Los residuos electrónicos son el flujo de desechos de más rápido crecimiento en la Unión Europea, pero actualmente menos del 40% se recicla.
Los dispositivos electrónicos y los equipos eléctricos definen la vida moderna. Desde lavadoras y aspiradoras hasta teléfonos inteligentes y ordenadores, es difícil imaginar la vida sin ellos. Pero los residuos que estos aparatos generan se han convertido en un obstáculo para los esfuerzos de la UE por reducir su huella ecológica.
Los residuos de aparatos electrónicos y eléctricos (RAEE) cubren una amplia variedad de productos diferentes que se desechan al finalizar su vida útil, o incluso antes.
Los grandes electrodomésticos, como lavadoras y estufas eléctricas, son los que más se recolectan y representan más de la mitad de todos los desechos electrónicos recogidos para su tratamiento.
Le siguen los equipos informáticos y de telecomunicaciones (portátiles, impresoras), equipos de consumo y paneles fotovoltaicos (cámaras de vídeo, lámparas fluorescentes) y pequeños electrodomésticos (aspiradoras, tostadoras).
Todas las demás categorías, como herramientas eléctricas y dispositivos médicos, representan en conjunto solo el 7,2% de los desechos electrónicos recogidos.
Actualmente, Menos del 40% de todos los residuos electrónicos en la UE se recicla. Las prácticas de reciclaje varían entre los países de la UE. En 2017, Croacia recicló el 81% de todos sus RAEE, mientras que en Malta, la cifra fue del 21%.
¿Por qué necesitamos reciclar los residuos electrónicos?
Los equipos eléctricos y electrónicos desechados contienen materiales potencialmente dañinos que contaminan el medio ambiente y aumentan los riesgos para las personas involucradas en el reciclaje de estos residuos. Para contrarrestar este problema, la UE ha aprobado una legislación para prevenir el uso de ciertos productos químicos, como el plomo.
Por otro lado, muchos minerales raros que se necesitan en la tecnología moderna provienen de países que no respetan los derechos humanos. Para evitar apoyar inadvertidamente los conflictos armados y los abusos contra los derechos humanos, los eurodiputados han adoptado normas que exigen a los importadores europeos de minerales de tierras raras que verifiquen los antecedentes de sus proveedores.
En marzo de 2020, la Comisión Europea presentó un nuevo plan de acción de economía circular que tiene como una de sus prioridades la reducción de residuos electrónicos y eléctricos. La propuesta describe específicamente objetivos inmediatos como crear el «derecho a reparar» y mejorar la reutilización en general, la introducción de un cargador común y el establecimiento de un sistema de recompensas para fomentar el reciclaje de productos electrónicos.
Circularidad en toda la cadena de valor
El Parlamento Europeo votará un informe de propia iniciativa sobre el plan de acción de economía circular en febrero de 2021.
El eurodiputado holandés, Jan Huitema, afirma que era importante abordar el plan de acción de la Comisión de manera “integral”: “Los principios de circularidad deben implementarse en todas las etapas de una cadena de valor para que la economía circular sea un éxito.
Afirma Huitema que se debe prestar especial atención al sector de los residuos electrónicos, ya que el reciclaje se está quedando atrás con respecto a la producción: «En 2017, el mundo generó 44,7 millones de toneladas métricas de residuos electrónicos y solo el 20% se recicló correctamente».
Huitema también asegura que el plan de acción podría ayudar con la recuperación económica. “Estimular nuevos modelos comerciales innovadores creará a su vez el nuevo crecimiento económico y las oportunidades laborales que Europa necesitará para recuperarse.