El proyecto POLYBRIS arranca sus actividades en Galicia y Canarias de la mano del Centro Tecnológico EnergyLab, el Instituto de Investigacións Mariñas (IIM-CSIC) y el Cabildo Insular de Tenerife, para abordar la recuperación de los residuos plásticos presentes en las basuras marinas para su valorización en productos que contribuyan al equilibrio ecológico del medio marino.
Un equipo de investigación propone incorporar estos dispositivos en futuras misiones espaciales para mejorar la detección de plásticos y otros residuos en el mar.
Este año, el programa de MARLICE girará en torno a tres grandes bloques temáticos: gobernanza, investigación e innovación y conservación.
La empresa Zunibal y el centro tecnológico AZTI comienzan las pruebas de validación de los nuevos dispositivos concentradores de peces fabricados con un material biobasado y compostable que reduce significativamente la generación de residuos marinos.
El proyecto Upcycling the Oceans desplegará boyas dotadas con sistemas de localización GPS que se pueden fijar a los residuos flotantes para monitorizarlos y facilitar su recogida.
Un total de 640 barcos de puertos pesqueros de Galicia, Cataluña, Comunidad Valenciana, Región de Murcia y Andalucía participan en esta iniciativa recogiendo la basura marina cuando salen a faenar.
Los investigadores se han basado en la forma en que el pequeño caracol manzana hawaiano recoge partículas de comida para diseñar un dispositivo que pudiera capturar partículas de plástico en masas de agua.
Una investigación revela que la acumulación de residuos marinos se ha convertido en un vector para el transporte de organismos que puede tener consecuencias ecológicas y económicas de gran alcance.
Una selección de objetos rescatados tras la mayor limpieza subacuática del mundo podrán verse hasta el 30 de junio en una iniciativa de EDP.
Investigadores del MPI-IS alemán han desarrollado un robot submarino inspirado en las medusas con el que esperan poder recoger algún día residuos del fondo del océano. El prototipo, casi insonoro, puede atrapar objetos bajo su cuerpo sin contacto físico, lo que permite interacciones seguras en entornos delicados como los arrecifes de coral.
