En una carta a la Comisión ENVI del Parlamento Europeo, 46 entidades reclaman que se ponga fin a la eliminación de productos textiles y aparatos electrónicos en perfecto uso.
La destrucción de los productos no vendidos representa el escenario de mayor derroche concebible en una economía lineal. En este marco, toda la contaminación previa que supone llevar un producto al mercado, incluida la relacionada con la extracción de materias primas, la fabricación, el montaje y la distribución, tiene lugar sin aportar ninguna utilidad a la sociedad.
Por ello, 46 ONG y asociaciones empresariales han instado por carta a la Comisión de Medio Ambiente del Parlamento Europeo a apoyar una prohibición inmediata de la destrucción de productos textiles y electrónicos no vendidos.
La misiva asegura que existen pruebas suficientes y argumentos sólidos para apoyar una prohibición de la eliminación de productos textiles y electrónicos en el artículo 20 del Reglamento sobre diseño ecológico de productos sostenibles.
El caso de la electrónica
Los aparatos eléctricos y electrónicos siguen siendo uno de los flujos de residuos de más rápido crecimiento en la UE, con una tasa de crecimiento anual del 2%. Los residuos electrónicos han demostrado ser un flujo de residuos de difícil gestión, con bajos índices de recogida (menos del 40% de los residuos electrónicos se reciclan en la UE).
Un análisis realizado en Francia sugiere que alrededor del 1% de todos los aparatos electrónicos se quedan sin vender y se destruyen cada año.
Sólo en el caso de los microondas y los hervidores de agua, se calcula que cada año se destruyen 98.000 y 140.000 unidades, respectivamente. Estos dos productos representan 25.000 toneladas de CO2eq, 690 toneladas de acero, 110 toneladas de vidrio y 2 millones de litros de agua al año. Y el sector de la electrónica comprende miles de grupos de productos con una diversidad cada vez mayor.
Beneficios ambientales y económicos
Los firmantes de la carta recuerdan además que poner fin a la destrucción de productos no vendidos reportará una serie de beneficios:
- Reducción del impacto ambiental y prevención de los residuos de los sectores textil y de la electrónica.
- Promover el diseño industrial y la innovación para poner fin a la sobreproducción.
- Ofrecer una oportunidad para los mercados secundarios, por ejemplo, suministrando a los reparadores y a los agentes de la economía social nuevos productos y piezas de recambio.
- Apoyar la autonomía estratégica reduciendo la dependencia de Europa de materias primas esenciales.
Según las entidades firmantes, las proyecciones muestran que el valor de los productos electrónicos y de la ropa destruidos en la UE asciende a 21.740 millones de euros en 2022. Cifra podría aumentar hasta los 71.290 millones de euros en 2030, si no se toman medidas.