolítica, biológica y química. Además, se bioacumulan en tejidos de los seres vivos y son muy difíciles de metabolizar, se caracterizan por poder producir efectos muy tóxicos a dosis muy bajas. Finalmente, pueden ser transportados a largas distancias por lo que se pueden propagar muy fácilmente por aire, agua o mediante aves migratorias, por ejemplo.
Y estas aseveraciones no son sacadas de fuentes ecologistas, sino del propio MITECO. Incluso la Agencia Europea de Sustancias y Mezclas Químicas (la ECHA en sus siglas en inglés) define los PFAS y sus efectos del siguiente modo:
“Las sustancias perfluoroalquilo y polifluoroalquilo (PFAS) son una gran familia de sustancias químicas sintéticas ampliamente utilizadas por toda la sociedad que se encuentran en el medio ambiente.
Todas ellas contienen enlaces carbon-flúor, que son unos de los enlaces químicos más fuertes de la química orgánica. Esto significa que resisten la degradación cuando son utilizados y también cuando se encuentran en el medio ambiente. La mayoría de las PFAS se propagan fácilmente en el medio ambiente, cubriendo grandes distancias desde la fuente de liberación.
Se ha podido comprobar con frecuencia que las PFAS contaminan las aguas subterráneas y superficiales y el suelo. La limpieza de zonas contaminadas es cara y técnicamente difícil. Si continúan las liberaciones, las PFAS continuarán acumulándose en el medio ambiente, el agua potable y los alimentos.”.
Los riesgos sobre la salud asociados a nuestro cuerpo son múltiples y variados, tal como recoge en su informe la Agencia Europea de Medio Ambiente: “Riesgos Químicos Emergentes” ya en 2019. A título de ejemplo, puede producir hepatotoxicidad, alteración del crecimiento, toxicidad neuroconductual, inmunotoxicidad, toxicidad reproductiva, toxicidad pulmonar y renal, así como efectos hormonales. En este informe se explica que, por sus propiedades químicas y físicas únicas, como la repelencia al aceite y al agua, la resistencia a la temperatura y a los productos químicos y las propiedades tensioactivas se utilizan en muchísimos productos como, por ejemplo, en espumas contra incendios, revestimientos metálicos antiadherentes para sartenes, envases de papel para alimentos, cremas y cosméticos, textiles para muebles y ropa de exterior, pinturas y fotografía, cromados, pesticidas y productos farmacéuticos.
Los PFAS son omnipresentes en el medio acuático en toda Europa, y se han detectado en el aire, el suelo, las plantas y la biota (conjunto de organismos vivos). Así pues, al tener la característica de persistencia, difícilmente nadie se salva de estar en contacto con ellos. Y como señala la ECHA, también está presente en muchos alimentos.
Hasta donde ha llegado la ley en Francia
A partir del 1 de enero de 2026, la ley prohibirá la fabricación, importación, exportación y comercialización de los siguientes productos que contengan PFAS:
- cosméticos
- cera de esquí
- ropa, calzado y su impermeabilización (excepto ropa y calzado de protección, como el que llevan los militares o los bomberos).
- productos impermeabilizantes para prendas textiles.
A partir de 2030, todos los productos textiles (por ejemplo, muebles) que contengan PFAS estarán prohibidos en Francia (con algunas excepciones, como los textiles técnicos de uso industrial, que se enumerarán por decreto).
Sin embargo, estas prohibiciones no se aplicarán a los productos que sólo contengan trazas de PFAS. Los umbrales de concentración residual se definirán por decreto.
Habrá controles y sanciones administrativas en caso de infracción de las nuevas prohibiciones impuestas por la ley.
Otros productos estaban cubiertos por la prohibición en el texto inicial. Se han suprimido los envases alimentarios, ya que el sector se incluirá en el futuro reglamento europeo sobre envases y residuos de envases. Los utensilios de cocina (cacerolas, sartenes, etc.) también han sido excluidos por enmienda de los eurodiputados para «dar el tiempo necesario» a las industrias francesas «para encontrar alternativas satisfactorias».
Control sobre el agua potable
La ley estipula controlar la presencia de PFAS en el agua potable por parte de las autoridades sanitarias. Este control abarcará los PFAS enumerados por decreto, pero también podrá referirse a una lista más amplia de PFAS, siempre que puedan ser cuantificados por los laboratorios y que su control esté justificado a la luz de las circunstancias locales.
De aquí a 2026, el Gobierno deberá presentar al Parlamento un informe en el que proponga normas sanitarias actualizadas para todos los PFAS presentes en el agua potable.
