Un nuevo modelo utiliza aguas residuales y lodos para promover el crecimiento de vegetación en terrenos degradados. La técnica también permite reducir el transporte de pesticidas a través del suelo, impidiendo que estos alcancen con facilidad a las raíces de las plantas y afecten a su desarrollo y actividad reproductiva.
Investigadores del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra (centro mixto del CSIC y la Universidad de Granada) y del departamento de Biología Vegetal de la Universidad de Sevilla han desarrollado un método de reutilización de aguas residuales y lodos que favorece el crecimiento de nueva vegetación en terrenos degradados.
Este sistema también permite reducir el transporte de pesticidas a través del suelo, impidiendo que alcancen con facilidad a las raíces de las plantas y afecten a su desarrollo y actividad reproductiva. En concreto, los expertos han demostrado cómo la combinación de lodos y aguas residuales facilita la implantación de ray-grass (especie perteneciente a la familia de las gramíneas) en un suelo minero procedente de la zona de Riotinto, en la provincia de Huelva.
“En zonas mineras, donde las condiciones suelen resultar hostiles, este método permitió un aumento significativo de la biomasa de esta especie, la longitud de sus tallos y del contenido hídrico relativo, un indicador fiable del estado de las plantas”, explica Aránzazu Peña, investigadora del Instituto Andaluz de Ciencias de la Tierra y responsable principal del estudio.
Asimismo, el sistema protege a las plantas de los efectos derivados del uso de pesticidas en la regeneración de este tipo de terrenos. “Estos aportes orgánicos de lodo y aguas residuales aumentan la retención de los pesticidas en el suelo. Por tanto, dificultan su presencia en las zonas donde las raíces de las plantas absorben los nutrientes necesarios para su desarrollo y reducen su incorporación a la planta”, matiza la investigadora.
Doble función
“Mezclamos el lodo con muestras de suelo procedentes de las minas onubenses de Riotinto. El siguiente paso fue plantar semillas de ray-grass en pequeñas macetas colocadas en un invernadero y en condiciones controladas de temperatura -21,8ºC- y humedad -67%-”, explica Peña.
Tras regar estas macetas durante el período de un mes, los investigadores detectaron un aumento significativo de la biomasa de aquellas plantas regadas con agua residual. “Además, demostramos cómo esta mezcla de agua de baja calidad y lodo incrementó el crecimiento de esta especie y contribuyó en el descenso de su índice de mortalidad”, añade Peña.
Por otro lado, con el objetivo de evaluar su eficacia a la hora de controlar los efectos del uso de pesticidas, los expertos cultivaron esta especie, ray-grass, en dos tipos diferentes de macetas. “Finalmente, mediante técnicas analíticas, demostramos que la concentración de estas sustancias era menor en aquellas plantas donde utilizamos lodo y agua residual, en lugar de agua destilada”, comentala investigadora .
Una técnica sostenible
Una de las principales aplicaciones es la posibilidad de generar nuevas estrategias de reutilización de residuos dirigidas a recuperar la actividad productiva o paisajística en zonas degradadas “Este modelo facilita la implantación de especies vegetales y reduce, de este modo, la pérdida de suelo que se produce como consecuencia de la erosión eólica o el arrastre por lluvias torrenciales”, expone Peña.
Igualmente, esta estrategia presenta una serie de beneficios medioambientales, ya que promueve el reciclaje de agua de baja calidad y protege a las plantas de los productos fitosanitarios. “El lodo retiene a los pesticidas en la superficie y dificulta su movilidad hacia las capas más profundas del suelo o aguas subterráneas”, apunta la experta.
Estos datos han permitido a los investigadores abrir otras líneas de trabajo con el objetivo de encontrar nuevas especies o plantas que se adapten a estos terrenos. “Pretendemos estudiar la recuperación otras zonas degradadas como, por ejemplo, suelos salinizados o afectados por contaminación industrial. Del mismo modo, también trabajamos en la implantación de vegetación con fines energéticos como la producción de biodiésel”, concluye Aránzazu Peña.
Este trabajo de investigación ha sido publicado en revista Journal of Environmental Management.
Fuente:
Sinc