Luis Medina-Montoya Hellgren.
Director de Proyectos.
Fundación para la Economía Circular.
La transición hacia una economía circular en el sector del packaging no es solo una obligación regulatoria, sino una oportunidad estratégica para España.

El pasado 28 de febrero, en la sede de Ecoembes, tuve el honor de ser invitado a participar, como representante de la Fundación para la Economía Circular, en una nueva edición del podcast titulado “Vamos a darle la vuelta”, donde se abordó uno de los temas más relevantes para la industria del envase en Europa y España: el nuevo Reglamento de Envases y Residuos de Envases de la UE, conocido por sus siglas en inglés PPWR (Packaging and Packaging Waste Regulation). Este reglamento, que entrará en vigor en agosto de 2026, marca un punto de inflexión en la manera en que las empresas diseñan, producen y gestionan sus envases.
Un Cambio de Paradigma para la Industria del Packaging
El PPWR introduce requisitos estrictos en materia de reciclabilidad, contenido mínimo de material reciclado y restricciones a ciertos componentes químicos, con el objetivo de reducir el impacto ambiental de los envases. Para el sector del packaging en España, que representa aproximadamente el 2,3% del PIB, este reglamento supone un reto técnico y estructural de gran magnitud.
Uno de los aspectos más críticos del PPWR es la obligatoria reciclabilidad a gran escala de todos los envases para 2035. Esto implica una transformación profunda en el diseño de productos, con un enfoque hacia soluciones monomateriales que faciliten su reciclabilidad sin comprometer la funcionalidad. Empresas que hasta ahora han utilizado estructuras multicapa con propiedades barrera avanzadas deberán adaptarse a materiales alternativos, como poliolefinas avanzadas o PET modificado con nanoarcillas, innovaciones sobre las que ya se está trabajando e investigando.
La incertidumbre regulatoria respecto a la definición exacta de «reciclabilidad a gran escala» genera dudas en la planificación de inversiones. Según datos de Ecoembes, aproximadamente el 30% de los envases actuales en el mercado español requerirá modificaciones sustanciales para cumplir con los nuevos requisitos. Esta adaptación podría suponer inversiones estimadas entre 400 y 600 millones de euros solo en el sector del plástico.
Innovación y Diseño para el Reciclaje
Para cumplir con las exigencias del PPWR, las empresas están apostando por la innovación en diseño y materiales. La transición hacia polímeros monomateriales y la eliminación de tintas y adhesivos que dificultan el reciclaje son estrategias clave. En este sentido, la tecnología de espectroscopía de infrarrojo cercano (NIR) y los sistemas de marcado digital con watermarks invisibles están revolucionando la clasificación de residuos, permitiendo una separación mucho más eficiente de los diferentes materiales. En mi reciente visita al The Circular Lab de Ecoembes en Logroño, pude conocer de primera mano esta tecnología y sus aplicaciones para la gestión de residuos de envases de todo tipo, así como otras innovaciones en materia de diseño y producción de envases o sistemas de gestión eficiente de recogida selectiva y gestión de residuos.
Centros tecnológicos como AIMPLAS han desarrollado tintas termocromáticas que cambian de color durante el proceso de reciclaje, facilitando la identificación automática de envases. Estas innovaciones, junto con adhesivos solubles en agua y plásticos con propiedades mejoradas, ayudarán a las empresas a cumplir con las exigencias del nuevo marco normativo.
En Alemania, BASF ha desarrollado un sistema de polímeros biodegradables que, además de cumplir con los requisitos del PPWR, permiten una descomposición más eficiente en procesos industriales. En Francia, el grupo Veolia está implementando un programa de reciclaje avanzado para films plásticos que optimiza la separación de materiales mediante inteligencia artificial.
Materiales Secundarios y Reciclaje Químico
Uno de los principales desafíos que plantea el PPWR es garantizar un suministro estable de materiales reciclados de alta calidad. En España, la demanda de PET reciclado para aplicaciones de contacto alimentario superará con creces la capacidad de producción nacional en los próximos años. Actualmente, el 40% del PET reciclado utilizado en el país es importado, lo que genera una dependencia crítica de mercados externos.
El excelente nivel del tejido empresarial del reciclaje en España, con su experiencia, tecnología y talento humano, es una fortaleza clave. No obstante, para suplir la creciente demanda de material reciclado, es necesario aumentar significativamente el volumen de producción y mejorar la calidad del material recuperado para aplicaciones específicas, como la alimentación. En este ámbito, el reciclaje químico ofrece ventajas fundamentales, al permitir la obtención de materiales con calidad equivalente al virgen, asegurando su idoneidad para sectores altamente regulados.