Además, la Directiva de la UE 2020/2184 de 16 de diciembre de 2020 relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo humano obligará a los 27 Estados miembros de la UE a ampliar el alcance de sus controles sobre el agua potable a la presencia de 20 PFAS a partir de 2026. Tal como recoge su artículo 25: “A más tardar el 12 de enero de 2026, los Estados miembros adoptarán las medidas necesarias para garantizar que el agua destinada al consumo humano cumpla los valores paramétricos que figuran en el anexo I, parte B, para bisfenol A, clorato, clorito, ácidos haloacéticos, microcistina-LR, total de PFAS, suma de PFAS y uranio.”
Mejorar la información a la ciudadanía
La ley también propone que se ponga a disposición del público un mapa online en el que figuren todos los lugares que emitan o hayan emitido PFAS al medio ambiente acompañado de las cantidades de PFAS emitidas al medio ambiente.
Este mapa será elaborado por el ministro encargado de la prevención de riesgos naturales conjuntamente con el ministro encargado de la salud y será revisado al menos una vez al año.
Una tasa basada en el principio de quien contamina paga
De acuerdo con el principio de «quien contamina paga», se ha introducido un canon basado en el vertido de PFAS al agua que pagarán las instalaciones clasificadas para la protección del medio ambiente (IPCE) sujetas a autorización, debido a sus actividades.
El umbral de recaudación del canon se fija en 100 gramos vertidos al año. El canon se cobrará a razón de 100 euros por cada 100 gramos.
Los cánones por contaminación de las aguas industriales ya se cobran por otros contaminantes como el fósforo, nitritos, nitratos, etc. Estas tasas financian los presupuestos de las agencias del agua, que en particular ayudan a las autoridades locales a sanear sus aguas.
¿Podemos hacer algo para que no entren tantos PFAS en nuestro cuerpo?
Esta ley en Francia pone el dedo en la llaga sobre un hecho que pone en riesgo la salud de toda la población. Pero es el resultado del trabajo de muchas personas que se implicaron para poder llegar a ella.
Mientras se desarrolla este tipo de legislaciones a nivel europeo, pero también, esperemos en nuestro país, podemos tomar medidas para evitar en la medida de lo posible ingerir PFAS.
¿Y qué podemos hacer? De entrada, consumiendo menos comida envasada en papel o cartón resistente a la grasa y eligiendo utensilios de cocina “libres de PFAS o PFOAS”. Recuerde reducir el uso de recipientes para comida rápida y comida para llevar, ya que muchos están recubiertos con PFAS. Elija ropa, alfombras, muebles libres de PFAS, en los que se indique, por ejemplo, sin flúor (fluorine-free) y tapizados resistentes a las manchas, en los cosméticos consultando la lista de ingredientes para evitar químicos con “fluoro” o PTFE. Por otra parte, puesto que los PFAS (y otras sustancias químicas) pueden acumularse en el polvo de los hogares, es importante limpiar con regularidad usando un paño húmedo sobre las superficies sólidas y aspirar las alfombras.
Conclusiones y recomendaciones
Como dice “The forever pollution project”, un proyecto de periodismo enfocado al estudio de los PFAS en Europa, esta ley permite visibilizar un problema ambiental y de salud pública que hace años que arrastramos y que requiere de una atención especial habida cuenta de todo lo que supone tanto para nosotros como para las generaciones futuras por su persistencia en los medios.
La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria, la EFSA, también hace unos años que va siguiendo los riesgos de los PFAS asociados a la alimentación, estableciendo un umbral de ingesta de PFAS semanal que no se debería sobrepasar los 4,4 nanogramos por kilogramo de peso corporal para asegurar que no altere nuestra salud. Estaremos de acuerdo que es difícil de calcularlo aunque se pueda saber mediante análisis de sangre aunque no con finalidades médicas sino de investigación. Los riesgos asociados a los PFAS se están contemplando en nuestro país, por ejemplo, a través de su ingesta por alimentos por la Agencia Catalana de Seguridad Alimentaria
Sin embargo, falta financiación para seguir estudiando el impacto de los PFAS y cómo revertir un problema que está ligado a muchos otros como, por ejemplo, la contaminación difusa que emiten los residuos. En este sentido resulta de interés echar un ojo al especial de Datadista sobre el rastro de los contaminantes eternos en España. Además de ser un especial muy completo sobre esta cuestión, sus autores también forman parte del equipo de «The forever pollution project». Entre todos ponen luz a un problema oculto a nuestra percepción visual pero que puede tomar forma a través de enfermedades en nuestros cuerpos y en nuestro medio ambiente.
Finalmente, se recomienda ver la película «Dark Waters» que narra la historia real de un abogado, el Sr.Bilott, un abogado a quien un granjero le pide que lo ayude con el caso de la muerte de 90 de sus vacas. A partir de ahí, el letrado lleva a cabo una investigación que le lleva a demostrar que la multinacional Dupont estaba contaminando las aguas cercanas a Parkersburg con PFOA, un químico nocivo creado artificialmente para uso industrial.