Existe un exceso de oferta de neumáticos usados, que cuando son mal gestionados son abandonados, con el consiguiente riesgo de incendio, como desgraciadamente se ha podido ver en el caso de Seseña.
Los neumáticos son reciclables. Miles y miles se desechan cada año y se valorizan para convertirse en un componente del asfalto de carreteras o de las pistas de atletismo. Pero este reciclaje no absorbe toda la demanda, por lo que muchos quedan abandonados en campas con un riesgo evidente: el fuego.
Una montaña de ellos se ha quemado en Seseña (Toledo), en un incendio que ha provocado una nube negra que se ha podido ver desde Madrid capital y que ha provocado el desalojo de alguna urbanización cercana.
Cuando un conductor cambia las ruedas de su coche en un taller, paga una tasa en concepto de reciclaje. Esta sirve para sufragar los gastos de la empresa que los recoge en el taller y los lleva hasta un vertedero legal, que en general tiene una vinculación con una instalación de valorización.
Allí se retiran las partes metálicas, que se funden y se utilizan como materia prima en un segundo uso, mientras que el caucho de las ruedas se tritura y se aprovecha como componente para fabricar un asfalto más gomoso y que absorbe mejor el ruido, lo que también redunda en una disminución del consumo de combustible de los vehículos. También se usa ese caucho reciclado para la fabricación del tartán, con el que se hacen las pistas de atletismo.
No obstante, hay un exceso de oferta de neumáticos, según recuerda el portavoz del Seprona, Salvador Ortega, y la demanda no puede absorberlas.
Por eso, los neumáticos mal gestionados suelen abandonarse en campas, con el consiguiente riesgo de incendio –a pesar de que no arden con facilidad– y, en ese caso, la generación de una nube de humo tóxico, como la que se ha generado en Seseña.
Asimismo, su degradación se produce en forma de líquidos plásticos contaminantes, si bien el proceso es muy lento, concluye Ortega.
Fuente:
EFE Verde