El principal indicador en continuo de la presencia de productos clorados, necesarios para la formación de dioxinas, ha disminuido durante el tratamiento de los EPI desde finales de marzo, y las emisiones se situarían por debajo del 20% del límite legal, según un estudio de Eurecat.
El Centro Integral de Valorización de Residuos Urbanos del Maresme, ubicado en la localidad de Mataró (Barcelona), habría rebajado la generación de dioxinas durante la situación de excepcionalidad generada por el COVID-19. Esta es una de las principales conclusiones de un estudio sobre la posible aportación de residuos clorados y la afectación en la potencial formación de dioxinas de los equipos de protección individual (EPI) desechables utilizados en los hospitales de Catalunya durante la gestión de la crisis y que han sido tratados en la planta de Mataró.
El estudio, encargado por el Consorcio para el Tratamiento de Residuos Sólidos Urbanos del Maresme (CTRSUM) a Eurecat, concluye que, de hecho, durante el tiempo que se han tratado los residuos sanitarios se ha reducido la generación de ácido clorhídrico (HCl), el principal indicador en continuo de la presencia de productos clorados necesarios para la formación de dioxinas. Estas emisiones de HCl, que según la entidad ya antes de la crisis epidemiológica eran inferiores en un 70% el límite permitido, se han reducido en más de un 10% durante las semanas que se ha dado servicio a diferentes hospitales catalanes.
El estudio de Eurecat, realizado por su Unidad Tecnológica de Residuos, Energía e Impacto Ambiental del Área de Sostenibilidad, concluye que «no hay evidencias que permitan inferir que la incineración de EPI procedentes de recintos hospitalarios, sea un factor que puede contribuir al aumento de la generación de dioxinas y furanos en base a la introducción de productos clorados. De hecho, la composición de los EPI de un solo uso, así como sobre todo los datos de generación de ácido clorhídrico, indican lo contrario, que probablemente la incineración de EPI sanitarios implica una menor aportación de residuos clorados, como el cloruro de polivinilo, en comparación con los residuos incinerados los períodos previos a la crisis del COVID-19. A esto hay que añadir que, en su normal funcionamiento, las emisiones de la planta ya están por debajo de los valores máximos permitidos». En este sentido, cabe destacar que la media de las mediciones periódicas de emisiones de dioxinas y furanos de la planta en 2019 se encuentran 24 veces por debajo del límite legal (0,0042 respecto al límite de 0,1 ng / Nm3).
Respecto a la composición de los EPI, el estudio indica que su composición mayoritaria son los tipos de plásticos no clorados (polipropileno y polietileno de baja densidad) más consumidos a nivel europeo, con casi 20 millones de toneladas al año, y como tales se encuentran presentes habitualmente en los residuos municipales.
Asimismo, Eurecat recomienda un contacto directo entre la planta y los diferentes centros hospitalarios para tener una descripción detallada de los EPI específicos empleados que permitan refinar la caracterización de los mismos, y aprovechar asimismo para hacer énfasis en una segregación y gestión diferenciada, que muy probablemente ya se lleva a cabo, de otros equipos que puedan contener sustancias cloradas.
El CTRSUM ha defendido en un comunicado la «rigurosidad en la gestión, responsabilidad en el servicio público y compromiso con la información veraz en el impacto de la actividad que se desarrolla en el Centro Integral de Valorización de Residuos del Maresme», y lamenta «la rumorología lanzada desde formaciones que presuntamente velan por una adecuada gestión de residuos.»