El desarrollo de infraestructuras de reciclaje avanzadas es clave para solventar este problema. Proyectos como el complejo CIRCULAR en Tarragona, que aumentará la capacidad de reciclaje en 200.000 toneladas anuales, son ejemplos de la estrategia que España debe seguir. No obstante, la inversión necesaria para adaptar la industria a los nuevos requerimientos ronda los 1.500 millones de euros en los próximos cinco años.
El reciclaje químico, aunque aún enfrenta desafíos económicos y energéticos, se perfila como una solución complementaria al reciclaje mecánico. Tecnologías como la pirólisis para poliolefinas y la despolimerización de PET mediante glicólisis han mostrado resultados prometedores. La planta piloto de Repsol en Puertollano está validando la viabilidad de estos procesos a escala industrial, lo que podría marcar un antes y un después en la recuperación de plásticos complejos.
Transición por Fases: Actuar sin Esperar
Las empresas del sector no deben esperar a que se desarrolle completamente el reglamento PPWR ni la modificación del Real Decreto 1055/2022 para adoptar medidas. En mi opinión, la transición debe estructurarse en tres fases bien definidas, que permitan una adaptación progresiva y eficiente al nuevo marco regulador y de mercado.
- Fase inicial (2024-2025): Es crucial que las empresas actúen de inmediato sin esperar a que todos los detalles regulatorios estén completamente definidos. En esta fase, deben realizar auditorías exhaustivas de sus productos y procesos, identificando oportunidades de mejora y estableciendo planes de acción para la sustitución progresiva de materiales problemáticos. También es recomendable iniciar pruebas piloto con nuevos formatos y soluciones sostenibles para validar su viabilidad técnica y económica antes de la entrada en vigor de las regulaciones. Anticiparse permitirá minimizar riesgos, evitar costes inesperados y asegurar una transición más fluida al nuevo marco normativo. Esto implica analizar la composición de los materiales utilizados, evaluar la reciclabilidad de los envases actuales y diseñar estrategias para la sustitución progresiva de materiales que no cumplan con los nuevos requisitos normativos.
- Fase de adaptación (2026-2028): Implementación progresiva de soluciones monomateriales, optimización de procesos de reciclaje y adecuación de las líneas de producción a los nuevos requerimientos. En esta fase, será clave la colaboración sectorial para compartir riesgos y acelerar la transformación. La creación de consorcios de innovación y el desarrollo de proyectos piloto conjuntos permitirán a las empresas adoptar soluciones de manera más ágil y eficiente. Además, la integración en redes y asociaciones empresariales especializadas facilitará el acceso a conocimiento actualizado, mejores prácticas y oportunidades de financiación. Experiencias exitosas en otros países europeos han demostrado que la cooperación es esencial para superar los desafíos técnicos y económicos de esta transición, permitiendo a las empresas mantenerse competitivas en un mercado cada vez más exigente.
- Fase de consolidación (2029-2035): Transformación definitiva de la industria hacia un modelo de economía circular, con inversiones en tecnologías avanzadas de reciclaje y digitalización de la trazabilidad de materiales. En esta fase, la industria deberá consolidar sus avances en eficiencia operativa y asegurar que el ecosistema de reciclaje esté completamente integrado en la cadena de producción. Esto incluirá la implementación generalizada de nuevas tecnologías de clasificación, la mejora en la estandarización de materiales reciclables y el fortalecimiento de redes de colaboración entre empresas y organismos públicos. La internacionalización de buenas prácticas y la participación en foros europeos de economía circular también serán clave para garantizar la competitividad del sector en el contexto global.
Esta estrategia permitirá a las empresas anticiparse a los cambios y minimizar los impactos derivados de la adaptación regulatoria.
La oportunidad de crear 50.000 empleos verdes en el sector para 2030 no es solo una estimación optimista, sino un objetivo alcanzable si se implementan las medidas adecuadas. Estos nuevos empleos abarcarán desde posiciones técnicas en reciclaje avanzado hasta roles en desarrollo de producto y gestión de la innovación.
El mensaje final para el sector es claro: la transición hacia una economía circular en el sector del packaging no es solo una obligación regulatoria, sino una oportunidad estratégica para España. Tenemos las capacidades técnicas, la experiencia y el talento necesarios para liderar esta transformación. El éxito dependerá de nuestra capacidad para actuar de manera decidida y coordinada, aprovechando nuestras fortalezas y abordando proactivamente nuestras áreas de mejora. La transición hacia una economía circular en este sector generará empleo, impulsará la innovación y fortalecerá la competitividad del país en el mercado europeo. Sin embargo, para materializar estos beneficios será crucial realizar inversiones significativas en I+D, infraestructura de reciclaje y digitalización de la cadena de valor.
La industria española del packaging ya está dando pasos en la dirección correcta, pero el éxito de esta transición dependerá de la capacidad de adaptación y colaboración entre todos los actores implicados. Con un enfoque estratégico y una visión a largo plazo, España tiene la oportunidad de posicionarse como líder en envases sostenibles dentro del mercado europeo.