Según un nuevo estudio, alcanzar este objetivo en 2040 requiere una reducción de la demanda global de plástico del 35%, casi 270 millones de toneladas anuales.

Producir menos plástico virgen es crucial para la descarbonización del sector

Un nuevo informe de la consultora Eunomia, encargado por la Agencia de Investigación Medioambiental (EIA) y presentado la semana pasada en la COP29, muestra que un objetivo de reducción del 40% de los plásticos vírgenes para 2040 sería un importante factor de reducción del impacto climático para la industria del plástico, pero podría no ser suficiente para limitar el calentamiento global a 1,5 ºC.

El estudio fue encargado por la EIA tras la cuarta reunión del tratado global sobre los plásticos (INC-4) celebrado en abril de este año en Ottawa (Canadá), en el que Ruanda y Perú propusieron un objetivo global de reducción de la producción de plástico virgen en un 40% para 2040 en relación con una referencia de 2025 (40×40).

El nuevo estudio examina el impacto que tendría un planteamiento 40×40 en las emisiones de CO2 de aquí a 2050, modelizando tanto la demanda habitual como escenarios de demanda reducida. El análisis muestra que reducir la producción de plástico virgen en un 40% sería un paso positivo importante, ya que podría impulsar grandes mejoras en el reciclado y una reducción significativa de la demanda global. Pero esto tendría que ir acompañado de una descarbonización sustancial de las materias primas y los procesos de producción de plásticos.

Entre sus principales conclusiones, el informe destaca que alcanzar el 40×40 requiere una reducción de la demanda del 35% (269 millones de toneladas anuales) en comparación con el nivel actual de aquí a 2040, lo que se ajusta a un presupuesto de carbono <1,7 ºC. Si no se toman medidas para reducir la demanda, el 40×40 no será suficiente.

Además, sin medidas para reducir la demanda, es probable que el 40×40 sea inalcanzable, ya que requeriría una tasa mínima de reciclado mundial del 63%.

Por otra parte, la demanda de plásticos debería alcanzar su punto máximo en 2025, por lo que es esencial adoptar medidas contundentes que vayan más allá del reciclado. Los retrasos ponen en peligro los objetivos climáticos, ya que en 2025 podría haberse gastado la mitad del presupuesto de carbono de los plásticos; por tanto, los próximos cinco años son cruciales.

Simon Hann, especialista en análisis de ciclo de visa (ACV) de Eunomia y autor del informe, comenta que «nuestra investigación de los últimos años muestra que alinearse con el Acuerdo de París requiere una acción rápida y decisiva por parte de la industria del plástico, y que es probable que el continuo crecimiento de la demanda sea contraproducente. Este análisis concluye que limitar la producción de plásticos vírgenes podría ser un paso fundamental para salvar la distancia entre las condiciones actuales y los objetivos necesarios. Un acuerdo de este tipo supondría un firme compromiso para abordar directamente este reto».

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