El objetivo de esta investigación es conseguir un nuevo material más sostenible para su uso en la pesca comercial, que genera cerca de la mitad de los residuos plásticos flotantes que terminan en los océanos.
Para hacer frente a la contaminación plástica que afecta a los mares y vías fluviales del mundo, químicos de la Universidad de Cornell, en Nueva York (EE.UU.), han desarrollado un nuevo polímero que puede degradarse por la radiación ultravioleta, según una investigación publicada en la revista Journal of the American Chemical Society.
«Hemos creado un nuevo plástico que tiene las propiedades mecánicas requeridas por las artes de pesca comerciales. Si eventualmente se pierde en el medio acuático, este material puede degradarse en una escala de tiempo realista», explica el investigador principal Bryce Lipinski, candidato a doctorado en el laboratorio de Geoff Coates, profesor de química y biología química en la Universidad de Cornell. «Este material podría reducir la acumulación de plástico persistente en el medio ambiente».
La pesca comercial contribuye a cerca de la mitad de todos los desechos plásticos flotantes que terminan en los océanos, dice Lipinski. Las redes y cuerdas de pesca están hechas principalmente de tres tipos de polímeros: polipropileno isotáctico, polietileno de alta densidad y nylon-6,6, ninguno de los cuales se degrada fácilmente.
«Si bien la investigación de los plásticos degradables ha recibido mucha atención en los últimos años, la obtención de un material con una resistencia mecánica comparable a la del plástico comercial sigue siendo un reto difícil».
Coates y su equipo de investigación han pasado los últimos 15 años desarrollando este plástico llamado óxido de polipropileno isotáctico, o iPPO. Aunque su descubrimiento original fue en 1949, la resistencia mecánica y la fotodegradación de este material era desconocida antes de este reciente trabajo. La alta isotacticidad (regularidad de la cadena) y la longitud de la cadena de polímeros de su material lo distingue de su predecesor histórico y le proporciona su resistencia mecánica.
Lipinski señaló que aunque la iPPO es estable para un uso ordinario, eventualmente se rompe cuando se expone a la luz UV. El cambio en la composición del plástico es evidente en el laboratorio, pero «visualmente, puede parecer que no ha cambiado mucho durante el proceso», dijo.
La tasa de degradación depende de la intensidad de la luz, pero en sus condiciones de laboratorio, las longitudes de la cadena de polímeros se degradan hasta un cuarto de su longitud original después de 30 días de exposición.
En última instancia, Lipinski y otros científicos quieren no dejar ningún rastro del polímero en el medio ambiente. Señala que hay precedentes en la literatura sobre la biodegradación de pequeñas cadenas de iPPO que podrían hacerla desaparecer efectivamente, pero los esfuerzos en curso tienen como objetivo demostrarlo.